SPES NOSTRA. LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DE LA ESPERANZA (IV)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

 

En el municipio alicantino de Orihuela existen dos interesantes representaciones de la Virgen de la Esperanza, una de ellas enmarcada en el ámbito pasionista y otra de carácter letífico. La primera es la titular de la Cofradía del Lavatorio y fue realizada en 1995 por el escultor e imaginero hispalense José Antonio Navarro Arteaga dentro del neobarroco sevillano de las últimas décadas. De expresionista modelado, en la línea de otras Dolorosas de su mano como la Virgen del Desconsuelo y Visitación (2001), se muestra ataviada según las maneras habituales de las Dolorosas andaluzas y recibe culto en la iglesia del Monasterio de las Salesas.

Mayor interés histórico-artístico tiene el simulacro de gloria de la Virgen de la Esperanza, venerado todo el año en la clausura del Monasterio de las Clarisas de Orihuela, salvo el día de su festividad, cuando es expuesto al público (1). Obra de la escuela valenciana del siglo XVIII, es de talla completa y representa a María sobre un trono plateado de nubes en un estado muy avanzado de gestación. La composición remite directamente al modelo de Virgen Platytera o Virgen Blacherniotissa del arte bizantino, de ahí que la Madonna aparezca con los brazos levantados, orante, dotada de arrebatado gesto -que, en este caso, dirige hacia las alturas- y figurando en su abultado vientre un sol dorado como símbolo del Divino Niño -futura luz del mundo cristiano- que aún se encuentra en las entrañas de la Madre.

 

 

 

Sin salir de la Comunidad Valenciana, nos trasladamos a la villa de Onda, en Castellón de la Plana, donde la Mare de Déu de l´Esperança es titular del santuario neogótico que lleva su nombre, regido por los Padres Carmelitas. La efigie actual fue realizada en los talleres de los valencianos José Rabasa y Antonio Royo (1956), donde también se llevó a cabo su camarín, y continúa con la iconografía de Bizancio que hemos visto en las Clarisas de Orihuela, incluyendo el notorio embarazo y el detalle del sol con sus rayos dorados sobre la túnica, sólo que en este caso la dulce imagen de María ofrece una actitud más recogida, propia de una serena expectante, con la mano izquierda sobre el pecho y la derecha apoyada amorosamente en el vientre.

Una interpretación letífica completamente diferente a las anteriores la encontramos en la Virgen de la Esperanza que recibe culto en la Iglesia Colegial de San Sebastián de Antequera (Málaga). Se cataloga como obra del siglo XV y muestra una serie de caracteres -rubios cabellos, frente amplia y despejada, noble toca, túnica de alto talle y escote cuadrado, pesado manto con grandes y angulosos plegados- que entroncan con el estilo de los talleres flamencos activos en esa centuria y la siguiente en ciudades como Malinas, Lieja o Amberes. Sostiene al Niño, deífico, sobre su pierna izquierda, al tiempo que sujeta con la derecha una granada, símbolo de la fecundidad maternal, lo que recuerda la previa expectación del parto de la Señora.

 

 

 

Hablamos ahora de la Región de Murcia, donde igualmente nos encontramos con dos obras de interés, una de gloria y otra de pasión. En la Iglesia de San Juan Bautista de la capital se venera la Virgen de la Esperanza del prolífico escultor murciano José Sánchez Lozano (1948), considerado el principal continuador de la escuela de Salzillo al investigar profundamente sus tallas y restaurar un gran número de obras quemadas o destruidas parcialmente con motivo de la Guerra Civil. Fruto de ese trabajo, Sánchez Lozano orientó su vocación en la creación de imágenes para el culto popular en general y las cofradías en particular, identificado su estilo con las iconografías que admiraba, que no son otras que las de Francisco Salzillo y Nicolas de Bussy.

Por otro lado, muy singular resulta el doble simulacro que goza de gran arraigo popular en el municipio murciano de Calasparra. La imagen grande de la Virgen de la Esperanza tiene su origen, al parecer, en una donación realizada por una devota del municipio de Mula (Murcia) a principios del siglo XVII. Es una talla de vestir que ha conocido varias restauraciones de tipo devocional, de forma que sólo conserva la cabeza como elemento original, siendo la más significativa la llevada a cabo por el mencionado José Sánchez Lozano. Respecto a la pequeña imagen de busto que se encuentra a sus pies, popularmente apodada La Pequeñica y La Aparecida, se trata de un vaciado de sulfato de calcio bihidrato y policromado, también muy restaurado y quizás de origen más antiguo que la anterior (2).

 

 

 

Volviendo al ámbito de las cofradías de Semana Santa, tal y como hemos visto en anteriores entregas, numerosas son las reproducciones que existen a lo largo y ancho del país de la Virgen de la Esperanza Macarena, famoso icono sevillano que podemos relacionar con el taller del escultor Pedro Roldán (1624-1699). Una de ellas se encuentra en Albacete y se debe al valenciano José Díez López, escultor de figuras contundentes y formación académica cuya obra se encuentra, en su mayor parte, en la provincia de Albacete, Murcia y la ciudad de Requena (3). Fue labrada en 1945, año de plena producción artística del imaginero, y hace estación de penitencia en unas andas que intentan recrear también el típico paso de palio que procesiona en Sevilla.

Otra réplica de la Virgen de la Esperanza Macarena se encuentra en la Colección Llanes Mojarro de Huelva y pertenece a la producción del escultor e imaginero Elías Rodríguez Picón, natural del municipio onubense de Rociana del Condado. Bastante fiel a la escultura original, demuestra el talento del artífice a la hora de reproducir con exactitud los rasgos de imágenes de gran devoción popular, como también ha ocurrido en varias ocasiones con la Virgen del Rocío, Patrona de Almonte (Huelva).

 

 

 

En la línea de las anteriores se encuentra la Virgen de la Esperanza de Huércal Overa (Almería), obra del prolífico Antonio Castillo Lastrucci (1955) con destino a la Cofradía del Paso Morado. No sólo toma los rasgos de la efigie de Sevilla, sino también, al igual que las de Albacete y Huelva, su peculiar modo de vestir y el detalle de las maraquillas en el pecherín, en recuerdo al obsequio ofrecido por el torero Joselito el Gallo. Muy similar, aunque de pequeño formato, es la reproducción que hizo Castillo Lastrucci para la dueña del taller que llevó a cabo parte del valioso ajuar que atesora el original sevillano, la bordadora Esperanza Elena Caro, hoy conservada por sus sucesores con prendas también confeccionadas en el obrador.

Por último, mencionar otra Dolorosa cuya concepción se aparta completamente del anterior prototipo. Se trata de la Virgen de la Esperanza de la villa canaria de Adeje, creación reciente del escultor e imaginero hispalense Luis Álvarez Duarte (2006). Perfecto ejemplo de las maneras que han tomado sus últimas creaciones sobre el tema, caso también de la Virgen de la Esperanza de Cádiz (2005) o de la Virgen del Rosario Doloroso del sevillano Polígono de San Pablo (2007), está labrada en madera de cedro, caoba y abebay para la Cofradía del Cautivo, cuyo titular cristífero pertenece igualmente a Álvarez Duarte. El sello del autor se advierte en el idealizado canon estético, conforme a los dictados actuales, el gesto elocuente y el detalle de los ojos verdes que pretenden otorgar singularidad a su mirada.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) Con información de Jorge Belmonte.

(2) LUCAS ROMERO, Eva y Roxana HERNÁNSAEZ RODRÍGUEZ-GUISADO. Datos extraídos de la Memoria de la Intervención del año 2002.

(3) NAVARRO SORIANO, Isidora y Santiago RODRÍGUEZ LÓPEZ. Escultores e Imagineros del Patrimonio Escultórico de la Semana Santa de Jumilla (1ª Parte), en Semana Santa Jumilla 2007, Junta Central de Hermandades de Semana Santa de Jumilla, Jumilla, 2007, p. 56.

 

   

 

Fotografías de Elías Rodríguez Picón, Jorge Belmonte Santiago Rodríguez López, Josechu Llanes y Foro El Maragullo

 

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