En 1872 se le encarga a Ramón Álvarez un Cristo Resucitado para la cofradía zamorana de la Santísima Resurrección, cuyos orígenes fundacionales en el templo parroquial de Santa María de la Horta se remontan, al menos, a 1544. La imagen, tallada en madera de pino de Soria con ojos de pasta vítrea, procesionó por primera vez en 1873. El escultor la realizó en el taller que tenía en la Puerta de la Feria.

La imagen representa a Cristo saliendo del sepulcro, en actitud de triunfo, con potencias de plata en la cabeza y un banderín o gallardete en la izquierda como símbolo de su victoria sobre la muerte. El brazo derecho, con la mano en actitud de bendecir, se alza para indicar su ascensión a los cielos junto al Padre.

Dicha cofradía tuvo un litigio con Álvarez a consecuencia del manto, reclamándole la hechura de una capa encolada en lugar de la de raso que le había colocado, de ahí que le pagaran sólo 1.500 reales de los 1.800 concertados. Posteriormente se le abonarían 250 reales con la condición de que retocase la imagen de la Virgen. El sepulcro con la losa abierta a los pies se añadió para elevar su escasa altura.

Cuenta la tradición que, para tallar esta imagen, la cual sustituye a una anterior cuyo paradero desconocemos, Álvarez utilizó como modelo un vecino de la Horta que era mudo. Viste durante el desfile procesional un largo manto de color rojo, bordado por las monjas marinas de la ciudad de Zamora.