Jesús Abades y Sergio Cabaco (20/11/2017)
"La obsesión por mejorar me lleva al abismo muchas veces"
¿Cuántos años llevas ya en la escultura, José María? Con estudio propio desde el año 2002. De aprendiz entré diariamente en el año 1994. Exactamente el 20 de junio del año 1994. De las pocas cosas que recuerdo bien es la fecha en la que entré de aprendiz en el taller de Francisco Berlanga. Anteriormente había picoteado en visitas a talleres, pero diariamente fue en esa fecha. ¿Qué recuerdos guardas del taller de Berlanga? De mi maestro siempre tengo palabras enriquecedoras porque mi aprendizaje fue una etapa de mi vida muy bonita. Entré en el taller de Berlanga con tan solo catorce años de edad, por tanto mi paso por el mismo fue como una mezcolanza de aprendizaje de oficio y semieducación, por así decirlo. Recuerdo muchas vivencias de esa época, que también es imborrable porque mi huella familiar, como mucha gente sabe, tiene una gran relación con Francisco Buiza; y claro, todo lo que tenía relación con Buiza en aquel momento en el taller de Berlanga, que era su discípulo, tenía mucho peso. Lo dicho, fue una época muy bonita. Posteriormente, estuviste también con Juan Manuel Miñarro. Sí, ya en la Facultad de Bellas Artes con los profesores Juan Manuel Miñarro y Sebastián Santos Calero son con los que más congenio. También tuve profesores de dibujo magníficos como Justo Girón, que lo recuerdo con especial cariño, como Paco Borrás, Ignacio Cortés, Manuel Arcenegui... Y por supuesto tuve compañeros con los que me enriquecí notablemente y de los que fui aprendiendo día a día. ¿Y cómo han sido estos quince últimos años? Estos quince años han sido muy rápidos pero muy intensos. Al principio decía: ¿qué voy a hacer este año? ¿Cómo saldrán las cosas? ¿Qué ira saliendo? Me acuerdo cuando, recién abierto mi primer taller, me decía a mí mismo: bueno, ¿ahora qué? Y es que claro, estaba acostumbrado a la dinámica de un taller ajeno, viviendo su vida, hasta que te toca a ti y dices: ¿ahora qué hago? ¿Quién me conoce? Recuerdo con mucho cariño dos circunstancias que ocurrieron en dos ediciones de MUNARCO, cuando el comisario me invitó a exponer sin mi nombre, con un stand de cuatro piezas que no tenían mi nombre puesto. Después vinieron dos ferias que hice en Alicante, concretamente en los pueblos de Pinoso y Villajoyosa. Fue entonces cuando, poquito a poco, empezó la ruleta a ponerse en movimiento. En el último MUNARCO tuve contacto con un señor manchego de Campo de Calatrava, que me habló de la posibilidad de hacer unos ángeles para un paso. Cogí mi maleta y me planté allí a los dos o tres meses. A partir de ahí vino un contacto y nace un poquito el embrión del crucificado que hice para esa localidad. Ellos me cuentan que tienen un crucificado de escayola, el Cristo del Consuelo, y que si yo sería capaz de hacer un nuevo crucificado… Yo decía para mis adentros: "capaz no soy, pero esto es un tren que va a pasar una vez en la vida". Y bueno las puertas, gracias a Dios, se empezaron a abrir poco a poco, y a día de hoy te podría decir que estos quince años han sido casi como el rodaje de una película de la que he ido saliendo, entrando, pasando... Me considero muy afortunado con las personas y los trabajos que han ido entrando en mi vida. Gracias a ellos, a día de hoy, se presenta esta persona que aún no se cree en la vorágine que está porque, gracias a Dios, no me paro a pensar en ello. Me limito a seguir con mi disfrute y con mi sueño. Hay veces que ese sueño se convierte en una cosa incontrolable, pero en general estoy muy contento, y si volviera a nacer firmaría por tener estos últimos quince años que he tenido. Has forjado una de las carreras más felices en imaginería que hemos conocido, en la que hay encargos de todo tipo, tanto de talla completa como de vestir, y en la que has cultivado casi todas las iconografías: crucificados, nazarenos, yacentes, dolorosas... y ahora, como colofón, vas a hacer para Almería un Cristo Resucitado, quizás la iconografía más compleja y difícil que existe en el campo de la imaginería. El tema del Resucitado me llama la atención. Es quizás la iconografía que más me atrae junto con la del Varón de Dolores. De hecho, el planteamiento que yo hago para el Resucitado de Almería tiene una disposición muy asentada en la tierra, jugando además con otro pasaje que me encanta, el "noli me tangere". El Cristo, independientemente del gesto que vaya a tener, será muy Varón de Dolores, muy mayestático. Me gusta ese tipo de Resucitado. Responde también una cuestión litúrgica y catequética, pues la hermandad y el obispo buscan un pasaje concreto del evangelio de San Mateo, en el que un ángel anuncia a las mujeres la resurrección del Señor, de ahí que el misterio vaya a contar con esas tres figuras y la del Resucitado. Como decís, es un reto grandísimo, enorme, sobre todo a nivel devocional porque nos solemos quedar en Semana Santa con el dolor y la pasión, olvidando que nuestra meta máxima como cristianos es la resurrección, algo que siempre se queda en el aire, como una cosa pasajera que está ahí al final. La advocación del Señor, Jesucristo Resucitado Señor de la Vida, es muy bonita y viene a reivindicar que es tanto el fin como el principio. Mi trabajo va a intentar potenciar que no sea volátil, por eso va a estar en la tierra, con peso. Es difícil, pero tengo una especial inquietud por esta obra; de hecho, tengo algunos apuntes hechos ya de la cabeza. Si os habéis fijado bien en mi obra, intento siempre no encasillarme en el mismo registro, voy picando de muchas cosas, aunque lógicamente hay un trabajo de oficio después que se repite mucho. La escuela es algo que pesa, pero a nivel escultórico me he rehecho mucho porque, aunque a nivel académico se aprenden muchas cosas, después con los años te das cuenta que hay que he aprender a pararse, a madurar las cosas. Al principio uno no es consciente de lo que hace cuando sale una pieza del taller, de ahí que madurar todo eso me haya costado mucho. Me ha costado muchos años llegar a sentarme, madurar las cosas, entrar en mi estudio, ponerme mi música y disfrutar con mi trabajo. |
Retrato de la obra galardonada por el ilustrador y pintor campillero Juan Antonio Galeote Soriano. Técnica empleada: lápices Prismacolor
sobre Papel Canson Mi Teintes Gris Franela
en tamaño A3. |
Al hilo de lo anterior, eres un imaginero muy cartujo. Huyes de las tecnologías, haces retiros espirituales, te centras en tu oficio y te encierras en tu estudio. El mundanal ruido cada vez te gusta menos. Eso es cierto, pero quizás forma parte más de mi persona que de mi condición de artista. Tal vez sea una persona más aislada y ausente. La verdad es que no me siento cómodo entre multitudes, cuando llega por ejemplo Semana Santa o Navidad. Es una cosa psíquica, no estoy cómodo. Estoy acostumbrado a mi soledad, a mi mundo, y llega incluso a veces a ser una fobia el que te suene el teléfono. Te molesta todo, te vuelves encerrado y encapsulado. Todo eso lo llevo arrastrando desde joven, y creo que con la edad me voy a volver un cascarrabias bueno, porque verdaderamente me cuesta. Muchas veces puedo parecer maleducado o dejado, y no es así, sino que forma parte de mi personalidad. En ese sentido soy muy aséptico para todo. Me preocupo mucho de mi formación, hay una gran diferencia entre el artista de hace tres siglos y el de ahora: la formación. El concepto de "vida consagrada" o "vida dedicada" lo tengo muy asumido: mi vida está aquí y yo estoy consagrado a estas cuatro paredes. Casi como una orden monacal, pero es que yo aquí soy feliz. Yo salgo de estas cuatro paredes y está el mundo, pero es que este es mi auténtico mundo. Es muy difícil de explicar, pero es que habéis tocado una tecla muy importante en mi vida: el esfuerzo que me cuesta el mundo externo. Hasta mi trabajo me cuesta sacarlo fuera porque me estoy volviendo muy inconformista. Repito mucho los modelados y me paro mucho en investigar las policromías para ir viendo de qué forma podría estar todo mejor. Sebastián Santos Calero, que es el maestro con el que tengo un trato más a diario, me dice que me obsesiono mucho, lo mismo que alguno de los pintores que viven por aquí cerca y con los que suelo tener mucho contacto. Esa obsesión me lleva al abismo muchas veces, es mi gran enemigo ahora mismo. Lo cierto es que tengo que controlar todo eso, porque al final quiere uno ser tan meticuloso que, a veces, te pasas de rosca. Y son encargos muy mediáticos y de envergadura, porque junto al Resucitado está un misterio procesional para Montequinto, un nazareno, un crucificado de Málaga y otro para Alicante... Háblanos un poco de estos encargos y de los que quedan por venir en los próximos años. Se podría decir que es un factor de suerte o de la divina providencia, que también creo mucho en ella. Ahora mismo hay un José María Leal muy distinto. Sé que todos los compañeros dicen lo mismo, que cada época es distinta. Pero es verdad que desde la Virgen del Pilar de Montequinto hay otro José María Leal porque esa obra fue como una reválida, una virgen prácticamente para Sevilla, donde tuvo una fuerte repercusión, pues Montequinto está en tierra de nadie, ni en Sevilla ni en Dos Hermanas. Como me plantearon el encargo sin prisas, tuve mucho tiempo para esa imagen y, a nivel general, hizo que me planteara muchas cosas. Estaba con el Coronado de Espinas para Campillos juntamente con la Virgen del Pilar, y ya os digo que, a partir de entonces, comienzo a reconsiderar todo. Respecto al crucificado para Málaga o el resucitado para Almería, son proyectos que llevan muchos años fraguándose, lo que pasa es que se han resuelto prácticamente al mismo tiempo. El caso de Almería es curioso porque hace seis o siete años estoy de paso por la ciudad y, casualmente, recalo en una Cruz de Mayo, que era la del Resucitado, nos ponemos a hablar y ahí está, un Cristo firmado. En el caso del crucificado para la Santa Cruz de Málaga, no tenían pensado que fuera yo el autor pero al final optaron por mí. Por todo ello te digo que no sé si la divina providencia me ha querido dar estos tres o cuatro encargos capitales fuertes, y algún otro que hay también pendiente de que salga, no solo para tener una responsabilidad enorme, sino sobre todo para intentar ser consciente y madurar lo que hago, porque va a ser tenido en cuenta en mi carrera de cara al futuro, y esa consciencia, ahora mismo, está en mi persona. En el caso de Montequinto, además, es el primer misterio procesional sobre una iconografía inédita. Efectivamente, es una iconografía inédita y que engloba muchas inquietudes porque la agrupación parroquial nace claramente definida por los designios del anterior párroco, que quería que se representara ese momento de determinada forma; luego el párroco cambió y el actual me dijo que actuara con libertad. Yo no quiero con esta iconografía de Jesús en Getsemaní hacer un Cristo hincado en el suelo, pues sería confundido con una Oración en el Huerto, sino un misterio peculiar pues representa la entrega misma al sacrificio, el "fiat voluntas tua". Voy a intentar, además, ir paso a paso, año a año. Este año es el de mi crucificado de la Expiración para Alicante, otra obra con la que he estudiado mucho, porque he aprendido con los años que hay que estudiar mucho las piezas, hacer muchas cosas antes de llegar a un modelo definitivo. Por cierto, yo modelo a tamaño natural, pues aunque con las metodologías que tenemos hoy en día me ahorraría muchas horas haciendo las piezas de otra manera, me he dado cuenta que esto requiere trabajo y estudio, al menos en mi caso, porque no me considero una persona ágil ni habilidosa en el trabajo, necesito machacar mucho las cosas y estudiarlas. ¿Hay algún trabajo que pudieras hacer ahora mismo para tu mera satisfacción personal? Hablamos antes del Varón de Dolores, algo que me apasiona y que tengo en mente hacer para mí con el tiempo. De momento no, pues mi agenda está muy encorsetada por la envergadura de unos encargos cuya responsabilidad te hace centrarte en ellos y no abrir excesivas puertas para no desmerecer ni restarle importancia a lo que tienes entre manos. Pero sí tengo esa inquietud personal de hacer una pieza para mí, por gusto y porque me lo pide el cuerpo. Además del Varón de Dolores, tengo otra iconografía que me encantaría trabajar: la del Cristo orante, sentado y coronado de espinas, tipo las Penas de Triana pero más basado en los grabados de Durero. Es una cosa que tengo en mente y con la que a lo mejor os sorprendo dentro de poco. |
Hablando ya del Señor Ultrajado en su Coronación de Espinas, la obra galardonada con el XI Premio La Hornacina, es también una creación inédita en el sentido de que no existía hasta la fecha un Cristo titular de una Banda de Cornetas y Tambores. Son muy peculiares tus últimos encargos. A veces ocurren cosas que, si lo piensas en frío, suenan un poco raro; pero el caso de Campillos, que habéis conocido personalmente, desde el principio tuvo detrás a una gente realmente sana cuyo único obstáculo era no tener un camino bien escrito. Querían colaborar con la parroquia y tener una imagen a la que rezar sin preocuparles mucho qué nomenclatura iba a tener todo eso: hermandad, grupo parroquial, grupo de devotos... Su inquietud era tan grande que, al principio, me llamó la atención, pero por otro lado dije: ¿por qué no? Igual que un particular tiene en su casa una devoción particular, por qué ellos no van a tener una devoción propia de la banda. Dicho así en frío parece muy sencillo, pero esto ha costado muchos años de idas y venidas, de un paso para adelante y dos para atrás, de "ahora la imagen no va para la parroquia, sino para una casa de hermandad". Han pasado por muchas vicisitudes. Pero Él solo, siempre se lo digo a ellos, el "Sentaíto" solo se ha ido abriendo el camino. También es verdad que seis meses antes de terminarse la pieza, entra un párroco nuevo que acoge a los casi 80 jóvenes que llegan a la parroquia y que dice también que por qué no. Mueve los hilos a nivel de obispado y consigue el permiso para la bendición. Por fin, el Cristo entra en Campillos y, gracias a Dios, vosotros lo habéis comprobado, entra muy bien, ha metido a gente en la parroquia, tienen grupos de confirmación, cosas que ellos ni se planteaban antes, y todo ha venido a raíz de la llegada del Cristo. Es una buena noticia que ya sean grupo parroquial y que estén por derecho dentro de la parroquia. Ha entrado por medio de una banda, eso es algo que siempre estará ahí, pero en definitiva acabará como una hermandad o será una futura hermandad que, de otra manera, a lo mejor no se hubiese creado en Campillos. Una asociación parroquial que tiene previsto, en un futuro, procesionar al "Sentaíto" junto a un misterio formado por tres figuras y también a una dolorosa con la advocación de la Amargura. Efectivamente. Ellos tienen ya la inquietud de realizar en un futuro el resto de imágenes para un misterio, ya que poseen la documentación para la nomenclatura que da el Obispado de Málaga para este tipo de asociaciones. Cuando me plantean la realización del Cristo, me comentan también esta posibilidad. Entonces, cuando realizo el proyecto, planteo una sencilla maqueta con tres figuras, ya que, si en un futuro el Cristo no va solo, teníamos que empezar la casa por los cimientos. Las tres figuras son dos sayones que torturan al Señor y un tercer sayón, burlón, que le gustó mucho al párroco ya que supone una metáfora de la sociedad cristiana actual. Hacía una metáfora con este sayón que está vuelto a él rezándole pero se está riendo, se está mofando. Haciendo una metáfora de una sociedad, no acomodada en la religión, pero sí que se hace una religión a si manera, a su forma: estoy muy malo y soy cristiano, pero cuando estoy bien, no me acuerdo. Y esto le gustó a la Delegación de Patrimonio y en un futuro, si Dios quiere, se llevará a cabo. Muchos nos han dicho que tu premio ha sido el más merecido de todos, no solo por tus dotes artísticas, sino por los tres años que te has quedado prácticamente a las puertas con el Crucifijo de la Salud para Chiclana, el san Miguel para Jumilla y la Inmaculada para Mairena del Aljarafe. Por lo que he podido percibir, en la zona de Málaga el Cristo ha caído muy bien. Una zona en la que no se me conocía mucho y a partir de esto se confirmó la firma del crucificado. Luego se bendice el Coronado y la hermandad de la Salud del barrio malagueño de Huelin confirma la hechura del Nazareno. Incluso algunas cofradías de Málaga se han puesto en contacto conmigo para nuevos misterios que se van a realizar en la zona. Y todo ello por hacer un Cristo que allí ha caído bien. La imagen de la Inmaculada me tocó mucho porque es la que preside la provincia bética de las Concepcionistas Franciscanas. Fue hecha para unas monjas de clausura y no os podéis imaginar cómo se movilizaron para que consiguiera el premio. Reivindicaban que habían hecho una Inmaculada concepcionista, con el Niño en brazos, que es el quien da sentido a la Virgen. Pero bueno, ha sido el Coronado el que lo ha traído y bendito sea. Algunos profesores me han dicho que soy el Rafael Nadal de la escultura, porque no soy el mejor pero sí de los que más trabaja, y bueno, ese concepto sí lo tengo. Ya os lo dije el otro día en la entrega del premio, para mí es un orgullo, y seguro que inmerecido porque hay gente que ha dado mucha más difusión a sus obras de la que yo le doy. Debido a mi torpeza, os he pedido disculpas muchas veces ya que no he tenido el exquisito cuido con los medios en general, pero no dudéis nunca que La Hornacina ha sido mi referente desde un principio. Siempre que he podido presentar una obra, habéis apostado por ella. Y no se trata ya del premio en sí, como hablábamos el otro día, sino de la difusión que tiene La Hornacina a día de hoy. La Hornacina es tan referente que hasta creo que no somos conscientes. Cuando vamos a Alicante, Ciudad Real, Madrid, Murcia, etcétera, te hablan de La Hornacina. Estamos hablando de un medio a nivel nacional y seguro que internacional. Entonces para mí, como dije antes, es un orgullo enorme. Si el premio ha venido con el Coronado de Campillos, vamos a dedicárselo también a las otras tres que se quedaron ahí en el camino: mi Crucificado de Chiclana, el Arcángel de Jumilla, la Inmaculada y las que no presenté, que seguro que alguna lo podría haber merecido y que, por mi torpeza, no encontraron su sitio o su hueco. El 29 de octubre en Campillos se pudo demostrar que esto realmente es un reconocimiento a un arte que, independientemente de que concurran o no creencias religiosas, debe apoyarse, pues se trata de un tipo de creación muy singular y nuestra. Realmente creemos que todos seríamos más infelices si no existiera. A mí lo que más me llena es el cariño. Muchas veces no eres consciente, o no te das cuenta, del cariño tan grande que te da tanta gente que se pone en contacto contigo y te anima a continuar, con estas pinceladas. Para mí es como un cañón de oxígeno que te anima a seguir y a pensar que este retiro buscado entre las cuatro paredes de mi estudio, merece realmente la pena. Si ciertamente puedes hacer feliz o puedes hacer llegar a Dios con tu trabajo a estas personas, pues bendito sea. |
Otro retrato del Señor Ultrajado en su Coronación de Espinas llevado a cabo por el artista Juan Antonio Galeote.
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Pablo Lorite, el experto de este año, se inclinó mucho por el trabajo de tus compañeras artistas, tanto en pintura como en escultura. Las mujeres en el arte siempre lo han tenido muy difícil y más todavía en el campo de las artes sacras, que ya no es que sea machista, sino que roza muchas veces la misoginia. Toda la razón. El papel de la mujer, ya no sólo en el tema artístico, sino en cualquier disciplina, ha sido muy denostado simplemente por su género, y eso que en pleno siglo XXI siga existiendo es impensable. Yo desde aquí clavo una lanza en el suelo porque verdaderamente lo que hoy tenemos a nivel femenino en imaginería y pintura es exquisito. Seguramente se me escapen muchas artistas emergentes, pero los tres nombres que se me vienen a la cabeza ahora mismo son los de Encarna Hurtado, Lourdes Hernández y Ana Rey. Son tres pilares indispensables para entender nuestro siglo de imaginería. Tres mujeres importantes, rotundas, a las que les cuesta muchísimo más sobresalir y destacar que a cualquier hombre por el solo hecho de ser mujeres. Así que vayan mis palabras de elogio junto con un beso y un abrazo fuerte para ellas, de verdad. Con Encarna Hurtado no puedo ser objetivo porque es mi amiga y la adoro, me parece la Roldana absoluta del siglo XXI, exquisita, no se puede tener mejor gusto trabajando que Encarna y no se puede ser mejor persona. Tanto con ella como con Paco, su marido, hay una cercanía. A Ana Rey la conocí hace poco en Cádiz con motivo de la presentación del libro de imaginería de Antonio Fernández Paradas y me pareció una de esas personas a las que ves y dices: es una artista. Intercambias tres palabras con ella y es lo primero que se te viene a la cabeza. Con Lourdes me pasa lo mismo, ha sabido reinventarse desde sus orígenes y a día de hoy es una artista florentina que rezuma sensibilidad y que abre mucho la paleta, algo que hacía mucha falta. La verdad es que hacía falta ya que tres mujeres como estas aportaran algo distinto a lo que el hombre puede aportar a la imaginería. Has mencionado el valor personal aparte del artístico en un momento en que están espolvoreándose muchos trapos sucios en el mundo del arte. No es por supuesto algo nuevo, nos podemos remontar por ejemplo a la época de Caravaggio o Alonso Cano, ambos muy discutidos a nivel personal, pero hoy en día hay dos mundos bastante divididos: la gente que separa al artista de la persona y la que condena también al artista por sus circunstancias personales. ¿Qué opinas tú al respecto? El arte refleja lo personal, lo que cada uno lleva dentro, es algo muy transparente. En imaginería, observo que cuando una obra ha sido realizada por una persona que al menos siente algo hacia la fe o hacia lo espiritual, transmite más. Volviendo al tema de las mujeres, cuántas habremos sacrificado a lo largo de la historia del arte como oficiales de taller o como trabajadoras por su condición del maestro. Pero está claro que, en nuestro caso, todo se rezuma, todo es evidente y tangible. La gente no solo capta la obra, percibo que también capta a la persona. A mí me captan poco, porque me dejo ver poco. Por ejemplo, la propia Ana Rey el otro día me dijo una frase que me llamó mucho la atención: José María, no pensaba que eras así. Eso me hizo reflexionar y pensé que, a lo mejor, la gente piensa que soy raro o de otra manera, cuando yo me considero normal en ese sentido. Además, con los compañeros siempre tengo cierta debilidad porque conozco nuestra problemática. Nuestro mundo es difícil y muy complejo y siempre me apoyo mucho en los compañeros. ¿No crees que cuando la gente ve tus obras piensa que en ellas está el carácter de José María Leal? Actualmente, pienso que sí. Quizás mi primera obra tenía otras inquietudes y otro fondo, pero el José María Leal de ahora expresa lo que es. A lo mejor no lo consigo, pero lo intento. A lo mejor mucha gente cuando observa mis obras ven una mezcla de fuerza y delicadeza, y una unción en las caras, porque yo soy muy beato. Cuando yo observo una imagen de otro no soy academicista, me voy directamente a la cara, y si la cara me dice algo, me voy al resto, pero si la cara ya no me llega, podrá ser una obra muy correcta pero para mí está fría, le falta algo. Yo creo que el mensaje está siempre en el rostro y a partir de ese mensaje hay un diálogo con el resto de la pieza, un compendio de elementos que te van enamorando, seduciendo, llevando... Por mi concepto de beatón, no me sale mirar un pie, una mano o cualquier otro elemento, yo me voy al rostro y eso me tiene que llevar a todo lo demás. Todo ello lo llevo a mi propio caso, y por eso el tema de los rostros me preocupa mucho, porque mi público es el que va a la iglesia a conversar con las imágenes, a apoyarse en ellas, a que sean su bastón, y eso, lógicamente, es lo que más tengo presente. Cuando sales de tus cuatro paredes, ¿sigues imbuyéndote de arte o desconectas y te dedicas a algo distinto? Estoy aprendiendo a salir para reciclarme. Cada vez me gusta más viajar. Soy de las personas que disfrutan del azul del cielo y del verde de los árboles. La cultura también me atrae cada vez más. Italia la visito mucho, es un imán grande, pero hay otras culturas que también me atraen mucho como la islámica, y por ello visito países islámicos con cierta asiduidad. También voy a Centroeuropa. Cada vez me atrae más viajar porque, en mi caso, el centro de Sevilla es como un pueblo donde nos conocemos todos. Viajar me da mucha libertad, me siento muy libre y me enriquezco mucho culturalmente. Esa sensación de libertad la tengo fuera de mi tierra y me engancha. Siempre intento compaginar ese enriquecimiento personal y cultural y el momento de desconexión. Esos impulsos que son importantísimos para que después venga un José María Leal fresco, renovado, con vivencias que después se reflejan en tu trabajo. Si no existieran pienso que siempre haríamos lo mismo como autómatas, seríamos máquinas de sacar cosas a la calle. Para terminar, ¿qué te gustaría decir a los internautas de La Hornacina, sobre todo a los que te han apoyado en esta obra y han hecho posible este galardón? A fin de cuentas, como ya te hemos explicado, nosotros solo somos un puente entre lo que es la voluntad de nuestro público y tu trabajo. Por supuesto, dar las gracias a todos los que se inquietan en entrar en La Hornacina, ya sea para admirar mi obra o la de cualquier compañero, porque como ya digo es el referente. Tanto a los que han votado por esta obra como a los que han votado por todas las que, durante estos años, ha ido mostrando el portal, darles las gracias porque verdaderamente, el reconocimiento es de ellos, no mío. Yo el mérito se lo doy más a los que han trabajado por poner en valor mis obras y dedicarles este pequeño reconocimiento. De verdad, muchas gracias. |
Nota de La Hornacina: Nuevamente damos las gracias a todos los internautas que,
con su participación, han hecho posible la concesión de este premio.
Detalles del Premio y la Encuesta en este |
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