SEBASTIÁN SANTOS, EL IMAGINERO DE LA VIRGEN DEL SOCORRO
Enrique Ruiz Portillo
INTRODUCCIÓN Sebastián Santos Rojas (1895-1977) fue uno de los principales artífices de la imaginería sevillana del siglo XX dentro del grupo de escultores que ven florecer sus carreras artísticas recuperando las devociones perdidas y el patrimonio artístico destruido en 1936. Nace en 1895, en Higuera de la Sierra (Huelva), y desde pequeño le gusta la escultura, modelando magníficas figuritas, aunque no es del agrado de sus padres, que ambicionan un futuro mejor. En 1906 estudia en los Salesianos de la Trinidad (Sevilla), donde existía un importante taller escultórico. A partir de 1918 realiza moldes en las fábricas cerámicas de Montalbán y de Pedro Navia. Esta última fábrica realiza en Alcalá de Guadaira el azulejo de Jesús Nazareno en el Puente, el monumental mosaico desaparecido de la aceitunera de la Avenida de Santa Lucía y la Virgen del Águila del Ambulatorio. Entre 1925 y 1929 Santos trabaja y estudia en la Escuela de Bellas Artes, siendo sus profesores Díaz-Pintado y Sánchez Cid. Continuará así su formación ya que entre 1936 y 1950 lleva a cabo un periodo marcado por la Guerra Civil, con encargos para restituir imágenes o para restaurar obras deterioradas que le permiten el estudio de los grandes maestros Varios autores han considerado a Sebastián Santos como el imaginero de la Madre de Dios. Un alto porcentaje de su producción es de temática mariana, bien gloriosa, bien de dolor. Para la Dolorosa crea un modelo personal, con imágenes expresivas, de óvalo facial acentuado, rostros carnosos y llenos de naturalismo. Pliega el entrecejo para la leve expresión de dolor y suele colocar siete lágrimas simbólicas en recuerdo de los Siete Dolores. Su primera Dolorosa será la Virgen del Socorro de La Palma del Condado que recuerda una obra perdida. En 1938 realiza con libertad creativa y acierto a la Virgen del Refugio, de la Hermandad de San Bernardo, su primera Dolorosa para Sevilla. La primera obra que realiza para la ciudad de Alcalá de Guadaira (Sevilla) es la Inmaculada Concepción de la Sacramental de la Parroquia de San Sebastián, entre 1938 y 1939. Es una talla completa, en madera policromada, estofada, encarnada y dorada, de 1’80 m. de altura cuya composición se basa, siguiendo fotografías conservadas, en la portentosa escultura de Duque Cornejo perdida en el incendio provocado al comienzo de la Guerra Civil en la Parroquia. El autor se ciñe casi en su totalidad al modelo anterior. Una inscripción en la parte trasera de la base de la imagen atestigua que fue encargada y donada por la asociación de exportadores de aceitunas en memoria de su presidente asesinado Agustín Alcalá y Henke. En ella se muestra el puro estilo barroco con paños movidos y carácter ascensional. El manto azul se cruza sobre su seno en señal de virginidad y converge con la parte del manto que cae desde el hombro izquierdo, dejando ver la blancura de la túnica. La imagen mira hacia su derecha dirigiendo sus manos unidas al lado contrario, recordando a la “Cieguecita” de Montañés. Se alza sobre peana de cinco cabezas de querubines con dos ángeles de cuerpo entero sujetando el vestido y cerrando la composición la luna con puntas hacia abajo. Destaca la rica policromía y encarnado, así como el dorado de las vueltas de las mangas y del manto. El estofado de la túnica y manto es magnífico, destacando elementos decorativos barrocos y la orla del manto realizada en relieve cincelado de gran riqueza artística. El rostro, enmarcado por larga melena peinada con raya al centro, es de correcta factura y juveniles facciones, recordando la belleza de la mujer andaluza. Aparece aureolada con doce estrellas, aunque en ocasiones ha portado coronas reales. Los pendientes le aportan femineidad y gracia. |
LA VIRGEN DEL SOCORRO Junto con el retablo de la Inmaculada, una de las pocas obras que se salva del incendio de la Parroquia alcalareña de Santiago en 1936 fue la antigua imagen de la Virgen del Socorro que resultó mutilada y desfigurada. Como recoge el libro de Vicente Romero sobre la historia de la Hermandad, el acta de Cabildos atestigua que entre los restos aparecieron la cabeza y una mano, por lo que se acordó entregar estos restos a Manuel Pineda Calderón para su restauración en octubre de 1936. En febrero de 1937 termina el complejo proceso en el que tuvo que reintegrar madera, policromía, retallar, crear la mano destruida, etcétera. Pero la Hermandad no quedó del todo satisfecha por el cambio sufrido. Aún así, el 27 de marzo es bendecida en el patio del Colegio Salesiano y trasladada en su paso a la Parroquia. Pero en julio de 1938, tras la bendición de la imagen del Cristo titular, se retoma el debate sobre la restauración de la Dolorosa. Se decide su sustitución al haberse perdido la fisonomía que poseía antes de su mutilación. El Cabildo de la Hermandad otorga poderes para crear una nueva imagen a una comisión integrada por Vicente Romero Escacena, Antonio Ruiz Calderón, Fernando Bocanegra Martín y Luis Calvo Araujo. Se piensa en Antonio Illanes, que ya había triunfado con el Nazareno. Pero la imagen presentada por éste a la Hermandad, inspirada directamente en su esposa Isabel Salcedo, no resultó del agrado de la comisión por el excesivo realismo y el deseo de una expresión sagrada acentuada. Sería adquirida meses después por la naciente hermandad sevillana de la Paz, convirtiéndose en su Dolorosa Titular. Tras esto, la comisión elige a Sebastián Santos, sabiendo que sería imposible su estreno en 1939. Durante esa cuaresma se concierta el encargo, al parecer de forma verbal, para entregarla al año siguiente por la gran cantidad de trabajo del escultor. La imagen restaurada presidió los cultos cuaresmales y tras éstos fue trasladada a un lugar aún desconocido fuera de la ciudad para que continuara su culto. El Viernes de Dolores de 1940 fue bendecida la nueva imagen en el altar mayor de la Parroquia y procesionó en la Madrugada del Viernes Santo. La Virgen del Socorro es una imagen de las llamadas de candelero, cuyas partes talladas se reducen a la cabeza, cuello y manos. El resto es un conjunto de madera para soporte de las prendas que insinúan los brazos, el busto, la cintura y caderas con una falda acampanada para la saya. Las partes talladas visibles se realizaron en madera de ciprés, una madera de calidad, de difícil deterioro y que impide especialmente el ataque de xilófagos. Para el candelero, de menor valor escultórico, se utiliza el pino de Flandes, de menor calidad y coste. El costo total de la imagen fue de 2.000 pts. La Dolorosa presenta su cabeza levemente inclinada hacia su izquierda, ojos pintados con mirada baja, cinco lágrimas, boca entreabierta y dientes tallados. Destacan sus enrojecidas mejillas para acentuar su expresión dolorosa. Las manos tienen expresivos dedos finos y largos levemente flexionados. El candelero posee articulaciones en hombros, codos y muñecas, para facilitar la colocación de las prendas y, sobre todo, dotar de mayor expresividad a la Virgen. Junto con la Dolorosa de San Bernardo es una de las obras más personales del artista con características que serán constantes en obras posteriores a partir de ella. Santos Calero ha destacado la suavidad en la contracción del entrecejo, sin pronunciar las líneas ascendentes de las cejas para crear un dolor sereno, simetría en el rostro y exquisito trato de la boca, ojos y nariz, suavizados con una cuidada policromía nacarina, y manos de delicada belleza con policromía más clara. Citemos también entre su obra alcalareña a la Virgen del Buen Libro, una imagen de 65 cms, realizada en terracota en 1940, inspirada en las realizaciones marianas del gótico y renacimiento. Fue regalo personal del escultor agradecido al abogado alcalareño Vicente Romero Escacena, cuya familia la conserva. A partir de 1950 Santos vive una etapa de esplendor marcada por las imágenes sevillanas del Cristo de la Cena y de sus características Dolorosas. Había sido repuesto lo perdido y ya no era necesario imitar. Crea un mundo personal iniciado en la Virgen del Socorro e inspirado en la belleza de su sobrina Juanita. Realiza vírgenes sin encargo previo que quedan en su estudio a la espera de su bendición, como la Vírgenes Titulares de las cofradías sevillanas del Silencio (1950), Cerro (1955), Santa Marta (1958) y Pasión (1966). La desaparecida Virgen de la Oliva, primera imagen titular de la Hermandad alcalareña de la Entrada en Jerusalén, fue una de estas imágenes realizadas sin encargo previo. Había sido realizada en 1965 y tras la muerte del autor aún se conservaba en el taller. Tras difíciles gestiones la imagen fue adquirida a su viuda a principios de 1980. Esta imagen debe unirse al rosario de imágenes realizadas a partir del modelo de su sobrina Juanita que ya hemos citado, guardando mayor semejanza con la Dolorosas del Cerro y de Pasión. Era una imagen de candelero cuya cabeza no poseía inclinación lateral, pero su mirada se dirige levemente hacia la derecha. El óvalo facial aparece muy acentuado hacia la barbilla. Las cejas casi rectas y levemente inclinadas le aportan expresión serena, con boca entreabierta exhalando un leve suspiro y dejando ver los dientes tallados con cinco lágrimas, dos en la mejilla derecha y tres en la izquierda. Las bellísimas manos presentan dedos suavemente flexionados cuyas puntas se hacen especialmente finas. Con buen criterio la Hermandad ha querido recuperar y recordar la fisonomía de aquella imagen primitiva al encargar en 2001 la nueva imagen de la Virgen, ya que su autor, Juan Manuel Miñarro, toma ciertos rasgos de la imagen perdida, no sin el aporte personal del propio artista. A lo largo de su vida como creador Sebastián Santos supo aunar en su obra la anatomía y belleza neoclásicas y la expresividad del Romanticismo. Su obra está marcada por el misticismo y una profunda religiosidad, con una trayectoria personal de constante fe cristiana. Concluiré mostrando, y espero que transmitiendo, mi admiración por este escultor del que conservamos en nuestra ciudad obras tan principales y representativas de su trayectoria artística. |
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA Enrique Ruiz Portillo es Licenciado en Historia del Arte. SANTOS CALERO, Sebastián. Sebastián Santos Rojas, escultor-imaginero. Sevilla, 1995. GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel; RODA PEÑA, José. Imaginería procesional de la Semana Santa de Sevilla. Sevilla, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1992. PALOMERO PÁRAMO, Jesús Miguel. La Semana Santa de Sevilla, paso a paso. Sevilla, ABC, 1993. ILLANES, Antonio. La Virgen de la Paz. De cómo pudo ser Mª. Stma. del Socorro en Alcalá de Guadaíra y sus fiestas. Alcalá de Guadaíra, Ayuntamiento, 1969. S/n. ROMERO GUTIÉRREZ, Vicente. La Hermandad de Jesús Nazareno desde 1936 hasta 1964 en Revista Pasión y Gloria nº 10. Alcalá de Guadaíra, Consejo Local de Hermandades, 2003. Pág. 73-111. |
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