ET IN ARCADIA EGO (Y III)
ECOS DE LA SEMANA SANTA ANDALUZA EN LA POESÍA
DEL SIGLO XX (UNA APROXIMACIÓN)

Salvador Marín Hueso


 

Antonio Machado es el poeta de la reflexión, de la idea, con desconfianza hacia el alarde. En palabras de Manuel Alvar “la retórica no tiene mucha cabida en él”, lo que provoca un repudio “hacia la metáfora y hostilidad hacia el barroco, porque la metáfora está en contra de la poesía directa y sencilla, desnuda y humana de la que Machado gustó(39). Su espiritualidad y su poética aspiran a la mayor sobriedad y austeridad posibles.

Frente a la fiesta desbordada, es la suya una espiritualidad de la contención. Se trata de la misma actitud crítica que, años después, repetirán muchos movimientos cristianos, al encontrar discordante la lógica cofrade con el impulso renovador del Concilio Vaticano II. Recuérdense momentos álgidos de este choque, como el pregón de la Semana Santa de Málaga del año 1976, en que el obispo Ramón Buxarrais invitara a los cofrades a la venta “de todo aquello que no fuera estrictamente necesario” para atender proyectos de acción social (40). No deja de ser paradójico, pues, a la vista de lo expuesto, que en los últimos años se haya generalizado, por toda Andalucía, la adaptación musical del poema machadiano, debida al cantautor catalán Joan Manuel Serrat, como marcha procesional.

Poeta de palabra “a ras de tierra”, Machado es valorado como el gran padre de la poesía “lógica” española del XX: su legado alcanzará su momento cumbre durante los años cincuenta y sesenta, cuando la poesía realista y social domine el panorama lírico nacional, con su voluntad de una lengua literaria “sencilla” y su huida del goce formal en favor del compromiso socio-político, muy cerca del realismo socialista, y su percepción de las “complicaciones” estéticas como interesadas costras, ocultadoras de estructuras socio-económicas alienantes.

Con todo, un autor de tan arraigado compromiso marxista como el gaditano Rafael Alberti manifestará su conexión con el barroco popular pasionista en sus Coplas de Juan Panadero; eso sí, tejiendo una singular trabazón entre su imaginario político y el cofrade en estrofas como éstas:

 

Déjame esta madrugada
lavar tu llanto en mi pena,
Virgen de la Macarena,
llamándote camarada.

Oh, Virgen de la Esperanza,
novia de los marineros,
yo sé que nada se alcanza
sin el campo y los obreros.
Antes de entrar en Triana,
quiero que mires el sol
que ya sube en la mañana"
(41)

 

Durante el período de dominio de “la poesía sencilla”, existieron, con todo, distintas alternativas, como la desarrollada por los poetas cordobeses agrupados en torno a la revista Cántico (años 40 y 50), rescatados a nivel nacional, en los años 70, por autores y críticos opuestos a la línea social, como Guillermo Carnero. Es el suyo un excepcional trabajo de depuración de aquellas primigenias inquietudes modernistas, previamente filtradas por los logros de los poetas de la Generación del 27. En él destaca, entre otros elementos, la importancia de lo religioso como patria para el amor y el aprendizaje de los sentidos y la conciencia.

 

“Y en Abril, cuando Córdoba huele a Semana Santa,
los altares cubiertos de flores redoblaron
nuestro amor y en la sombra violeta de los templos
juramos sernos fieles para toda la vida,
igual que aquellas aves que vimos una tarde
volar solas las dos por el aire suave
. (Canta Ricardo Molina)(42)

 

El poeta cordobés Pablo García Baena explicita esta influencia: “pienso que uno de mis maestros ha sido la Iglesia Católica, la liturgia. Desde pequeño he asistido a los actos normales en una ciudad de provincias: procesiones, oficios de Semana Santa... todo aquel boato que entraba por los sentidos, e indudablemente poseía una alta espiritualidad, desde niño hizo en mí una mella tremenda” (43).

Poeta de lenguaje exquisito y -como se ha señalado recientemente- de esteticismo como rebeldía (44), García Baena nos permite acceder en su poesía a la delicada evocación de la Cuaresma, al recuerdo infantil de la Oración del Huerto parándose en el balcón... Al paralelismo entre el supremo sacrificio de amor del Gógolta y el cotidiano de los amantes en “Viernes Santo”. Escogemos como muestra de estas inquietudes su soneto a Jesús Nazareno de Puente Genil, El Terrible, dedicado al cantaor Antonio Fernández, Fosforito, natural de dicha localidad cordobesa:

 

Niega el alba la perla y las violetas
tu salida esperando, Sol sangriento,
y a tu lumbre real, primer aliento,
lirios de oro erige en las trompetas.

Cetro mortal, entre tus manos quietas,
el Árbol solio de tu sufrimiento
y un látigo de gules en el viento
borda tu espalda en púrpuras secretas.

Hastarios y el pontífice judío,
lábaros del Imperio y la serpiente
en cáliz de sibila plata oscura,
rinden a tu abandono y a tu frío,
a tu cansada majestad doliente,
cruenta monarquía de amargura”
(45)

 

Refinamiento: inusuales vocablos como “hastario” o “ lábaro” (46); como en Rueda, Cristo-Sol. Cristo elevado a rey por el martirio (cetro mortal es la Cruz), al que saludan al tiempo el látigo y la trompeta (47): rendida exaltación de enfrentadas sensaciones.

Cercana a la alternativa de Cántico fue la ofrecida por la revista malagueña Caracola. En ella, comenzó a publicar una poetisa llamada a ocupar un puesto singular en las letras en lengua española: María Victoria Atencia, nombrada pregonera de la Semana Santa de Málaga del año 1985. Poeta de agua clara, de perseverancia en la luz aun desde lo más hondo de la herida. Su equilibrio en el delirio de lo real concuerda con el desgarro sosegado de María tras la consumación del sacrificio:

 

Tuve otra vez tu peso en mi regazo,
sin poder alentar.
La majestad del mundo, el tiempo detenido
que me trajo el mandato del arcángel
truécase en duelo y su espesor me ahoga:
la desposada con la pena soy.
Deja que esta agua que de mí desborda
lustre tu rostro, tus pestañas suelte,
pues no arrebata al mundo
la gloria cierta de la primavera
que en un livor de lirios resuelve los ribazos.
Váyame sola yo, teñida de igual púrpura,
dolor crecido sobre una tierra yerma(48)

 

Como se recordará, al comienzo de nuestro trabajo señalábamos la concordancia con las grandes inquietudes de la poesía universal como uno de los filtros de autores y textos a atender en nuestro estudio (siempre, claro, desde nuestra discutible perspectiva). Qué duda cabe, en ese sentido, que un centro de preocupación medular para los grandes poetas, de todas las épocas, es el vértigo frente al paso del tiempo.

Una de las actitudes ante el mismo, singulares de la poesía contemporánea, va a ser la toma de conciencia de la realidad del tiempo como susceptible de formalización convencional y, por tanto, variable. Como bien expresa la antropóloga Linda Lasky, citando a Norbert Elías: “en el centro de la discusión filosófica sobre la naturaleza del tiempo se han definido dos posturas: por un lado, el tiempo es un hecho objetivo de la creación natural (... ) En el campo contrario, domina la visión del tiempo como una manera de contemplar los eventos; manera que se basa en la forma de observar y percibir del hombre. El hombre como centro y, en consecuencia, como condición de la experiencia” (49). Planteamiento este último poetizado por el argentino Jorge Luis Borges de la manera que sigue:

 

El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río, es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre, es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego” (50)

 

Mediante la búsqueda de llaves a la prisión del tiempo, se participa, a la postre, en uno de los impulsos decisivos de la labor poética contemporánea: la voluntad de superación de todos los límites constreñidores de experiencia y conciencia. Escribe el onubense Juan Ramón Jiménez:

 

“Procurad que delante de vuestros anhelos y de vuestras esperanzas se dilate siempre el infinito. No queráis nunca llegar a los límites, porque desde los límites ya sólo se puede regresar”

 

Rainer Maria Rilke (1875-1926) es, sin lugar a dudas, uno de los grandes padres de la lírica europea contemporánea. Sintetizar en unos breves renglones su cosmovisión creadora sería una tarea titánica: destacaremos únicamente la persistencia en él de la voluntad de disolución en el todo, superando las mutilaciones que la limitada perspectiva humana ejecuta en lo real. Superando, en efecto, la conciencia convencional del tiempo, en favor de la asunción de la eternidad oculta tras el misterio de las mutaciones. Un ser privilegiado está cercano a esa aspiración trascendente: el niño. Así lo canta Rilke en su “Elegía cuarta de Duino”:

 

¡Ay, horas de la niñez, cuando detrás de las figuras había algo más que un pasado tan sólo, y el futuro ante nosotros no existía ! Cierto, nosotros crecíamos y a veces teníamos la urgencia de llegar pronto a ser mayores, en parte por amor a quienes ya no tenían nada, sino el hecho de serlo. Y, sin embargo, en nuestro solitario caminar, sentíamos el goce de lo duradero y nos quedábamos ahí, en el intervalo entre mundo y juguete, en un lugar que desde los comienzos se fundó para el puro acontecer(52)

 

Hay una fiesta que suspende el tiempo, que ofrece al poeta el recuerdo de los días de la niñez, en los que aún no se había descubierto la muerte y la realidad estaba por estrenar. Días insólitos, repletos de dones para los sentidos recién despiertos. Rememorar esa fiesta, desde la lejanía, impregna de gozo y desgarro a la vez, y provoca el ingreso en una noción alternativa del devenir. Como en Rilke, la voz del poeta cobra tono de elegía:

 

Duele el incienso, duéleme en el alma
la lenta cera ardida, oigo el ruido
de los pies que sisean bajo el paso
en el silencio de la madrugada
como llamando, ¿a quién ?,
como llamándome

 

Ello lo canta Rafael Montesinos en su soberbio poema “Madrugada del destierro”, concluido con la constatación de la irrevocable pertenencia a la niñez, patria espiritual que acerca a la eternidad:

 

Donde nací una vez, moriré siempre" (53)

 

Se acerca a su fin esta comunicación, aproximación a un campo necesitado de una investigación más ambiciosa. Esperamos, no obstante, que haya ayudado a constatar la considerable riqueza de la relación existente entre destacados poetas y la Semana Santa andaluza, vivificada por aquéllos mediante la permanente renovación de su discurso (labor, por desgracia, con frecuencia desatendida, e incluso relegada en favor de códigos estereotipados).

No queremos que sea nuestra voz la que culmine este trabajo. Cedemos la palabra al poeta que le ha otorgado su título y que, mediante la evocación de los días santos de su ciudad, lejana en distancia y tiempo, encontró bálsamo para la herida del exilio y puerta abierta hacia el tiempo sin tiempo, hacia la dicha, hacia la Arcadia. Luis Cernuda: “Luna llena en Semana Santa”:

 

Denso, suave, el aire
Orea tantas callejas,
Plazuelas, cuya alma
Es la flor del naranjo.

Resuenan cerca, lejos,
Clarines masculinos
Aquí, allí la flauta
Y oboe femeninos.

Mágica por el cielo
La luna fulge, llena
Luna de parasceve.
Azahar, luna, música,

Entrelazados, bañan
La ciudad toda. Y breve
Tu mente la contiene
En sí, como una mano

Amorosa. ¿ Nostalgias ?
No. Lo que así recreas
Es el tiempo sin tiempo
Del niño, los instintos

Aprendiendo la vida
Dichosamente, como
La planta nueva aprende
En suelo amigo. Eco

Que, a la doble distancia,
Generoso hoy te vuelve,
En leyenda, a tu origen.
ET IN ARCADIA EGO" (54)


BIBLIOGRAFÍA

(39) ALVAR, Manuel, en MACHADO, Antonio. Poesías completas, Madrid, Espasa-Calpe, 2001, p. 30.

(40) Para esta problemática, entre otras muchas fuentes, puede acudirse a MORENO NAVARRO, Isidoro. “Críticas, descalificaciones y apropiación de la Semana Santa de Sevilla desde la ortodoxia”, en La Semana Santa de Sevilla: conformación, mixtificación y significaciones, Sevilla, Biblioteca de Temas Sevillanos, 1999, pp. 45-48, o CARRERA, Dolores y CASTELLANOS, Jesús. “La época de Franco (1937-1975)”, en MATEO AVILÉS, Elías de (coordinación), La Semana Santa malagueña a través de su historia, Málaga, Arguval, 1987, pp. 232-288.

(41) ALBERTI, Rafael. Coplas de Juan Panadero (1979), recogidas en REQUEJO CONDE, op.cit., pp. 129-131.

(42) MOLINA, Ricardo. “Elegía sexta”, en Elegías de Sandua, Córdoba, Cántico, 1948, p. 14.

(43) GARCÍA BAENA, Pablo, en declaraciones a Antonio Jiménez Millán, dentro de JIMÉNEZ TORÉ, María José. Homenaje a Cántico, Málaga, Universidad, Colección Thema, 2001, p. 86.

(44) GARCÍA GALÁN, María Teresa. Esteticismo como rebeldía. La poética de Pablo García Baena, Sevilla, 2003.

(45) GARCÍA BAENA, Pablo. Almoneda, 12 sonetos viejos de ocasión, dentro de Poesía completa (1940-1997), introducción de Luis Antonio de Villena, Madrid, Visor, 1998, p. 216.

(46) Lábaro: `estandarte romano´. En cuanto a hastario, debo el adecuado conocimiento de su significado a Rafael León: “se conoce con ese nombre a los soldados romanos que desfilan con una lanza (hasta en latín) en las cofradías de ciertos pueblos, como Puente Genil”.

(47) Mucho se ha reflexionado en la cultura europea sobre esta paradoja: véase al respecto la teoría hegeliana del “Viernes Santo dialéctico” o las reflexiones de Nietzsche sobre el poderío de la cruz en La genealogía de la moral.

(48) ATENCIA, María Victoria. “Soledad”, en La Intrusa, Sevilla, Renacimiento, 1992.

(49) ELÍAS, Norbert, Sobre el tiempo, obra citada por LASKY, Linda. La noción del tiempo, Ciudad de México, 2002, p. 21. Para una crítica a la percepción del progreso lineal como forma única de devenir, véase SAVATER, Fernando. “La revocación de la historia”, en Perdonadme, ortodoxos, Madrid, 1986, pp 71-94.

(50) Citado por LASKY, Linda. op. cit.

(51) JIMÉNEZ, Juan Ramón, citado por BLASCO, Javier, en su edición de la Segunda antolojía poética (1898-1918) del poeta, Madrid, Espasa Calpe, 1998, p. 417.

(52) RILKE, Rainer Maria. Elegías de Duino, Madrid, 1999, pp. 50-51.

(53) MONTESINOS, Rafael. “Madrugada del destierro”, del poemario De la niebla y sus nombres (1985), recogido en la antología La lenta cera ardida, Córdoba, 2002, pp. 13-14. Dentro de esta colección se han realizado algunos de los mejores esfuerzos de rescate de textos poéticos de primera calidad, evocadores de la Semana Santa andaluza (ver bibliografía). Respecto a la obra de Montesinos en relación con la Semana Santa, véase ROBLAS CARIDE, Rafael. “La Semana Santa en la obra de Rafael Montesinos”, en Boletín de las cofradías de Sevilla, números 474 y 475, Sevilla, Consejo General de Hermandades y Cofradías, agosto-septiembre 1998.

(54) CERNUDA, Luis, “Luna llena en Semana Santa”, del poemario Desolación de la quimera (1962), atendido en su publicación junto a Las nubes (1937-1940), edición de Luis Antonio de Villena, Madrid, 1991, pp. 196-197. Señalar que “Et in Arcadia ego” es un epitafio latino clásico (“Y yo en la Arcadia”). Resulta digna de comentar la adscripción preponderante de las obras de Montesinos y Cernuda en la “línea lógica”, aceptadora del tiempo histórico como ámbito para la voz poética: la Semana Santa les hace romper tal dinámica.


PUBLICACIONES RECOMENDADAS

ARCHIVO F.X. Y GARCÍA ROMERO, Pedro. SACER. Fugas sobre lo sagrado y la vanguardia en Sevilla, Sevilla, Universidad Internacional de Andalucía, 2004.

ATENCIA, María Victoria. La Señal, Málaga, Ayuntamiento, 1990.

CERNUDA, Luis. Las Nubes; Desolación de la Quimera, edición de Luis Antonio de Villena, Madrid, 1991.

CHIAMPI, Irlemar. Barroco y Modernidad, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2000.

CRUZ GIRÁLDEZ, Miguel. “Las visiones literarias”, en Sevilla Penitente, tomo I, Sevilla, 1995, pp. 303-343.

GARCÍA BAENA, Pablo. Poesía completa (1940-1997), prólogo de Luis Antonio de Villena, Madrid, Visor, 1998.

GARCÍA LORCA, Federico, Obras completas (4 tomos), edición de Miguel García-Posada, Barcelona, Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores, 1996.

GARRIDO MORAGA, Antonio M.,

“Ruptura del modelo Barroco en un soneto de Salvador Rueda, dedicado al Cristo de Mena”, en Actas delSimposio Nacional “ Pedro de Mena y su época”, Málaga, Junta de Andalucía, 1990, pp. 577-585.

“Literatura y Semana Santa”, en Vida cofrade y entorno de las cofradías malagueñas, Málaga, Arguval, 1989.

“Literatura y Semana Santa: un soneto de Alfonso Canales a la Virgen de la Esperanza”, en La Saeta, nº 17, Málaga, Agrupación de Cofradías de Semana Santa, 1993.

GIRONDO, Oliverio.Veinte poemas para ser leídos en el tranvía; Calcomanías; Otros poemas, edición de Trinidad Barrera, Madrid, Visor, 2001.

GÓMEZ LARA, Manuel J. y RODRÍGUEZ MATEOS, (coordinación), Fiesta y Cultura: la Semana Santa de Andalucía, nº 23 de Demófilo. Revista de Cultura Tradicional de Andalucía, Sevilla, Fundación Machado, 1997. A destacar, por la temática tratada, el artículo de ZOIDO, Antonio, “ Modernismo, surrealismo y ultraísmo en la Semana Santa de Sevilla”, pp. 215-229.

MACHADO, Antonio. Poesías completas, edición de Manuel Alvar, Madrid, 2001.

MIRÓ, Gabriel. Figuras de la Pasión del Señor, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973.

MIRANDA, Luis (antología y prólogo), La lenta cera ardida, Córdoba, Cajasur, Los Cuadernos de Sandua, 2002.

NÚÑEZ DE HERRERA, Antonio. Semana Santa: teoría y realidad, Sevilla, Grupo Andaluz de Ediciones, 1981.

PÉREZ ESTRADA, Rafael. Oratorio para una cripta del olvido en el Sur (Elegía barroca y malagueña), en Antología (1968-1988), estudio y edición de Antonio M. Garrido Moraga, Málaga, 1989.

PINEDA NOVO, Daniel. La Semana Santa de Sevilla en la generación del 27, Sevila, Ayuntamiento, 2002.

ORTEGA Y GASSET, José. La deshumanización del arte (y otros ensayos de estética), prólogo de Valeriano Bozal, Madrid, Espasa Calpe, Colección Austral, 2003 (X edición).

REQUEJO CONDE, María Rosa. La Semana Santa sevillana en la Literatura de los siglos XIX y XX, Sevilla, Biblioteca Guadalquivir, 1999.

ROBLAS CARIDE, Rafael, “La Semana Santa en la obra de Rafael Montesinos”, en Boletín de las cofradías de Sevilla, números 474 y 475, Sevilla, Consejo General de Hermandades y Cofradías, agosto-septiembre 1998.

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Antonio. Ante nueve poetas de Córdoba , Córdoba, Cajasur, 1988.

RILKE, Rainer Maria. Elegías de Duino, edición y traducción de Jenaro Talens, Madrid, Hiperión, 1999.

RUEDA, Salvador.Obras Completas, Málaga, Arguval, 1989.

SÁNCHEZ DEL ARCO, Manuel.Cruz-guía. Exégesis profana de la Semana Santa de Sevilla, Sevilla, Ediciones Espuela de Plata, Colección Cruz de Guía, 2003.

VARO PINEDA, Antonio (antología y prólogo). Triduo Sacro, Córdoba, Cajasur, Los Cuadernos de Sandua, 2001.

ZOIDO, Antonio. Saetas de versos laicos , Sevilla, Signatura Ediciones, 2004.

 

 

Nota de La Hornacina: Salvador Marín Hueso es Licenciado
en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid.

 

Anterior Entrega en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com