Según consta en las actas de la hermandad salmantina que lleva su nombre, cuatro tallas diferentes han representado a Nuestra Señora de la Soledad (dos labradas en el siglo XVIII y otras dos en el siglo XX, tres de ellas de candelero para vestir), una Dolorosa que ahora está representada en dicha corporación de penitencia por la obra realizada en 1941 por el escultor valenciano Mariano Benlliure.

Aunque el acuerdo de ejecución, promovido por Bonifacio Blanco, se remonta al 7 de febrero de 1937, debido a los sucesos de la Guerra Civil no sería hasta el 11 de febrero de 1940 cuando se nombra una comisión para llevar a cabo dicha iniciativa. La nueva Virgen de la Soledad llegó a Salamanca en la primavera de 1941, procesionando por primera vez en la Semana Santa de ese mismo año.

Benlliure, que cobró 15.000 pesetas por su trabajo, labró una bella obra en la que imprimió sus habituales rasgos en este tipo de piezas: belleza juvenil, facciones realistas y serenidad en el dolor. A petición de la hermandad, debió repolicromarla en 1943, pues la pintura original, tan peculiar del autor, no fue del agrado de los cofrades. En origen no llevaba lágrimas, siendo las actuales colocadas por José Cordón en 1960.

El artista esculpió en madera esta venerada Virgen de 167 cm de altura, para cuya creación se inspiró en una joven zaragozana. Pese a figurar revestida, se trata de una talla completa que muestra bajo su lujosa indumentaria un estilizado cuerpo de mujer cubierto con un camisón. En 1964 estrenó el manto que luce ahora en la procesión, bordado en hilo de plata sobre terciopelo negro. Dicho manto pesa más de 60 kilos.