La Virgen del Reposo, patrona y titular de la parroquia de Valverde del Camino, es una imagen de talla completa que representa el momento en que María termina de cubrirse el pecho tras haber amamantado al Niño, el cual ya figura plácidamente dormido sobre su regazo. El tema iconográfico del simulacro, como bien ha apreciado el historiador Juan Miguel González Gómez, es una variante del de la Virgen de Belén o Virgen de la Leche, transcurrido durante el pasaje del Descanso en la Huida a Egipto.

La actual efigie de la Virgen del Reposo es una interesante escultura labrada por Sebastián Santos (1940), quien reprodujo fielmente el simulacro destruido el 21 de julio de 1936. Esta obra, asignada a Pablo Legot (1630) en función de las condiciones reflejadas en el contrato del retablo mayor, tiene su precedente en una arcaica estatuilla mariana fechable en el siglo XVI que, afortunadamente, sí ha llegado hasta nosotros.

También de Sebastián Santos son dos interesantes efigies modernas que reciben culto en el templo parroquial. De carácter letífico es la Virgen del Rosario (1942), una obra poco conocida de su autor que se presenta a los fieles exornada con ráfaga, corona, cetro y media luna. De candelero para vestir, lleva el atributo de su advocación en su mano izquierda -El Niño, en cambio, lo lleva en la derecha, ya que con la izquierda porta el globo terrestre- y presenta semejanzas en el modelado del cabello a dos aguas, el rostro y las manos con otras tallas de Santos, caso de la imagen de Santa Marta de la cofradía sevillana del mismo nombre.

Notable interés tiene la Virgen de la Soledad (1944), imagen de tipo pasionista que pasa por ser una de las más bellas y exquisitas dolorosas de Sebastián Santos Rojas. Concebida con gran dignidad en su dolor, posee un excelente acabado anatómico y una policromía de ricos matices, así como una aristocrática apariencia que la convierten en un antecedente de obras posteriores que gozan de mayor popularidad. Como es habitual en el imaginero higuereño, las lágrimas abundan en el semblante -muy típicas son las tres paralelas bajo el ojo derecho- y las manos, abiertas, presentan dedos gráciles y delgados.

Fuera del templo parroquial nos encontramos con la controvertida imagen del Cristo Caído que preside la llamada Ermita del Santo, magnífico ejemplar de la arquitectura sacra del neobarroco. Traída en 1791 desde Sevilla, llama la atención de la hechura su notable dramatismo, expresado a través de una pronunciada mueca de dolor que lleva a abrir los resecos labios del Varón para emitir un desgarrado lamento, lo que permite contemplar en su interior la dentadura perfectamente tallada. Detalles como el acusado fruncimiento del ceño o los abultados párpados, llevaron al historiador José Hernández Díaz a relacionarla con la producción de José Montes de Oca. Otros, sin embargo, la consideran sucesora de los modelos de Pedro Roldán e incluso hay quien apunta la autoría del valenciano, afincado en Sevilla, Blas Molner. Por nuestra parte, observamos relación con otra talla dieciochesca de la misma iconografía venerada en Aguilar de la Frontera (Córdoba).

Por último, mencionar el grupo escultórico de Santa Ana y la Virgen Niña conservado en el Colegio de las Hermanas de la Cruz. Es obra académica, de gran maestría y acusados efectos de claroscuro, que ha sido recientemente relacionada con el círculo de Luisa Roldán (La Roldana) por el Catedrático de Historia del Arte Alfonso Pleguezuelo Hernández. Repolicromada posteriormente en el setecientos, hasta la atribución formulada por Pleguezuelo se la consideraba una pieza del círculo de Pedro Duque Cornejo.