EL ARTE FUNERARIO EN ESPAÑA A TRAVÉS DE SUS AUTORES (V)
QUINTÍN DE TORRE
02/11/2020
Foto: Roser Moreno |
Uno de los artistas más representados en el cementerio bilbaíno de Derio es Quintín de Torre (Bilbao, 1877-1966). Su primer trabajo para dicho camposanto es el panteón Betolaza, concluido en 1907, le siguen el de Amalia Ulacia (1908), el de los Cámara (1908) y el de la familia de Pedro Maíz. También realizó las espléndidas estatuas de San Cosme, para la tumba de la familia Mariscal Arana (1947), y de la Dolorosa para el sepulcro de su propia familia. Nosotros nos vamos a detener en los conjuntos de Pedro Maíz y Amalia Ulacia. La tumba de la familia de Pedro Maíz (imagen superior) es una capilla arquitrabada que se apoya en columnas estriadas. En su interior vemos las figuras de la Virgen, la Verónica, San Juan y José de Arimatea, a ras de suelo y con un intenso diálogo entre ellas. La iconografía es muy singular: la Verónica presenta el sudario con el rostro de Jesús a una María, que agachada y de rodillas, en actitud muy movida, se dispone a abalanzarse hacia la reliquia; detrás, Juan apoya su mano sobre su hombro prodigándole sosiego; al fondo, José de Arimatea, el propietario de la tumba donde se depositó el cuerpo de Cristo. El artista demuestra en dicho sepulcro su excepcional virtuosismo, no solo en la composición, la factura y el movimiento, sino también en los avejentados rasgos de José de Arimatea y en el paño blanco de mármol que destaca sobre la lápida roja que da acceso a la cripta. La escena se acompaña de un altar y de una vidriera por la que entra la luz y se proyecta la existencia del exterior. Respecto a la tumba de la familia Ulacia (imagen inferior) es otra capilla abierta construida con piedra artificial que simula rocas, ofreciendo una contraposición de la tradicional escena del belén. El conjunto dispone tanto piezas exentas y aplicadas sobre el muro, como un interesante uso de materiales diferentes que proporciona un especial tratamiento cromático. El friso de relieves que se dispone en la pared alrededor del féretro vacío, muestra los episodios más característicos de la vida de Cristo. Las estatuas de Jesús, María y San Juan son de mármol blanco, a tamaño natural, de gran calidad y virtuosismo. María sostiene el cuerpo del Hijo, muy alargado, y juntos componen una Piedad muy expresionista. En estas dos piezas se puede ver la primera etapa del escultor. Detrás, algo apartado, está Juan, cuya ejecución se muestra ya dentro de los cánones novecentistas del equilibrio expresivo y el idealismo en su actitud. Por ello, este panteón evidencia la transición y marca un punto de inflexión entre las dos épocas creativas del autor. |
Foto: Ángel Armendáriz |
FUENTES SÁENZ DE GORBEA, Xabier. "Escultura funeraria en el cementerio de Bilbao", en Cementerio de Bilbao, Servicios Funerarios de Bilbao, 2008, pp. 10-11. ARNAIZ GÓMEZ, Ana. "El cementerio de Bilbao: patrimonio funerario y memoria (de la vida) en la ciudad contemporánea", en Cementerio de Bilbao, Servicios Funerarios de Bilbao, 2008, p. 26. |
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