EL CINE DE INGMAR BERGMAN
Considerado como uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos, Ingmar Bergman (1918-2007) es un creador que nos ha dejado una impecable trayectoria artística de la que resaltamos a continuación diez de los títulos que han cosechado una mayor celebridad entre la crítica especializada. Los comentarios corren a cargo de varios estudiosos de prestigio que han analizado con detalle las obras del director y guionista sueco. |
SONRISAS DE UNA NOCHE DE VERANO (1955) |
Influenciada por El Sueño de una Noche de Verano, de Shakespeare, esta deliciosa comedia, la mejor de todas las de Bergman, es también una de sus mejores películas. Ambientada en un fin de semana de la Suecia de finales del siglo XIX, constituye un ingenioso tratado sobre el amor y el sexo que inspiró el musical A Little Night Music y el filme de Woody Allen, gran admirador de Bergman, La Comedia Sexual de una Noche de Verano (John Matlin). |
EL SÉPTIMO SELLO (1956) |
A su regreso de las Cruzadas, un caballero reta a la muerte a una inquietante partida de ajedrez. Mientras tanto, a su alrededor la peste asola el país y las brujas son quemadas en la hoguera. Sólo una sencilla familia de titiriteros parece disfrutar de la felicidad. Magistral alegoría de irresistible potencia visual y tanta profundidad y angustia metafísica como poesía y vitalismo a ras de suelo (Antonio Trashorras). |
FRESAS SALVAJES (1957) |
Las fresas salvajes son el símbolo sueco de la llegada de la primavera, el renacimiento de la vida. Los personajes están interesados por la vida, la muerte, y su interminable ciclo. La película trata de un anciano de 76 años que visita la Universidad de Lund para ser homenajeado en el 50 aniversario de su licenciatura. Si una anterior película de Bergman, Sonrisas de una Noche de Verano (1955), ha sido comparada con, y se basa en, las óperas de Mozart; la metáfora musical de Fresas Salvajes siempre ha sido una fuga de Bach, una compleja estructura de punto y contrapunto que expresa en su denso lenguaje cinematográfico los temas de la muerte en la vida y la atrofia de las personalidades emocionales y espirituales (John Kobal). |
EL ROSTRO (1958) |
Cinta irónica sobre el conflicto decimonónico entre la ciencia positiva y la metafísica que produjo acalorados debates en Suecia debido a la figura del mago e hipnotizador, artista martirizado parecido a Cristo, que protagoniza la historia. El artista destaca, allí, unas veces como servidor del templo y mago consagrado y respetado, y otras, como marginado e ilusionista despreciado. Desde este punto de vista, es muy notoria la influencia de Kierkegaard. En un diálogo, alguien dice: "los sacerdotes hablan siempre, pero Dios no les oye jamás" (Leopoldo Cervantes-Ortiz). |
COMO EN UN ESPEJO (1961) |
La incapacidad y distanciamiento de un padre para dar a su hija ese calor que necesita y la actitud sorprendida y confusa del marido, que no es capaz de hacerla reaccionar, conducen a un empeoramiento de la enfermedad mental de la protagonista que busca en un Dios, al que ve como una araña, la única salida a su sufrimiento. La respuesta más humana proviene de su hermano, con quien llega a mantener una relación amorosa más allá de la fraternal pero sin que él logre traspasar la superficie de los sentimientos de su hermana, quien al final resulta como un objeto a quien todos observan pero a quien nadie es capaz de ayudar (Alfredo Garmendia). |
LOS COMULGANTES (1962) |
Como ocurre en la obra de Dreyer, de la que este filme no está alejado, la experiencia es despojada de todos sus accesorios; lo dramático, de cualquier ornamentación, y los personajes, aislados en un contexto completamente desnudo. Así, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand y Max von Sydow aparecen sometidos a una increíble batería de primeros planos destinada a la transmisión de un mensaje único y acaso incomunicable. Es posible que si la estética tuviese una religión, la de este filme pudiese ser considerada luterana (Terenci Moix). |
PERSONA (1966) |
La relación entre una actriz que ha perdido el oremus y la enfermera que la atiende en un balneario sirvió al maestro sueco para elaborar uno de sus poemas visuales más crípticos y sobrecogedores. Hay ocasiones en que un creador tensa hasta tal punto su lenguaje... que lo rompe. Eso es lo que ocurre cuando, en un momento clave del film, Bergman rasga el celuloide del que está hecho su relato para enfrentar a la platea con el blanco cegador de la pantalla. Palabras mayores en una filmografía que no ha conocido la letra minúscula (Jordi Costa). |
GRITOS Y SUSURROS (1972) |
Una obra maestra que lleva a su culminación las grandes obsesiones bergmanianas sobre el sentido de la vida centrándose en la agonía de una enferma de cáncer y bifurcándose en acciones paralelas sobre los problemas de sus dos hermanas, acciones que permiten efectuar otro cuidado retrato de comportamientos femeninos. Es de destacar la fotografía de Sven Nykvist, determinante en esta etapa, y el uso excepcional del color (Terenci Moix). |
CARA A CARA (1976) |
Verdadero filme-terapia donde el personaje de la psiquiatra que se ve asaltada por su propio vacío interior o, lo que es lo mismo, los demonios que hasta ese momento curaba en los demás es un trasunto inequívoco del propio Bergman; una fantasmagoría interior que llegó a afectar a la propia intérprete, Liv Ullmann, quien manifestó su obsesiva identificación con el personaje en un diario del rodaje del filme, incluido en sus memorias (Terenci Moix). |
FANNY Y ALEXANDER (1982) |
Los acontecimientos transcurren en 1910, y aunque Bergman situó el periodo de la historia diecisiete años antes de su propia niñez, está tan cerca de una reminiscencia autobiográfica directa como cualquiera de las cosas que había hecho. El niño de diez años, Alexander, es un autorretrato del director. Bergman tenía dos hermanas, Margareta (Fanny) y otra mayor, Amanda, que estaba incluida en el guión pero no en la versión cinematográfica. El personaje de la niñera lisiada se basaba en la propia niñera de Bergman. Los padres también estaban basados en los suyos propios, y la mayor parte de los exteriores fueron rodados en una pequeña zona de la orilla occidental del rio Fyris, cerca de casa de su abuela (John Kobal). |
Otras películas relevantes en la filmografía de Bergman son Crisis (1945), Prisión (1948), Un Verano con Monika (1952), El Silencio (1963), Pasión (1969), La Flauta Mágica (1975), Secretos de un Matrimonio (1973), El Huevo de la Serpiente (1977), Sonata de Otoño (1978), De la Vida de las Marionetas (1980) y Saraband (2003). |
Fotografías de la AB Svensk Filmindustri
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