ORIGEN DE LA FERIA DE ALMERÍA EN HONOR A LA VIRGEN DEL MAR
Rafael Rodríguez Puente
Precisar los orígenes remotos de la feria de Almería no resulta tarea fácil. Casi con toda seguridad, la ciudad desde sus más profundas raíces ha celebrado en cada período histórico algún que otro festejo. No olvidemos que en estas tierras han estado presente diferentes civilizaciones, por lo que cada acontecimiento debió ir en consonancia con las pautas culturales e históricas de cada una de los pueblos asentados en los límites almerienses. Sin embargo, sería difícil retroceder en el tiempo a estas épocas, de las que prácticamente carecemos de noticias.
En consecuencia, es preciso partir de una fecha en concreto: el año 1807; y un acontecimiento histórico: el nombramiento de la Virgen del Mar como Patrona de Almería.
«En esta ciudad convendría el establecimiento de una feria por ocho días que principiase el 23 de julio». De esta forma se daba respuesta a la pregunta 33 del Censo de Soler, dado a conocer allá por el año 1803. Aún así, hubieron de transcurrir tres años para que la corporación municipal que presidía Paulino Jacobo, segundo marqués de Aigremont, acordara solicitar al rey Carlos IV su licencia para celebrar una feria durante los días 18 a 22 de agosto, aprovechándose la declaración de patronato de la Virgen del Mar, aprobado el 22 de marzo de 1806 por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos y promulgado por el Papa Pío VII el día 20 de mayo de ese mismo año. En este sentido, se trasladó la festividad de la Virgen del Mar al domingo que antecede al 25 de agosto, coincidiendo con el aniversario de los trágicos terremotos acaecidos en 1804. «Certifico que en el cabildo celebrado por esta muy noble ciudad, hoy, día de la fecha, entre otros particulares, se trató y acordó lo siguiente:
Apeteciendo la ciudad la mayor prosperidad al público, aumento de sus propios, y sumo beneficio de la real hacienda, ha meditado que la gracia que Su Santidad acaba de conceder en la declaración de Patronato de María Santísima, con el título de Mar, y traslación de su festividad a la dominica que antecede al 25 de agosto, para todos los años, con jubileo e indulgencias perpetuas, ha dado margen a que se considere útil el establecimiento de feria en esta ciudad al mismo tiempo que la citada festividad de la Virgen, habiéndose tratado este punto varias veces, se ha reflexionado que todo proporciona motivo de creer firmemente que podrá ser una de las ferias mayores de España», dice el acta del pleno celebrado el 17 de septiembre del año 1806.
Real cédula
Así las cosas, Carlos IV aprobó la petición del consistorio el 7 de noviembre de 1806, expidiendo, el 25 de septiembre de 1807, una real cédula que regulaba la celebración de la feria. La licencia fue firmada por el secretario del Rey y escribano de Cámara, Bartolomé Muñoz de la Torre, tramitada a través del Consejo Supremo de Castilla. De esta manera, la primera feria se llevó a cabo durante los días 22 a 26 de agosto en las inmediaciones de la Catedral.
La razón primordial que hizo desestimar los días 18 a 22 de agosto, tal y como en primera instancia se consideró, estribaba en que la localidad de Tabernas llevaba cuatro años festejando una feria en esa misma fecha, mientras que Huécija lo hacía los días siguientes.
En cuanto a las características fundamentales de esta celebración, hemos de dejar bien claro que aquella primitiva feria que dio origen a la actual no se festejaba tal y como hoy se viene haciendo, sino que consistía en una muestra agrícola, ganadera y de manufactura de fabricantes y artesanos, de ahí el interés por ponerla en práctica cuanto antes, ya que ésta reportaba sustanciales beneficios económicos a los 32.000 habitantes que por entonces poblaban Almería. Sin embargo, esta feria-mercado debió tener también su proyección festiva y de diversión como ocurría en otros lugares de Europa desde la época del medievo.
Argumentos
Uno de los argumentos de mayor peso específico empleado por los responsables de la organización para la celebración de los festejos en el mes de agosto lo supuso el hecho de que es en esa fecha cuando más abunda el pasto para los ganados que pudieran venir. A esto habrá que unir las suaves temperaturas del clima propiciado por la privilegiada situación geográfica.
Durante el final de la etapa decimonónica, la feria se celebraba en la plaza Vieja y calles adyacentes, instalándose en el centro de la plaza el quiosco de la música, en los soportales se cobijaban los plateros y joyeros, mientras que el resto de feriantes colocaban sus puestos ambulantes en la calle Cervantes hasta la Catedral y desde la calle de las Tiendas hasta la Puerta de Purchena y al entonces Paseo de la Alameda.
Las corridas de toros tenían lugar en un coso provisional que se instalaba en la huerta del convento de San Francisco, próximo a lo que hoy día es la iglesia de San Pedro, y desde mediados del siglo XX, se pasó a la plaza de toros que se construyó al final de la calle Murcia, pasando posteriormente al actual coso de la avenida de Vílchez.
El costo que supuso la realización de la primera feria ascendió a la cantidad de 22 reales y medio por el primer festejo; 15 reales por el segundo; y 60 reales por el tercero, aumentando en 600 reales de vellón, ingresados en la contaduría general de consolidación de vales reales.
El hallazgo de la Virgen
La feria de 2007 tiene una connotación especial, al celebrarse el DV aniversario del hallazgo de la Virgen del Mar, a quien se le rinde honores cada año durante las fiestas, con salida procesional el último domingo de agosto.
Fue el 21 de diciembre del año 1502 cuando el guarda en la Torre García, Andrés de Jaén, se percató de la existencia de una imagen flotando sobre el mar. Tras la aparición de la efigie mariana, se levantó acta, en la cual se decía: «las leguas que navegó, para hasta aquí llegar, no ay ninguna persona que lo sepa hablar, salvo como fue hallada a la ribera de el mar y un hombre de esta Ciudad llamado Andrés de Jaén, era guarda en la Torre García, y andando en vela de los Moros, dize que vio relumbrar y que huvo muy gran temor, mas que con todo el temor no dexo de llegar y que como la vio, se començo de maravillar, y estando ANSI espantado, no sabia que se pensar, como o en que manera aquella imagen óbviese allí aportado».
En cuanto al modo de llegar a las costas almerienses, muchas son las hipótesis. A la vista de los documentos que nos han llegado hasta nuestros días, hemos de suponer que la escultura se encontraba en algún buque que sufrió naufragio en las cercanías de Torregarcía, quizás motivado por las inclemencias del tiempo, un accidente o bien por un asalto de piratas, quienes por esta época frecuentaban el litoral mediterráneo andaluz.
Llama poderosamente la atención las peripecias que siguió la imagen hasta que fue puesta al culto en la capilla mayor de la iglesia de Santo Domingo, el 1 de enero de 1503. El lugar de veneración fue motivo de polémica, teniendo continuos forcejeos con el Cabildo catedralicio, el cual quería hacerse con la imagen. Desde entonces, los almerienses dedicaron unos cultos en honor de la Virgen del Mar, aunque en lugar de celebrarse el día de su aniversario, lo hacía diez días después; los que necesitaron los dominicos en recabar la protección del arzobispado de Granada contra la potencia del Cabildo catedralicio y el Consejo y Regimiento de la ciudad, que insistían con hacerse con la imagen para darle culto en la capilla mayor de la Catedral, ocupada por la Virgen del Rosario.
Así las cosas, cada 1 de enero se celebraba una misa en el altar de la Virgen, y por la tarde tenía lugar la procesión por la calle Real y la Puerta del Mar, hasta la playa.
Rogativas
La efigie de Nuestra Señora del Mar siempre ha estado presente en el pensamiento de los cristianos católicos almerienses. Así, durante más de 500 años, los ciudadanos se han visto en la necesidad de procesionar en repetidas ocasiones a la que hoy es Patrona, al objeto de pedir por distintas rogativas.
La primera petición tuvo lugar el 16 de abril de 1563, por la situación de los cristianos residentes en Orán. A partir de entonces, la imagen de la Virgen del Mar saldría en procesión cada vez que se producía alguna desgracia o para pedir algunos favores.
Haciendo un cómputo del número de salidas extraordinarias, hemos de advertir que por rogar por la lluvia la efigie procesionó setenta y tres ocasiones desde los años 1630 a 1882; por motivos de plagas de langosta, desde 1634 a 1812, unas quince veces; por males de la peste, catorce desde 1676 a 1885; por votos por los terremotos, en veinte ocasiones desde 1550 a 1867; y por otras circunstancias, desde 1563 a 1781, dieciséis veces.
Precisamente serían los continuos terremotos padecidos desde el 11 de marzo de 1803 al 25 de agosto de 1804, las acciones que motivaron la promoción del Patronato de la Virgen del Mar. Así, el pleno municipal celebrado el 16 de febrero de 1805, aprobó una moción acerca de promover a la escultura mariana como Patrona de Almería y de sus arrabales de Huércal de Almería y Viator, siendo firmado el decreto el 20 de mayo de 1806 por el Papa Pío VII.
Seguidamente, y como hemos apuntado anteriormente, el rey Carlos IV concedió el 25 de septiembre del año 1806 una real cédula que regulaba la celebración de la feria, tras la petición del Ayuntamiento.
Coronación canónica
El 8 de abril de 1951 se produjo la coronación canónica de la Virgen del Mar. La misa de pontifical, presidida por el arzobispo de Granada, Balbino Santos, se celebró en la iglesia de Santo Domingo, mientras que el rito de coronación se llevó a cabo en el andén de costas. Fue un evento multitudinario. Por la tarde, tuvo lugar la procesión general con la efigie de la Patrona y el Niño coronados.
Muestra de la importancia de este magno acontecimiento, la hermandad que da culto a la Virgen del Mar conmemoró en 1976 el veinticinco aniversario, con un acto literario y funciones religiosas durante todo el mes de mayo, mientras que en 2001 se festejó el cincuentenario, con salida extraordinaria hasta las cercanías del Puerto.
Fotografía del encabezamiento de Fernando Salas Pineda
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