En la Cuaresma del año 1982 varios cofrades del municipio cordobés de Puente Genil deciden reflotar, por enésima vez, la reposición del paso de la Santa Cena, desaparecido en la Guerra Civil. El 28 de junio de 1983 constituirían la Antigua Hermandad -ya que se trataba de una reorganización de la que existía en la Veracruz en 1936- y Cofradía Sacramental de la Sagrada Cena de Jesús y Nuestra Señora del Amor.

Juan Ortega Chacón -uno de los artífices de dicha reorganización, por entonces Teniente-Alcalde Delegado de Cultura del Ayuntamiento de Puente Genil-, teniendo constancia de que Luis Ortega Bru ultimaba un nuevo Apostolado para la cofradía hispalense de la Cena, mueve los hilos para que el antiguo, semiabandonado en una oscura dependencia del coro alto del templo de los Terceros, sea trasladado a Puente Genil. Se inicia así una negociación difícil y plagada de obstáculos, que llega a buen puerto gracias a dos excepcionales valedores: Juan Palacios Ávila, en aquellos años Hermano Mayor de la Cofradía de la Sagrada Cena de Sevilla, y el escultor Antonio Dubé de Luque, autor de los actuales titulares de la cofradía pontanesa.

El Apostolado que llegó a Puente Genil sustituye a otro destruido en los disturbios de julio de 1936. Su pérdida obligó a realizar un nuevo grupo. Las circunstancias de la Guerra Civil y las dificultades económicas obligaron a los cofrades sevillanos, en su afán de reponerlo cuanto antes, a encargar algunas tallas y, en precario, readaptar otras. Todas son figuras de cuerpos anatomizados, con caras, manos y piernas policromadas; sin embargo, pese a la aparente armonía del conjunto, se trata de imágenes de diferentes gubias y épocas.

Antonio Bidón Villar (Sevilla, 1893-1962), discípulo de José Ordóñez, es el autor de seis de los Apóstoles que componen el misterio: Santiago el Mayor, Santo Tomás, San Mateo, Santiago el Menor -primitivo San Juan, apodado cariñosamente "D'Artagnan" en Sevilla-, San Bartolomé y San Judas Iscariote; los cuatro primeros, sentados, y los dos últimos de pie. Bidón recibió el encargo en 1937 y en el intervalo aproximado de un año, empleando austeros materiales, esculpió siete Apóstoles y completó el misterio con la adaptación de otras cinco tallas que acompañarían a la del Señor, obra de Manuel Gutiérrez Reyes (1860) que sería sustituida en 1955 por la de Sebastián Santos. Por razones desconocidas pero que se nos antojan estéticas, se desecharía a mediados de los años 60 una de ellas, ya que consta que se utilizó como Apóstol el primitivo Cristo de Gutiérrez Reyes tras elevar a titular el de Santos. Sabemos, además, que el carpintero Francisco Olivera cobró 135 pesetas por la realización de nueve banquillos para los Apóstoles sentados, que son los que se conservan.

Manuel Gutiérrez Reyes (Sevilla, 1845-1915) esculpió hacia 1875 la más antigua y valiosa imagen del conjunto: San Judas Tadeo. Originariamente parece que efigiaba a San José de Calasanz, encontrándose en el Convento de los Terceros y readaptándola Bidón como Apóstol. Presenta evidentes analogías iconográficas con el primitivo Cristo de la Cena de Sevilla y otras obras documentadas del autor.

Bien por falta de presupuesto -hasta 1941 se espaciaron los pagos-, por la lógica premura o por ambas cosas, además de la talla de Gutiérrez Reyes, Bidón readaptó otras cuatro tallas cedidas por la cofradía hispalense de las Siete Palabras. En 1887 dicha corporación de penitencia decide realizar un paso alegórico que representara al Sagrado Corazón de Jesús ofreciéndose en supremo sacrificio, custodiado por dos ángeles -el de la Misericordia y el de la Justicia, este último la actual Dolorosa de la Cabeza tras su readaptación por Manuel Escamilla en 1956- sobre un grupo de nubes con cuatro figuras que representaban a los Profetas y Patriarcas de la Antigua Ley contemplando al Redentor: Abraham, Moisés, David e Isaías. Todas estas imágenes fueron encargadas al escultor Emilio Pizarro de la Cruz (Sevilla, 1836-1961) -hermano y miembro de la Junta de Gobierno de las Siete Palabras-, que las realiza entre 1887 y finales de 1901, fecha en que las entrega por 1250 pesetas.

Por una serie de razones ese paso alegórico no llegó a procesionar nunca, abandonándose el proyecto en 1922. Al quedar las imágenes para diversos usos, en estas circunstancias fueron requeridas por la cofradía hispalense de la Cena, readaptándose los cuatro Profetas por Bidón como Apóstoles; primero en calidad de préstamo, hasta que fueron adquiridas en 1948 por un donativo de 1.000 pesetas. Son las siguientes: San Pedro, arrodillado junto al Señor; San Andrés, de pie; San Felipe, genuflexo, y San Simón Cananeo, sedente.

En 1965 la Cofradía de la Cena de Sevilla decide realizar una nueva talla de San Juan Evangelista, efectuándose el encargo a Rafael Barbero. El autor lo concibió genuflexo, místico e idealizado para posar al lado derecho del Señor. Es talla de mérito y de una gran dulzura en medio del conjunto. Destaca su largo cabello, finamente gubiado, cayéndole por la espalda. Está inspirada en la famosa creación de Francisco Salzillo que procesiona en solitario dentro del cortejo de la cofradía murciana de Jesús, según testimonio de Jesús Creagh, antiguo Hermano Mayor que tuvo parte muy activa en su realización. Fue estrenada el Domingo de Ramos de 1966, por lo que es la más moderna de las que componen el misterio. Entre 1999 y 2000 fue restaurada, ante su serio deterioro, por el artista pontanés Pedro García Velasco, quien aplicó además una nueva encarnadura.

Todo este admirable y singular conjunto fue adquirido por un donativo simbólico a la Cofradía de la Sagrada Cena de Sevilla. Tras pequeños retoques a algunas de las imágenes por el propio Dubé de Luque, las imágenes fueron traídas a Puente Genil el 9 de marzo de 1984, transportadas en un vehículo de la empresa pontanesa Ximénez, y bendecidas dos días más tarde por el entonces Obispo de Córdoba, Antonio Infantes Florido.