LA OBRA DE MARIANO BENLLIURE (IV)

Jesús Abades


 

 

CRISTO DE LA AGONÍA (Andújar – Jaén)

El patrimonio escultórico del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza fue destruido durante los disturbios de la Guerra Civil. Con el fin de reponer las esculturas perdidas, Leopoldo López, fundador de una institución llamada Obra Pro-Imágenes en los Frentes de Combate, encarga al escultor valenciano Mariano Benlliure la ejecución de una talla que represente a Cristo vivo y suplicante en el madero (1).

La imagen se halla sujeta a una cruz plana por tres clavos que no son metálicos, sino aplicados de forma figurada en la madera, sobrepuestos sobre pies y manos. El Varón muestra cubiertos la cintura y el pubis con un perizoma de color blanco, ceñido con una áspera soga. Los brazos de disponen rectos, casi paralelos al travesaño de la cruz, en cuyo centro se dispone un círculo dorado, a modo de nimbo, que sirve para exornar la testa de Jesús. La mano izquierda queda abierta en abanico, mientras la derecha se muestra semicerrada, con los dedos flexionados. Ambas se encuentran taladradas por sus palmas.

La anatomía es atlética, sin restar esbeltez a los miembros; con el torso ancho, el vientre ligeramente hundido, y las piernas flexionadas y ligeramente ladeadas hacia el lado izquierdo, con el fin de atenuar la frontalidad de la obra. Los pies se cruzan y se sobrepone el derecho sobre el izquierdo.

La cabeza de Jesús aparece erguida, con la mirada dirigida hacia el Padre mientras pronuncia las palabras finales: “Dios mío, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. A pesar del angustioso momento, Benlliure concibe un rostro sereno y majestuoso, de facciones semíticas, con leve rictus frontal, ojos policromados en la madera, larga nariz y pómulos afilados. La cabellera partida al centro, lisa, con guedejas simétricas y lineales que caen sobre ambos hombros, refleja el peculiar estilo del alicantino.

No es un Crucificado cruento. El autor prescinde de corona de espinas y demás recursos sangrientos que eviten presentar una piel limpia, de pálida policromía, donde las únicas heridas, de las que apenas asoman tímidos regueros de sangre, sean las provocadas por los clavos.

Junto con el malagueño Cristo de la Expiración, con el que guarda notables analogías, es el único Crucificado vivo que realizó Benlliure en su prolífica trayectoria. Recibe culto en una hornacina del lado izquierdo del santuario.

 

 

MONUMENTO A LAS CAPITULACIONES (Granada)

La obra representa el momento en que Isabel la Católica otorga a Cristóbal Colón, el 17 de Abril de 1492, unos documentos conocidos como las Capitulaciones de Santa Fe, a través de los cuales la soberana se compromete a autorizar y financiar la expedición marítima del recién nombrado almirante vitalicio a las Indias.

El monumento, inaugurado en octubre del año 1892 para conmemorar el IV Centenario del Descubrimiento de América, responde a criterios narrativos, de ahí que esté tratado por Benlliure con gran minuciosidad y con una preocupación semejante a las de la pintura de historia (2). Originalmente estuvo situado en el Paseo del Salón hasta que en 1962 pasó a ocupar el eje central de la Plaza Isabel la Católica, en el inicio de la Gran Vía granadina.

Recientemente restaurado, fue labrado por el autor en su taller de Roma, empleando bronce para las figuras, relieves e inscripciones, y piedra para el elevado pedestal sobre el que se asienta. Frente a la servil figura de Colón, que aparece sumiso y prostrado, sobresale la imponente figura de la reina, ataviada con ricas galas y entronizada sobre alfombra y escalas, lo que realza aún más, si cabe, la escultura.

 

 

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (Cádiz)

Tan sugestivo conjunto, labrado en bronce, fue realizado en 1930 con destino a un monumento público que no pudo ser inaugurado por la convulsa situación política de la época. Se trata de una obra de gran estilización donde el artista conjuga a la perfección la raigambre barroca con las modernas tendencias dirigidas a simplificar las formas, resultando una pieza de gran sobriedad y elegancia.

Jesús aparece ante la cruz del sacrificio, de sección plana y cepillada, y flanqueado por dos devotas figuras femeninas en bajorrelieve, semiocultas gracias a severos hábitos de tipo monjil, que se disponen rezando el rosario a sus plantas. El Varón se alza sobre el globo terráqueo, el cual es sostenido por ángeles en actitud orante.

Las maneras escultóricas son similares a las que Mariano Benlliure ofrecería posteriormente en otras versiones sobre el tema, caso de las realizadas para el Reformatorio de Adultos de Alicante o el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, ambas concebidas siguiendo las apariciones de Santa Margarita María Alacoque. La alargada silueta de Jesús, cubierta por liviana túnica que deja el torso y el hombro izquierdo al descubierto, holla con sus pies la bola del mundo, realizada en este caso de forma separada a la efigie. La mano izquierda se apoya sobre el pecho, mostrando al espectador el corazón coronado de espinas sobre el que se dispone la cruz, mientras el brazo derecho se adelanta en señal de bendición.

Subrayando el carácter solemne y hierático de la composición, la cabeza del Varón se mantiene en posición frontal, con la mirada levemente inclinada hacia el fiel. El bello semblante, enmarcado por larga cabellera de lisos mechones, muestra los habituales rasgos semíticos del autor, con ojos almendrados, nariz aguileña, mejillas angulosas y labios jugosos. El bigote es ralo y la barba, corta y redondeada.

El grupo escultórico se halla presidiendo la capilla de la Catedral de Cádiz que lleva su nombre, la cual estuvo dedicada en origen a San Firmo.


BIBLIOGRAFÍA

(1) AYALA SAURA, Juan. Escultura Religiosa de Mariano Benlliure en Escuela de Imaginería, nº 33, Córdoba, Cajasur, 2002, p. 5.

(2) Fuente Digital: http://www.arteespana.com/marianobenlliure.htm 

 

Fotografía del Crucificado de Juan Ayala Saura

 

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