Esta escultura, titular de la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Nuestra Señora del Mayor Dolor del municipio sevillano de Paradas, fue encargada a Rafael Barbero en 1948, poco después de que el escultor granadino abriese su propio taller en la Puerta de la Carne de la capital hispalense.

Su encargo se realizó para dotar de un titular a la naciente Hermandad, que había realizado su primera estación de penitencia con un Cristo Yacente que llevaba en la parroquia varios años sin procesionar. Desgraciadamente no existe contrato de la imagen, las únicas señas con las que contamos son los pagos que se realizan en enero y marzo del año 1949. De lo que podemos deducir que su periodo de ejecución no fue demasiado prolongado en el tiempo, y que esta imagen pertenece a una de sus primeras obras como escultor consolidado.

De estética neobarroca, el Cautivo de Paradas es una talla de madera policromada con sudario o perizoma modelado en tela encolada. Responde al arraigado modelo iconográfico difundido por la Orden Trinitaria. Enmarcado dentro de un periodo de auténtico florecimiento de la estatuaria procesional, su belleza e innovadora composición se deben a la especial sensibilidad que mostraba Rafael Barbero -autor también de la Dolorosa en el mismo año- para sus trabajos, gracias a su formación belenística y a su depurada técnica en la labra del marfil, lo que le convierte en uno de los máximos exponentes de la Escuela Sevillana de Imaginería del pasado siglo XX, proporcionándonos obras de tanta calidad, belleza y singularidad como la que nos ocupa.

El Cautivo representa a Cristo de pie, maniatado y solo, en actitud de reo humillado y humilde tras haber sido abandonado por sus discípulos, una vez apresado en Getsemaní. Pese a mostrar su frente contusionada y surcada por regueros de sangre, no exhibe corona de espinas sobre el cabello, minuciosamente tallado y caído sobre la parte derecha del rostro. Presenta una barba bífida, el ceño fruncido y la boca entreabierta. La cabeza la tiene ladeada hacia el lado derecho, mostrando una mirada baja para transmitir al espectador sentimientos de dolor y ternura. Sus manos están atadas, y sobre su pecho descansa un escapulario con la cruz patada azul y roja de la Orden Trinitaria, relacionando así la imagen y la cofradía con la devoción de Jesús Cautivo y Rescatado. Es peculiar la postura de su pierna izquierda, retrasada con el pie girado en ángulo recto respecto a su pie derecho. Una postura que rompe con el hieratismo que suelen presentar este tipo de esculturas.

Las dimensiones no son las primitivas, ya que en el año 1963 se produjo un aumento del torso, por lo que la figura mide ahora 180 x 53 cm, aproximadamente. Esta modificación fue fruto de su primera restauración, realizada por el escultor alcalareño Manuel Pineda Calderón. Con ella se consiguió una mayor proporción, ya que, a juicio de los cofrades, la figura resultaba algo más baja de lo que podía permitirse comparada con sus extremidades. En 1995 se lleva a cabo una segunda restauración a cargo de Antonia Rojas Márquez, debido al mal estado de conservación en que se encontraba la talla, a causa del movimiento de las piezas, un ataque de xilófagos y la pérdida de policromía. Por lo que se llevó a cabo una importante intervención en el tratamiento del soporte para darle firmeza, se retiraron algunos elementos metálicos que estaban dañando la imagen y se aplicó una reintegración cromática que devolvió a la imagen un aspecto saludable, permitiendo que este peculiar Cristo Cautivo siga procesionando cada Jueves Santo por las calles de Paradas.