REMBRANDT EN SU IV CENTENARIO (III)
Jesús Abades y Sergio Cabaco
Concluimos nuestra tríada de artículos dedicados a Rembrandt con otro de sus magistrales retratos colectivos, en este caso perteneciente al primer periodo del artista. Conservado en el Mauritshuis de La Haya, el óleo sobre lienzo titulado La lección de anatomía (1632) fue encargado por el profesor Nicolaes Tulp, deseoso de verse inmortalizado impartiendo una clase a sus alumnos. El precoz talento de Rembrandt hizo que, muy joven aún, gozara de gran prestigio y abriera taller propio en Leiden, su localidad natal. La lección de anatomía supone por tanto una de las primeras muestras de la evolución del maestro -que por entonces tenía tan solo 26 años de edad-, hacia su personal estilo artístico, frente a los temas religiosos que abundaron especialmente durante su primera etapa, más convencionales pese a que, en muchos casos, la paleta de Rembrandt los convirtió en irrepetibles. Junto a la eterna preocupacion claroscurista, la penetración psicológica de los retratados, la armonía del conjunto y los efectos lumínicos que casi parecen otorgar relieve a la masa inerte del fallecido, se da en esta pieza capital una sugestiva composición de los personajes que hace que figuren apiñados, casi diríamos que amontonados encima del cadáver, lo que obedece al deseo de reflejar el afán de búsqueda y sabiduría que el mismo Rembrandt experimentaba al pintar sus obras. Pese a la atención que demuestran la mayoría de los discípulos hacia las enseñanzas de su maestro, el pintor no puede evitar que dos de los alumnos dirijan su mirada hacia el espectador, que como siempre se siente escudriñado ante un observador pintado por Rembrandt. Uno de ellos porta un libro, elemento que, al igual que en Los síndicos de los pañeros, simboliza la sabiduría transmitida de generación en generación. El cuadro mide 170 cm de alto por 217 de ancho. Cuentan que Rembrandt estudió los cuerpos de quienes habían sido ajusticiados con la pena capital para transmitir el mayor verismo anatómico posible, similar al realismo de las expresiones de los alumnos, llenas de curiosidad, cuando el profesor Tulp levanta con las pinzas músculos y tendones del brazo diseccionado con el fin de revelarles los secretos del organismo humano. |
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