JERÓNIMO BOSCO 500
LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO


 

 

El ámbito de lo maligno, de los ataques y las metamorfosis demoníacas, que se extiende por otros cuadros de Jerónimo Bosco, constituye el núcleo del subyugante tríptico de Las Tentaciones de San Antonio (catalogado en torno a los años 1505-1506) que se conserva en el Museu de Arte Antiga de Lisboa. Aquí luce también el motivo fantástico de los incendios nocturnos, reiterado en las representaciones del infierno y que, lo mismo que otras ideas bosquianas, iba a encontrar amplio eco en la pintura flamenca del siglo XVI.

El panel izquierdo contiene dos escenas principales: en la parte superior el santo es transportado al cielo por los demonios, y en la inferior, tras el macabro viaje, San Antonio es atendido por dos religiosos y por un lego que ha sido interpretado por algunos expertos como un autorretrato del Bosco; el grupo cruza un puente de madera bajo el cual tres monstruos leen una carta, prestos a recibir una nueva misiva por una figura que patina sobre hielo. Delante del santo y sus compañeros, aparecen otros tres personajes fantásticos que caminan hacia un edificio en forma de hombre arrodillado, símbolo de un prostíbulo.

El panel derecho muestra una de las tentaciones a las que San Antonio fue sometido: la figura femenina que se destaca es la de una especie de joven reina diabólica que se baña junto a un tronco hueco y cubierto por una gran capa roja, tratando provocativa de atraer al santo a su dirección, vislumbrándose un palacio al fondo.

Por último, el panel central y principal se halla presidido por un templo cilíndrico en ruinas, decorado con tres escenas del Antiguo Testamento: las tablas de Moisés, el becerro de oro y el regreso de los enviados a la tierra prometida). En el altar del templo un Crucificado y a su lado el propio Jesús de pie y bendiciendo, paralelo a la figura del santo, de rodillas en el exterior y mirando al espectador. Al lado de San Antonio, que encuentra el camino de la salvación a través de la experiencia eremítica, aparece la rueda del Zodiaco con símbolos alusivos al planeta Saturno. De todos los espacios del cuadro, el interior del templo es el único inmune a la presencia del demonio y las fuerzas del mal que, en las afueras, se manifiestan en el agua, en la tierra, en el cielo y en el fuego, adoptando las más variadas formas fantásticas; en su mayoría híbridos mitad humanos, mitad animales.

 

 

El exterior de las puertas del tríptico (imagen superior) muestra dos escenas monocromas de la Pasión de Jesús: el prendimiento en el Huerto de los Olivos y el camino de Cristo hacia el Calvario, justo en el momento en que es enjugado su rostro, según la tradición medieval, por la santa mujer Verónica.

La biografía de San Antonio hace dudar de la historicidad del personaje. Lo que parece irrefutable es el gran impacto que ejerció tanto en la devoción popular medieval como en las manifestaciones artísticas. Versiones apócrifas posteriores enriquecieron la vida del santo con diversas tentaciones y Jacopo de la Vorágine, apoyado en la Vitae Patriun, redactó su Leyenda Dorada en 1478, cuya biografía de San Antonio es base de indiscutible inspiración para el Bosco y los pintores nórdicos del siglo XV. Las imágenes fijan una iconografía reconocida mediante atributos como la compañía del cerdo, que, como algún sector de la crítica ha visto, simboliza la lujuria y otros placeres de la carne que el santo tiene que vencer.

Los llamados hijos de Saturno en tiempos medievales eran los locos, mendigos y abandonados de toda suerte, así como los filósofos, místicos y eremitas. El tutelaje astrológico que el planeta ejercía sobre ellos equivale al tutelaje que San Antonio ejerció también sobre sus marginados y enfermos desde que en el año 1095 se fundara la Orden de los Antonitas, de fuerte expansión en los Países Bajos. Su principal misión era acoger, proteger y prestar ayuda religioso-sanitaria a los afectados por el fuego de San Antonio y, con el tiempo, a todos aquellos que, dentro de una mentalidad medieval, fuesen representativos de epidemia, mendicidad o locura.

El altar del tríptico puede desempeñar un papel preventivo o terapéutico. El santo se gira y mira directamente al espectador/enfermo con intención de curarlo. De admitir esta teoría, queda justificada la proliferación de cuadros dedicados al tema de San Antonio por su carácter preventivo. Su posterior instalación en monasterios o en casas de afectados provocaría la gran demanda de cuadros del santo titular. De hecho, la obra lisboeta fue copiada en varias ocasiones y otra versión del maestro se encuentra en el Museo del Prado (imagen inferior).

 

 

FUENTES

MORÁN SUÁREZ, Isabel. "El fuego de San Antonio. Estudio del Ergotismo en la pintura del Bosco", artículo publicado en Asclepio, volumen 48, fascículo 2, 1996, pp. 173-194.

 

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