En los años centrales del siglo XIX, a partir de 1853 y a lo largo de dos décadas, el yeclano Antonio Palao va a desarrollar una amplia actividad escultórica en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. La primera obra que podemos mencionar de su autoría es el grupo escultórico de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen Viña, que preside el retablo neoclásico jaspeado de su capilla titular y que parece corresponder a 1853. Esta popular iconografía también es conocida como La educación de la Virgen.

Por estas mismas fechas Palao debió realizar el grupo de San Joaquín con la Virgen Niña que figura ante una perspectiva del templo que pintó sobre tabla Mariano Pescador -en sustitución del lienzo originario de San Francisco de Asís- y que preside el retablo barroco en madera dorada (hacia 1770), que, procedente del convento franciscano de San Cristóbal de Tauste, fue traído al templo del Pilar tras la desamortización, siendo colocado en la capilla dedicada a San Joaquín.