LA BASÍLICA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

ARQUITECTURA

El origen del edificio se encuentra en la leyenda que narra la venida de la Virgen a Zaragoza con el fin de animar al Apóstol Santiago en sus predicaciones. Según el piadoso relato, María habría partido desde Jerusalén en el año 40 y se habría traído consigo un pilar para ser colocado en el primer templo cristiano erigido en su nombre, ubicado a orillas del río Ebro, en el emplazamiento donde se erige la actual basílica.

Los datos más antiguos a través de los cuales se tiene constancia de la existencia de un templo en dicho lugar se remontan al Siglo XVIII y hablan de una modesta construcción fabricada con adobe que fue demolida en 1118 por orden de Alfonso I para levantar una iglesia de estilo románico, tras la reconquista y el fin de la dominación musulmana en la ciudad. De dicho templo, sólo se conserva el crismón que, desde el Siglo XVIII, se halla colocado en la fachada principal de la basílica.

La pérdida del templo románico dio paso a la construcción de un nuevo edificio de líneas góticas, acorde con la moda del momento. De esta iglesia subsisten el retablo mayor y la sillería del coro, tras haber sido derribada en el Siglo XVI con el fin de construir un espacio de mayor amplitud.

La basílica actual se inauguró en 1718 y reemplazó a la iglesia del Quinientos mencionada anteriormente. Su autoría es compartida entre Felipe Sánchez y Francisco de Herrera El Mozo, arquitecto real de Felipe II. Las obras del conjunto se prolongarían hasta finales del segundo tercio del Siglo XX, siendo las últimas actuaciones la construcción de las torres que dan al Ebro (1940) y la colocación, no exenta de polémica, de un relieve correspondiente al expresionismo moderno en la fachada principal de la basílica (1969).

 

 

BIENES MUEBLES

Capilla y escultura de la Virgen del Pilar: La capilla se halla concebida como un templo dentro de otro, con lo que se solventó el problema que suponía no poder mover la columna de sitio. Se trata de una de las obras mayores de Ventura Rodríguez (1717-1785), el gran arquitecto español de la segunda mitad del siglo XVIII que, además, proyectó el Coreto y la fachada oriental de la basílica. Diseñada la capilla en 1750, los trabajos de construcción comenzaron en el año 1754 y se prolongaron hasta 1765. En ellos intervinieron prestigiosos escultores, marmolistas, estuquistas y pintores para dar forma al colosal tabernáculo-baldaquino, inspirado en el barroco piamontés y en Borromini, que da cobijo al Santo Pilar y a la diminuta imagen de la Virgen (38 cm), obra labrada en madera de cedro policromada cuya ejecución se atribuye al escultor Juan de la Huerta (1435). Al hallarse ambas reliquias a la izquierda de la capilla y para evitar pérdidas de protagonismo, Rámirez de Arellano labró dos grupos escultóricos (Santiago y los Venideros y La Venida de la Virgen) dispuestos mirando hacia ellos.

Retablo mayor: Paradigma del retablo renacentista español, su ejecución corresponde al valenciano Damià Forment (1509), quien lo labró en alabastro y se procuró, por expresa disposición del encargo, que tuviera mayor esplendor que el retablo de La Seo.

Sillería del coro: Como hemos apuntado anteriormente, se realizó para el edificio gótico. Fue labrada en estilo renacentista por Nicolás Lobato, el francés Esteban de Obray y Juan de Moreto entre 1544 y 1546, empleando madera de roble. Llama la atención su curiosa composición, que alterna escenas de la Biblia con temas mitológicos inspirados en la tradición romana.

Frescos de Francisco de Goya: Para muchos, se trata de lo más valioso que ofrece el templo y, durante mucho tiempo, fueron considerados por parte de la crítica especializada lo único sobresaliente de un conjunto, en su opinión, no demasiado afortunado. Los trabajos de Goya se iniciaron en 1772, al pintar La Adoración al Dulce Nombre de Jesús en la bóveda del Coreto. El Cabildo, inexplicablemente, no siguió contratándole para decorar más bóvedas y hay que esperar hasta 1780 para ver nuevos trabajos del genial pintor a petición de su cuñado Francisco Bayeu, director de las obras pictóricas por aquellas fechas. Sin embargo, el rechazo que provocó su Regina Martyrum (Reina de los Mártires), una pintura de cúpula magistral y adelantada a su tiempo, motivó el final de la colaboración.

Tesoro: Aunque parte del mismo fue subastado en 1870 para cubrir los gastos que ocasionaban las interminables obras del templo, todavía se conservan un buen número de piezas y joyas de incalculable valor, donadas por reyes y nobles al Cabildo.

Sacristía de la Virgen: No confundir con la Sacristía Mayor del templo. En ella se guarda la llamativa colección de mantos de la Virgen del Pilar.

Reja renacentista: Labrada en bronce y madera, con un remate que alberga un templete con la Virgen del Pilar. Su autor fue Juan Tomás Celma (1573) y su destino original fue el altar mayor para servir de protección al retablo. En 1940, fue trasladada a su actual emplazamiento, junto al órgano.

 


 

 

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