TEMPLO ROMANO

Con información de José Luis Jiménez Salvador y Francisco Peña

 

Con el fin de contribuir a que Córdoba sea Capital de la Cultura en el año 2016, se realiza este especial formado por 20 entregas en el que haremos un repaso por el rico patrimonio de la ciudad andaluza. Los mejores historiadores e investigadores sobre la ciudad, junto con nuestras modestas aportaciones, darán forma a un interesante recorrido que podrán consultar a través del banner correspondiente en la página principal de contenidos. Al mismo tiempo, tendrán un enlace de cada entrega en la sección Atajos, donde quedará definitivamente inserto una vez concluido.

 

 

Dentro del panorama que en la actualidad ofrecen los vestigios pertenecientes a la ciudad romana de Corduba, los identificados con un gran templo marmóreo situado en la confluencia de las actuales calles de Claudio Marcelo y Capitulares, constituyen hasta el momento el exponente más destacado de lo que en su día fue capital de la provincia Baetica. Las primeras noticias sobre este edificio se remontan a 1576, cuando la zona fue destinada para albergar el nuevo Ayuntamiento. Desde el inicio de las obras de construcción de la Casa Consistorial en 1594, los hallazgos debieron sucederse con notable frecuencia a juzgar por los testimonios conservados.

A pesar de la entidad de estos vestigios, ya puesta de manifiesto en las postrimerías del siglo XVI, lo cierto es que hasta los años 50 del siglo XX no fueron objeto de una investigación arqueológica en toda regla. En líneas generales, los trabajos afectaron al sistema de gruesos contrafuertes dispuestos a modo de abanico con la finalidad de contener los rellenos sobre los que asentaba la cimentación del templo, así como al altar dispuesto delante de la escalera del templo y a la pronaos del edificio religioso. A la luz de los datos obtenidos y, dado su notable parecido con la Maison Carrée de la ciudad francesa de Nîmes, Félix Hernández abordó la reconstrucción de las estructuras descubiertas, realizando la anastilosis completa de las columnas de la pronaos, así como de la primera columna del lado norte de la celia. Gracias a los restos conservados de la escalera del edificio, así como del altar y del pavimento original del espacio dispuesto delante del templo, Hernández pudo calcular con bastante aproximación la cota de la que arrancarían las basas de las columnas. La restitución de las columnas se materializó con elementos de nueva construcción, utilizándose tan sólo tres capiteles originales. Para la fabricación de los elementos nuevos se empleó un núcleo central de hormigón armado, mientras que las partes exteriores, como la decoración de las basas, fustes y capiteles corintios fueron realizadas con ayuda de moldes.

Por lo que se refiere a los vestigios pertenecientes a la decoración arquitectónica del templo, una parte se depositó en el Museo Arqueológico de Córdoba, mientras que la mayor proporción de ellos permanece dispersa por los aledaños del solar ocupado por el edificio. A ellos debe añadirse la serie de restos repartidos entre diversos edificios y jardines públicos de la ciudad, procedentes, principalmente, de hallazgos anteriores a las excavaciones de los 50. En 1985 se reanudan las excavaciones, y en la campaña de 1987 se descubre que esta construcción religiosa se erigía extramuros. Se conserva la planta completa de la cimentación del templo, con unas medidas de 32 m de longitud por 16 m de anchura y 7'08 m de profundidad máxima, a los que debe añadirse unos 3'5 m correspondientes a la altura del podium. Los restos conservados de la cimentación permiten identificar con total seguridad cada uno de los elementos básicos que definen la estructura de un templo romano, es decir, la escalera de acceso situada en la fachada principal, la pronaos y la celia. Por otra parte, gracias a los hallazgos pertenecientes a la decoración arquitectónica, no deja lugar a dudas que se trataba de un templo pseudoperíptero.

El conjunto comenzó a construirse en época del emperador romano Claudio (años 41-54 después de Cristo), en la zona de Córdoba que fue foro provincial de la Colonia Patricia, título que recibió la ciudad durante la dominación romana, aunque no se culminaría hasta el mandato de Domiciano (años 81-96 después de Cristo), momento en el que se le dota de agua. Sufrió algunas modificaciones en el siglo II después de Cristo, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro colonial que se traslada al entorno del actual Convento de Santa Ana. Los materiales empleados en la construcción fueron variados. Sobre una base de opus caementicium se dispusieron innumerables sillares de calcarenita local, los elementos más sobresalientes como columnas y capiteles se labraron en mármol blanco, mientras que la plaza superior se pavimentó con caliza nodulosa de color violeta, también de procedencia local. Es precisamente la terraza superior la mejor conocida y la que podemos visitar, mientras que disponemos de una menor información sobre la configuración de las otras dos plataformas o terrazas debido en buena medida a que en la actualidad se encuentran bajo edificaciones modernas y contemporáneas.

 

Fotografía de Marco Chiesa

 

FUENTES: JIMÉNEZ SALVADOR, José Luis. "El Templo Romano de la Calle Claudio Marcelo
en Córdoba", publicado en Cuadernos de Arquitectura Romana, vol. I, 1991, pp. 119-132;
PEÑA, Francisco. "Templo de la Calle Claudio Marcelo", publicado en www.artencordoba.com.

 

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