NUEVAS ATRIBUCIONES A JOSÉ DE ARCE Y FRANCESCO MARIA MAGGIO

24/10/2005


 

 

 

Acaba de salir a la luz pública el último número de Aljaranda, una revista procedente de Tarifa (Cádiz) que incluye un interesante artículo llamado Apuntes sobre la Imaginería Procesional Tarifeña. Siglo XVIII (I), integrado en una serie que pretende analizar la estatuaria cofrade de la ciudad gaditana a lo largo de los siglos.

El escrito, llevado a cabo por los investigadores Juan Antonio Patrón Sandoval y Francisco Espinosa de los Monteros Sánchez, es un monográfico en torno a la escultura del Crucificado de la Caridad y al autor que lo atribuyen, que no es otro que el insigne escultor genovés, afincado en Cádiz, Francesco Maria Maggio.

Según la teoría de Patrón y Espinosa, la atribución se fundamenta en la presencia de rasgos comunes al imaginero por toda la escultura, tales como el uso del pergamino estucado para las aristas de las llagas, el relieve y los pliegues laterales de los tendones en las pantorrillas, las partes pilosas labradas a base de finas estrías y el peculiar modelado de la barba, que comienza separada de las patillas y acaba perdiéndose por detrás de la oreja. Así mismo, consideran como obras seguras o muy próximas a Maggio, además del documentado Cristo de la Piedad, el onubense Cristo de Jerusalén y Buen Viaje, atribuido por González Isidoro, y el Cristo de la Vera Cruz, de Aználcazar, atribuido desde este medio a través de un artículo firmado por Jesús Abades sobre la figura del genovés, tal y como se menciona en la revista, al igual que sucede con el Cristo de la Vera Cruz, de San Fernando.

Desde nuestro punto de vista, consideramos que el Crucificado tarifeño, aun presentando material y rasgos que difieren notablemente del estilo de Maggio, puede ser incluido dentro de su catálogo de obras cercanas sin mayores problemas, al reunir gran parte de sus grafismos habituales y notables semejanzas con las tallas mencionadas.

También estamos de acuerdo con la exclusión, dentro de las creaciones de Francesco Maria Maggio, del jerezano Cristo de la Buena Muerte, obra catalogada por nosotros dentro del círculo de seguidores de Anton Maria Maragliano que muestra innegables conexiones con otros Crucificados italianos del círculo. No compartimos, sin embargo, la opinión sobre el Crucificado del Amor, del Convento de Capuchinas de El Puerto de Santa María, al que, a pesar de su evidente impronta y composición, apartan del estilo de Maggio.

El anterior número de Aljaranda, publicado el mes de julio, mostraba la imagen de un Nazareno tarifeño del siglo XVII al que dichos investigadores ponían en relación con la producción de otra gran figura de la imaginería religiosa: José de Arce, estimando notables conexiones con otras hechuras del flamenco, como el Santiago el Mayor, de la Cartuja de Jerez de la Frontera, o el sevillano Jesús de las Penas, titular de la Cofradía de la Estrella.

A nuestro juicio, las desafortunadas intervenciones y repintes que ha sufrido la talla del Nazareno, pese a lo afirmado por el restaurador Pedro Manzano Beltrán, velan considerablemente la belleza de sus rasgos originales y contribuyen a dificultar la paternidad de su fisonomía actual, de ahí que nos limitemos a recoger con interés la postura emitida desde Tarifa y, al igual que en el caso del Crucificado de la Caridad, reclamar una urgente y adecuada intervención que permita mostrar, en la medida de lo posible, su esplendor primitivo.

 

Fotografías de Francisco Espinosa de los Monteros

 

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