Las sucesivas intervenciones han modificado sustancialmente el semblante original de esta bella Dolorosa de Juan Martínez Cerrillo, titular de la cofradía salesiana del Prendimiento, que inclina la cabeza hacia la izquierda mientras mira ausente hacia el frente, ensimismada en su dolor.

Labrada por el imaginero cordobés entre 1957 y 1958, fue restaurada en varias ocasiones por su propio autor debido a la fragilidad de sus materiales. En 1982 fue intervenida por Andrés Valverde Luján, quien sustituiría el primitivo candelero por un cuerpo provisto de túnica tallada. En 1993, Miguel Ángel González Jurado sustituyó el cuerpo por un nuevo candelero, labró nuevo juego de manos y aplicó nueva policromía. En 2006 es restaurada por el jiennense José Luis Ojeda con el fin de restaurar una grieta aparecida en su mascarilla.

Los rasgos de la Señora, tallada en madera de pino para vestir, revelan cierta madurez, contribuyendo los negros ojos de cristal, las pestañas postizas de los párpados superiores y las seis lágrimas vítreas que surcan sus mejillas a realzar el realismo barroco con que se halla concebido el simulacro. Mide 159 cm de altura.

La nariz es recta y menuda; la boca, de expresión un tanto artificiosa, deja entrever la lengua tallada en su interior, y el puntiagudo mentón, tocado con hoyuelo, remata su ovalado rostro. El cuello es largo y suavemente anatomizado, y las manos, extendidas, muestran los dedos levemente recogidos para portar el manípulo de encaje y el rosario. Las carnaciones son pálidas, con rojeces en párpados y pómulos para simular el llanto.