DOS RESTAURACIONES DE JUAN LUIS VASSALLO

05/06/2008


 

 

Una de ellas es la restauración que hizo para la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, en la que trabajó durante varios años. En el marco de un completo arreglo del templo, se le encargó la reconstrucción de las figuras de Moisés, Elías y los tres apóstoles, destruidas totalmente, y la restauración de la del Salvador, todas del grupo de la Transfiguración en el Monte Tabor, obra de Alonso Berruguete en el altar mayor de dicha iglesia, realizada por el artista renacentista hacia 1559. Como tantas obras de arte, resultó prácticamente destruida durante la Guerra Civil (F1), de tal modo que la restauración ofrecía serias dificultades y no menos riesgos.

En cuanto a la figura del Salvador, restañó las mutilaciones sufridas y las partes dañadas con gran sensibilidad y atención. Por su parte, para la realización de las cinco figuras destrozadas que se disponían a los pies del Salvador, estudió detenidamente la información gráfica que existía. Tras ello, se planteó la ejecución de un grupo que, sin ser copia exacta del original, lo recordara por la disposición de las figuras, por las líneas generales de la composición y el violento movimiento de las mismas, logrando un trabajo que evocara el espíritu de Berruguete, lo que, sin duda, tuvo que costar un gran esfuerzo a Vassallo, cuya producción religiosa se caracteriza por el equilibrio y la serenidad. 

El resultado fue la realidad que hoy podemos contemplar (F2), en la que el gaditano nos dejó una obra actual que armoniza perfectamente con la imagen del Salvador que había tallado Berruguete. Esto no lo habría podido hacer un simple copista ni un imitador, sino un escultor con verdadero talento, minuciosa observación e impecable técnica.

 

 

La otra restauración, igualmente acometida con excelentes resultados, fue la realizada entre octubre de 1962 y julio de 1963 a la Virgen de la Bella, patrona de la localidad onubense de Lepe. La obra, realizada por un seguidor de Jorge Fernández Alemán a principios del siglo XVI, también había sido dañada en los disturbios del año 1936, no convenciendo a sus devotos la intervención reparadora efectuada por el artista malagueño José Navas-Parejo (F3).

Una carta de Vassallo, conservada en el Archivo de la Hermandad de la Bella, explica los pormenores de la intervención: "Por si el rostro se había destruido fui al principio con mucha precaución, obtuve una mascarilla de la cara, tal como Vds. me la habían enviado y copié la coloración (...) Después comencé a descubrir y apareció la primitiva cabeza; por cierto la boca estaba un centímetro más alta y sonriente (...) La nariz encontré, la habían puesto añadida y tampoco tenía los párpados, éstos estaban suplementados con pasta. La restauración por tanto, podía hacerse con referencia de lo que había, pero exigía gran cuidado y limitarse a suplementar con madera las pequeñas faltas y tallar los ojos y la nariz dentro de las proporciones que existían. Por todo ello estoy completamente seguro que estos rostros de las imágenes se diferencian muy poco de los primitivos o quizás nada".

"La boca del Niño apareció exactamente como Vds. la ven ahora, no he tenido que tocarla siquiera. Lo que más restauración y tiempo se ha llevado es el cabello, que por ser de mechones finos estaban todos saltados y modelados luego en el estuco. Después de todo gracias a este sistema de restauración con pasta, se ha conservado más de la imagen primitiva (...) La cara que ha aparecido del Niño no es muy bonita, pero yo no he querido poner nada de mi parte por mejorarla, me he limitado a respetar lo antiguo y a poner solamente donde faltaba procurando seguir la misma factura en la forma. Le hago a Vd. toda la historia, para que quede constancia de que no he hecho nada de manera caprichosa y sí respetando la imagen tal como fue concebida por su autor en su origen, incluso el dorado del cabello, por haber encontrado mechones dorados, tanto en la Virgen como en el Niño".

Una restauración efectuada por Francisco Arquillo en 1982 (F4), vino a confirmar la veracidad de lo expuesto por Vassallo, demostrándose que la talla estaba intacta en su mayor parte, habiéndose perdido solamente la mitad superior de ambas mascarillas, parte de los brazos y de la pierna izquierda del Niño, los dedos de la mano derecha de la Virgen, y algunos fragmentos del manto y el trono.

 

FUENTES: http://www.juanluisvassallo.com/htm/pvass11.htm y GONZÁLEZ GÓMEZ
Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA: Escultura Mariana Onubense, Diputación
de Huelva e Instituto de Estudios Onubenses Padre Marchena, Huelva, 1981, pp. 102-103.

 

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