FIDES POPULI

Santiago Rodríguez López


 

 

Crucifijo Procesional de la Cofradía del Beso de Judas

Obra de estilo manierista qfechada en el siglo XVI, con seguridad procedente de Italia. Presenta un grado de deformidad y un alargamiento a los que nunca se llegó en la escultura española del XVI, ni tan siquiera en la obra de Alonso Berruguete, lo que hace pensar que se trate de una obra de procedencia italiana, algo que parece mucho más plausible si observamos la policromía mate, pálida y grisácea, adelantándose así a las soluciones adoptadas por la Escuela Genovesa, o el sorprendente vuelo del paño de pureza, tratado con gran virtuosismo.

 

 

Crucifijo del Excelentísimo Ayuntamiento de Jumilla

La excelente obra, que se expone por primera vez al público en esta muestra, ha sido recientemente atribuida con gran acierto a la mano del Jesuita Domingo Beltrán Otazú, realizada probablemente en el último tercio del siglo XVI. Las semejanzas que presenta el pequeño crucificado jumillano con el Cristo de los Jesuitas de Toledo y el Cristo de la Misericordia de Murcia hacen que la hipótesis planteada por la historiadora Isidora Navarro Soriano sea del todo acertada, aunque la anatomía que presenta la obra lo vincule más a obras anteriores a los Cristos citados, como las realizadas para Medina del Campo (Valladolid), de canon menos alargado que el de estos cristos, realizados tras la estancia en Italia de su autor. Sea como fuere, el crucificado, de 80 cm de altura, se nos revela como una de las piezas más notables de cuantas se conservan del siglo XVI en la Antigua Diócesis de Cartagena.

 

 

Cristo de la Negación

Obra del escultor e imaginero José Hernández Navarro, del año 1993, forma parte del paso "La Negación de San Pedro" de la Cofradía del Rollo, componiéndose este de dos imágenes de vestir. La figura de Cristo, como hiciera Francisco Salzillo en el paso "El Beso de Judas", muestra una expresión de resignación y profunda tristeza, que delata con creces la traición de su discípulo. Es un Cristo de canon esbelto, pero corpulento, de actitud contenida, propio de su etapa de madurez artística. Supone una de las mejores creaciones para vestir de su autor, pues la captación psicológica de las dos imágenes resulta magistral, especialmente colocadas ambas figuras sobre el trono, donde el grado de compenetración de ese juego de miradas es perfecto. 

 

 

Piedad

En el año 1930 el valenciano Ignacio Pinazo da forma a esta originalísima y atrevida representación de la Mater Dolorosa, propiedad de la familia Vicente-Toda. Pinazo nos muestra a María sentada sobre sus propias rodillas al pie de la Cruz, vestida con una túnica verde de amplio escote hasta la línea de los hombros (posteriormente repintado) y manto azul oscuro, dirigiendo su mirada al cielo. Las superficies quedan definidas por contundentes planos, definidos por la túnica, que se adaptan al cuerpo, insinuando poderosamente la anatomía de la escultura. La mirada hacia el cielo y el tratamiento del cuello, así como la boca, abierta, y las cejas fruncidas, logran transmitir una sensación de un profundo dolor, de un ahogo físico ante su soledad.

 

 

Dolorosa del Santo Costado

La imagen, que se expone exenta del conjunto de la Sagrada Lanzada del que forma parte, fue realizada por José Sánchez Lozano en 1964, en madera policromada y estofada. Tomando como modelo la que realizara Salzillo para la Iglesia de Santa Catalina en 1735. El último gran escultor de la escuela salzillesca, nos muestra a María con los brazos abiertos y la mirada al cielo, la túnica roja y el manto terciado, con un estofado de ramilletes de flores, al igual que el modelo que toma, pero el escultor alicantino reproduce el rostro de la imagen de la Dolorosa de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de Murcia, de 1756, quizá la que más éxito alcanzase de toda la serie.

 

 

San Pedro

Tallada en madera policromada y estofada por el escultor e imaginero murciano Juan González Moreno en 1966. La portentosa imagen, perteneciente a la Cofradía del Beso de Judas, se muestra de pie, en un elegante gesto en el que avanza su pie izquierdo, mientras atrasa el brazo derecho; se lleva la mano izquierda al pecho, agarrándose la túnica, como si ésta lo oprimiese. El momento concreto representado en esta obra es el arrepentimiento del Santo, tras haber negado tres veces a su maestro, como bien se muestra en el rostro, que, aunque sin un dramatismo exagerado, muestra la angustia y la tristeza propia de su estado. El tratamiento de los paños, elegante, carente del claroscuro propio del barroco, nos proporciona una imagen serena y elegante, que nos remite inevitablemente a los modelos de la antigüedad grecorromana, con los que acertadamente ha sido comparado.

 

 

Virgen del Primer Dolor

Imagen de vestir labrada por el murciano José Sánchez Lozano para la cofradía homónima en 1941. Se trata de una de las numerosas representaciones que el autor hace de la magistral Dolorosa de Jesús, del año 1756, aunque en todas sus obras los rasgos quedan dulcificados respecto a la original del maestro. La advocación del Primer Dolor hace alusión a la pérdida del niño en el templo, y por tanto a la infancia de Cristo; los Siete Dolores de la Virgen quedaron fijados en el Sínodo de Colonia, en el año 1453.

 

 

San Juan Evangelista

La imagen del Apóstol fue encargada recién acabada la guerra por el Barón del Solar de los Espinosa de los Monteros a los escultores valencianos Román y Salvador, quienes la entregan en el año 1942. Se trata, por expreso deseo de los comitentes, de una copia del San Juan de Francisco Salzillo realizado para la Cofradía de Jesús en Murcia en 1756. El santo, en actitud de iniciar el paso, indica a María con su izquierda el camino al Calvario, mientras que con la derecha recoge su túnica verde. Lleva manto anaranjado. Quizá lo que más diste del modelo del que parte sea la expresión del santo, que resulta distante e inexpresiva.

 

FUENTES: NAVARRO SORIANO, Isidora: Escultura de Pasión, Jumilla 2006.

 

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