La presente obra está inspirada en el arte florentino del siglo XV, especialmente en el San Juanito (hacia 1518-1519) pintado en el taller de Rafael Sanzio, seguramente por uno o varios discípulos siguiendo un diseño inventado por el maestro, quien tuvo en cuenta las anatomías de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. En dicho óleo sobre lienzo, conservado en la Galería de los Uffizi (Florencia), podemos ver al santo vestido con una exótica piel de leopardo ceñida al cuerpo, en lugar de los característicos flecos de camello, señalando con el brazo en alto a la cruz que aparece a su derecha, símbolo de Jesús, del que fue Precursor.

Este San Juanito de Paul Dubois (1829-1905), en el que también se observan influencias de Donatello, Verrocchio y Andrea del Sarto, marcó igualmente el comienzo de una corriente neoflorentina en la escultura, de la que el escultor y pintor francés Dubois será cabeza de serie. Tanto el Gabinete de Diseños del Museo del Louvre (París) como los descendientes del artista conservan numerosos dibujos preparatorios de la obra, en los que se pueden observar variaciones en la posición de las piernas y los brazos.

El modelo original en yeso fue ejecutado en Roma, en el año 1861. Este yeso, presentado a la exposición de arte francés celebrada en Copenhague, en 1888, fue ligeramente remodelado en 1897. Copias también en yeso se conservan en el Museo de Bellas Artes de Angers, en el Museo de Arte e Historia de Troyes -fue la pieza presentada en el Salón de 1863, obteniendo una Medalla de Segunda Clase-, y en el Museo Dubois-Boucher y en la Iglesia de San Lorenzo de Nogent-sur-Seine, localidad natal de Dubois.

La fundición de la primera copia en bronce corrió a cargo de Thiébat -se conserva en el Museo de Orsay y mide 163 x 58 x 64 cm, lo mismo que el yeso-, y fue exhibida en el Salón de 1864 y en dos Exposiciones Universales: la de París (1867) y la de Viena (1873). Su pátina, considerada demasiado oscura, fue criticada. Un nuevo bronce, fundido en 1877 por Barbedienne a petición de Carl Jacobsen, propietario de la fábrica de cervezas Carlsberg, tomó como base el yeso remodelado y se presentó a la Exposición Universal de 1900, celebrada también en París. Entre 1865 y 1953, Barbedienne fundió el citado modelo en cinco tamaños distintos: 120, 95, 80, 64 y 38 cm. Por su parte, la manufactura de Sèvres llevó el San Juanito a la porcelana en tres dimensiones: 75, 55 y 30 cm. 

El bronce que fue presentado en la Exposición Universal del año 1900, conservado en la Carlsberg Glyptoteket de Copenhague, cosechó un éxito eminente. Los críticos son unánimes a la hora de elogiar la belleza que posee en general el Bautista de Dubois, sus armoniosas proporciones y la expresividad de su rostro. Paul Mantz señaló además que el ardor juvenil del simulacro es la inspiración que conviene a los precursores: su cabeza es poética, toda la figura es movimiento y su esbeltez va pareja con su elegancia. Por su parte, Judith Walter remarcó la verdad que parece brotar de sus labios abiertos, sus ojos profundos llenos de indignación y su cabeza, que aunque muy infantil posee una majestuosidad imponente.

La obra de Paul Dubois inspiró a otros escultores como Jean-Baptiste Baujault, Alfred Boucher, Jules-Isidore Lafrance, René de Saint Marceaux o Jean Dampt. Lafrance y Marceaux realizaron versiones de San Juanito cuyas poses son muy parecidas a la de Dubois, solo que en estos casos el santo eleva los dos brazos y muestra mayor agitación y teatralidad en su silueta, sobre todo en la obra de Lafrance. También Dampt realizó su versión sobre el tema (imagen inferior) aunque cambiando radicalmente la composición: arrodillado, orante y mirando al cielo, con una devota y arrebatadora mirada infantil, y reconocible como Bautista solo por el taparrabos de camello, escueto como los anteriores. De las esculturas de Dampt y Lafrance se conservan piezas marmóreas -son otros yesos originales llevados luego a distintos materiales- en el parisino Museo d'Orsay.