Tema predilecto de Peral el de la Virgen dolorosa, copiando, según Gallego Burín, casi exactamente las más características que imprimía José de Mora al mismo. Según dicho historiador, la misma y constante repetición de los temas cultivados por Mora revela una escasez inventiva de Peral, y en el caso de las dolorosas, nada agrega a ellas, salvo la variante de presentarlas casi siempre de cuerpo entero y sentadas sobre unas rocas que el escultor, en muchos casos, hace de corcho. Solo una es de medio cuerpo y otra está arrodillada.

Para Gallego Burín, el modelo es igual para todas y siempre recuerda al de Mora, aunque en el caso de Peral son pobres de valor expresivo y carecen de la pasión aguda y nerviosa que refleja Mora en sus piezas, llenas de una gran vida interior. Asimismo, Gallego Burín considera que, en el caso de Peral, las cabezas son más voluminosas y el manto cae con más pesadez y artificio sobre ellas. Las manos, generalmente cruzadas, intentan dar la impresión de un dolor contenido y violento que siempre queda en esbozo. Los ropajes, más revueltos y más barrocamente movidos, son de pesada y poco agradable ampulosidad, poniendo en ellos Peral, como nota característica, un encaje de hilo de oro pegado a los bordes de la túnica y del manto.

Pese a todo lo anterior, Gallego Burín considera que la dolorosa que nos ocupa pertenece a la segunda etapa artística de Peral, caracterizada por una mayor libertad y seguridad técnica y más amplia originalidad en las composiciones, dejando a un lado la sujeción casi estricta a los modelos de los Mora. De hecho, en 1725, consta que Peral aparece trabajando con Diego de Mora, hermano de José de Mora.

Esta imagen, devocionada como Virgen de la Humildad, en origen se situó en el convento accitano de San Francisco, pasó luego a la Catedral de Guadix y ha vuelto ahora a San Francisco como sede del Centro de Interpretación dedicado a Torcuato Ruiz del Peral, posible gracias al esfuerzo realizado por el Obispado de Guadix, que ha contado con la ayuda del Grupo de Desarrollo Rural de Guadix, mediante recursos procedentes del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural de la Unión Europea (FEADER) y de la Junta de Andalucía. Estos fondos han servido para la adecuación del templo al nuevo uso, restaurando algunas partes del edificio que lo necesitaban y construyendo el nuevo espacio museístico.

Para la historiadora Martínez Justicia esta dolorosa es la más bella y armoniosa de cuantas Soledades hiciera el maestro Ruiz del Peral, especialmente interesante en cuanto a su original concepción, situando a la Madre Dolorosa sobre unas rocas en el Calvario y en actitud saturniana o reflexiva, con las manos entrecruzadas a la altura del pecho, algo muy propio de la escuela granadina.

Al igual que el San Antonio de Padua analizado en la primera entrega, esta Dolorosa, titular de la hermandad accitana del Santo Vía-Crucis, ha sido recientemente restaurada en la Facultad de Bellas Artes de Granada, y hoy manifiesta el esplendor de su policromía original en lo que a las carnaciones respecta.

Representa, a pesar de la originalidad en la concepción iconográfica, la tipología tan próxima a los modelos de José de Mora -especialmente en la actitud expresiva de las manos y en la propia cabeza-, indicada por Gallego Burín, de tal forma que este historiador llegó a plantearse si podría tratarse de una obra de Mora. Sin embargo, el citado investigador concluyó atribuyéndola a Peral basándose en sus exclusivos cortes a bisel de la talla o el tratamiento movido de los paños. Asimismo, en esta imagen esta presente el característico galón dorado en el manto de la Virgen, aspecto éste que la aproxima aún más si cabe a la gubia de Peral.