María aparece sedente con el Hijo bendiciendo en su regazo. El autor versiona libremente la pequeña Virgen de Belén labrada por el maestro Alonso Cano en el año 1664 para sustituir a la Inmaculada Concepción que él mismo labró para el remate del facistol de la Catedral de Granada. De ahí que cubra su cabellera con una toca que cae por el hombro derecho y el Niño aparezca desnudo sobre la rodilla izquierda de la Madre.

Siguiendo una constante en su trayectoria artística, Barbero fusiona los grafismos del barroco granadino, más livianos e intimistas, con los del sevillano, más expresivo y rutilante; detalle que podemos apreciar, por ejemplo, en el sitial de la imagen y los ricos estofados en oro. Al igual que el modelo en el que se inspira, Barbero inclina el bello rostro para que la Madre contemple al Niño, absorta por completo en su divinidad.

Se conserva el primer boceto que Barbero modeló ante el encargo recibido en 1959 de los hermanos de la Archicofradía del Inmaculado Corazón de María. Dada la buena aceptación que tuvo entre unos integrantes guiados por el espíritu claretiano, lo reprodujo en mayores proporciones en escayola; de esta segunda pieza sacó de puntos la actual talla procesional (165 x 80 x 79 cm), labrada en madera de ciprés policromada al óleo.

Con dicho boceto, de tan solo 34 cm de altura, el artista granadino muestra su hábil modelado en barro, buen continuador del quehacer de sus paisanos: el citado Alonso Cano y José Risueño. El Niño aparece con una actitud más dinámica en el boceto, más próximo a la Madre; que ofrece, asimismo, en el barro un contraposto más acentuado y un semblante más aniñado, del que irradia ternura en su gesto reconcentrado.

FUENTES

AA.VV. Arte en las Hermandades de Sevilla, Catálogo de la Exposición organizada por El Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla, 1986, p. 25.