CENTENARIO DE LUIS ORTEGA BRU
CRISTO DE LA SALUD

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

Mediada la década de los años cincuenta del siglo XX, Ortega Bru era un escultor en la plenitud de su arte, en un contexto, el sevillano, que coartaba la creatividad y oprimía el exacerbado carácter expresivo de su obra. Las limitaciones del mercado, reducido a las Hermandades y Cofradías, y su situación personal, signado por el pasado republicano en una ciudad y medios artísticos dominados por autoridades y beneficiados afines al régimen, lo ponían en dificultades difíciles de superar y casi imposibles de soportar.

 

 

 

Durante sus primeras décadas de existencia, la cofradía sevillana de Montesión procesionó el crucificado de la Salud o de los Corales, una obra del siglo XV que actualmente se conserva en el monasterio de Santa Paula; posteriormente, recibiría de las Indias una pieza modelada en pasta de madera que fue destruida en 1936 y reemplazada en 1954 por la actual, magnífica obra del escultor sanroqueño Luis Ortega Bru.

La representación es la de un Cristo vivo en la cruz, en el momento de pronunciar una de las palabras que recogen los evangelistas en sus textos; concretamente, la Segunda Palabra -"En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23, 43)- que dirige a san Dimas, el ladrón crucificado a la derecha; quien, tras advertir la gracia divina de Jesús, recibió su misericordia al rogarle un sitio en el reino de los cielos.

 

 

 

Este crucificado fue encargado y donado por José Luis Ruiz Muñoz, entonces mayordomo de la cofradía de Montesión. En el escrito de donación se especifica que la obra fue tallada en madera de ciprés, con unas dimensiones de dos metros de pies a cabeza y uno noventa de mano a mano en su mayor longitud. También se indica que la actitud del Cristo es expirante, con el pecho alzado y la espalda separada del madero, en una posición parecida al crucificado de la cofradía sevillana de Montserrat.

Por otro lado, dicho escrito obliga a la cofradía de Montesión a rendirle culto al Cristo de Bru y a comprometerse solemnemente a no ceder, ni enajenar bajo ningún pretexto ni circunstancia ninguna la imagen donada, la cual tampoco podrá ser prestada ni trasladada de la capilla donde permanecerá constantemente.

 

 

Como es usual en el autor, es impresionante el realismo del que hace gala la imagen, la cual, además, pertenece a una de las etapas más brillantes del artista. Aunque su postura derive del crucificado de la Conversión del Buen Ladrón de la cofradía de Montserrat -obra de Juan de Mesa del año 1619-, se constata no solo la existencia de una aplastante personalidad propia, sino también de uno de sus más prestigiosos prototipos al ser recreado, con diversas variantes, por el propio autor en obras como el Cristo de la Misericordia de Campamento (Cádiz), el Cristo de la Fe de Alicante o el Cristo de la Vera Cruz de Manzanares (Ciudad Real).

Cuenta la cofradía de Montesión que, antes de entregar la imagen del Cristo de la Salud -al que Bru le gustaba llamarlo "de las Lágrimas", quizás por la que figura sobre la mejilla derecha, casi al filo de la barba-, la cual fue terminada en los talleres sevillanos de Pérez Calvo, el escultor la expuso en una pequeña muestra celebrada en la Galería Cubiles de la capital hispalense, en la que también figuró la Piedad para La Línea de la Concepción y cuatro cartelas en altorrelieve para el paso de la Sentencia de la cofradía sevillana de la Macarena.

 

 

 

La efigie de Jesús, dispuesta sobre tres clavos sobre el arbóreo madero, ladea la cabeza hacia la derecha para poder comunicarse con su interlocutor. La cabeza, rematada por leñosa corona de espinas, aparece ligeramente flexionada hacia delante, lo que unido al rictus que toman sus entreabiertos labios refuerza la sensación de diálogo aparente. Causa gran impacto una mirada dramatizada por las anchas y dolientes cejas, los párpados caídos e hinchados, y unos ojos de color miel inyectados en sangre. El cabello y la barba se resuelven a base de mechones voluminosos, ondulados y policromados en tonos castaños.

La composición resulta sumamente monumental, esbelta y elegante, al estilo de otras obras como las citadas réplicas o el Cristo del Descendimiento de Jerez. Por su postura el cuerpo adquiere gran tirantez, lo que provoca la expansión venosa y muscular -sobre todo en los brazos y el pecho- y el remarque de los huesos -especialmente en la zona clavicular, costillas y rodillas-. El sudario es del tipo cordífero, sujeto con una doble soga que no llega a cubrir el lado derecho, donde además forma un amplio pliegue en la zona superior.

Para Luque Teruel este crucificado muestra unas claras referencias de Bru al desgarrado expresionismo alemán de las primeras décadas del siglo XX con figuras como Erich Hekel, confluyendo también según su criterio influencias de Baldomero Romero Ressendi, Miguel Ángel, la tradición sevillana representada por Juan de Mesa y Juan Martínez Montañés, el surrealismo, el cubismo y el postcubismo. Las carnaciones están resueltas con la técnica mixta inventada por Bru, con ricas veladuras a base de pigmentos sienas, malvas y azules, y lacas.

 

 

El Cristo de la Salud no forma parte del cortejo procesional de la corporación del Jueves Santo sevillano. Suele salir en Vía Crucis cuaresmal y, de forma extraordinaria, desfiló en 2009 en el paso de misterio de la Oración en el Huerto, con motivo del 450 aniversario de la fundación de la cofradía de Montesión.

La imagen fue intervenida entre los años 2007 y 2008 por el restaurador Enrique Gutiérrez Carrasquilla con el fin de solucionarle problemas de ensamblaje y policromía. Fue entonces cuando los Hermanos Caballero le tallaron una nueva cruz procesional. También fue reparado el retablo barroco donde el crucificado recibe culto -una obra anónima de mediados del siglo XVII- por el restaurador Benjamín Domínguez Gómez.

 

 

 

FUENTES

LUQUE TERUEL, Andrés. "Una escultura clave en la definición de la dimensión formal propia, el Crucificado de la Salud de la Hermandad de Montesión de Sevilla, en 1954", vol. II de Luis Ortega Bru, nº 6 de Grandes Maestros Andaluces, Sevilla, Tartessos, 2011, pp. 134 y 139-140.

http://hermandaddemontesion.es

AA.VV. "El esplendor del alma y la madera", volumen III de Semana Santa en Sevilla, Sevilla, Biblioteca de Ediciones Andaluzas S.A., 1983, p. 50.

 

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