CORDERO PASCUAL

En la parte frontal, en el centro del trono malagueño del Cristo de la Redención, se alberga, de forma sagrada, un tabernáculo, lo que hace, a su vez, el sitio más importante del conjunto.

El símbolo de Jesucristo como el Hijo de Dios sacrificado por los pecados de la humanidad, ya prefigurado desde el Antiguo Testamento por los profetas, las sibilas y el propio Moisés, que cierra en la institución de la Pascua los hebreos, quienes señalaban sus puertas con la sangre de los corderos sacrificados como les ordenó el Altísimo: "... y a medianoche el Señor hiere a todos los primogénitos del país de Egipto, incluido el hijo del faraón, salvo a los hijos de los hebreos, cuyas puertas están marcadas con sangre" (Ex, 12).

El Cordero aparece en posición diagonal al libro que lo soporta, en actitud de dirigirse hacia los espectadores, degollado y dando la sangre que se vierte en el cáliz. Sobre su pata derecha figura la bandera de la Resurrección, simbolizando así el triunfo sobre la muerte.

El Cordero tiene como base el Libro de los Siete Sellos, objeto que nos lleva directamente a entender qué es y qué fue la visión principal de San Juan Evangelista en sus Revelaciones.

MOISÉS CON EL DECÁLOGO

La figura de Moisés como alegoría centralizada en altorrelieve, sentada, presidiendo con las Tablas de la Ley el primer pacto de Dios con el mundo. Moisés la muestra a la humanidad.

La figura del profeta está representada siguiendo el canon iconográfico tras bajar del Monte Sinaí. Dios le hizo entrega de la primera Alianza y, por lo tanto, incluyendo el símbolo por antonomasia hebreo: el candelabro de los siete brazos, atribuyéndosele la luz divina del Todopoderoso al "menorah", arbusto que crece en Israel. Tiene siete ramos y se halla identificada con la zarza ardiendo que no se consume y, a su vez, con las siete virtudes de Yahvé.

La simbología del candelabro, el sitio donde se ubica, entronca directamente junto a las Tablas de la Ley con el Arca de la Alianza, objeto que le dictó Dios a Moisés para transportar las Sagradas Escrituras. Con el fin de llevar dicha arca se construyó un tabernáculo, que sería el transporte del mismo hasta que llegara a la tierra prometida, en la que se construiría un templo donde albergarla. De esta manera, aparecen de forma curvada, siguiendo el formato exterior del tondo, los dos ángeles en mediorrelieve que custodiaban el arca.

ANUNCIACIÓN

Esta escena aparece ambientada en una habitación en bajorrelieve inspirada en los textos apócrifos del Protoevangelio de Santiago (c. 11, 1-3). La Virgen en altorrelieve se encuentra en labores de costura, símbolo de laboriosidad y de tradición. Ella aparece junto a la puerta de la casa, símbolo de las puertas del cielo. María ha salido a buscar agua al pozo. Una jarra se halla a su izquierda, atributo que se prepara para ser "recipiente" de Jesús. Sobre la mesa, las azucenas, sinónimo de pureza en su concepción.

En ella se componen dos figuras dispuestas en forma consecuente con el círculo en que se inscriben. María está semiarrodillada en un gesto de admiración y de entrega en su fe en el Señor. El conjunto es rematado por el Espíritu Santo en forma de paloma.

El arcángel Gabriel, en altorrelieve, portando su signo de mensajero, con pose ingrávida, se dirige a la Virgen señalándole el vientre: "En aquel tiempo fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret. Y entrando en el sitio donde se encontraba María, le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús" (Lc, 1).

EPIFANÍA

Escena calificada en su globalidad de altorrelieve, compuesta por seis figuras. La escena se halla centralizada en el Niño Jesús dispuesto sobre el regazo de María, su Madre, conjugada de tal forma que se rige por una composición circular en su totalidad.

De ella van apareciendo, en distintos niveles, en horizontalidad y profundidad, los tres Reyes Magos y el patriarca San José en mediorrelieve. Los Reyes, como ya sabemos desde el Evangelio armenio de la infancia de Jesús, representan los pueblos de Europa, Asia y África, que van en orden de edad saludando al Divino Redentor, aludiendo de esta manera a las Tres Edades del Hombre (ver enlace inferior). Jesucristo para todas las generaciones y para toda la humanidad.

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos Magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle." Entraron en la casa; vieron al niño con María, su madre, y postrándose, le adoraron. Abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra" (Mt, 2).

PENTECOSTÉS

Escena con gran riqueza de matices. Compacto en su composición, dejando espacio de aire en la parte superior, que remata el Espíritu Santo emanando los rayos, recordándonos de esta manera las lenguas de fuego que se posaron en cada uno de los que estaban presentes.

"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras" (Hechos de los Apóstoles c. 2).

Esta escena, en la que aparecen todos los apóstoles, está presidida por la Virgen y a su lado San Pedro, uno de los principales precursores del Evangelio. Se van graduando en altura hasta conseguir el bajorrelieve con gestos diferentes, de sumisión, sorpresa, atención... Es la última herencia que deja Jesús posterior a su Resurrección.