DECOR CARMELI - CÓRDOBA

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

   

 

La violencia y el dinamismo del carácter de Juan de Valdés Leal (Sevilla, 1622-1690), pintor sevillano de padre portugués (el orfebre Fernando de Nisa) eran casi patológicos y matizan continuamente sus creaciones. Valdés Leal pintó movimientos rápidos, con colores fuertes; buscó la pasión física y moral. No es extraño, por tanto, que eligiese La Ira del Cielo sobre los Sacerdotes de Baal o El Rapto de Elías como temas para sus obras. También fue Valdés Leal un buen ejemplo de que los estilos artísticos (en su caso, el barroco) son en realidad reflejo de estilos de épocas y de estilos de hombres.

Este patetismo y desenfrenado furor dramático, aliados con la literatura, produjeron las dos obras maestras más populares de Valdés Leal: In Ictu Oculi y Finis Gloriae Mundi, ambas del género vanitas realizadas para el Hospital de la Santa Caridad de Sevilla, en las que no perdonó repugnancia para representar el horrible espectáculo de la muerte. Magníficas como pinturas, se hallan muy de acuerdo con el pensamiento pesimista y ascético de la época, y aunque fuesen encargadas para la iglesia de un centro hospitalario, parecen más apropiadas para acabar de matar a los enfermos que para ofrecerles ese optimismo precioso que es parte fundamental de todo tratamiento para recuperar la salud.

Entre 1655 y 1656 lleva a cabo otra de sus piezas más interesantes, la última de las realizadas durante su estancia en Córdoba (donde recibió las enseñanzas de Antonio del Castillo), con la que, además, inicia ya sin concesiones sus maneras convulsas y exageradas: el conjunto de pinturas para el retablo mayor del convento cordobés de los Padres Carmelitas Descalzos. Se halla formado por los siguientes lienzos: La Virgen de los Carmelitas, Elías y el Carro de Fuego (lienzo principal del retablo), Elías y el Ángel, Elías Confundiendo a los Profetas de Baal en el Monte Calvario, Santa Victoria, San Acisclo, San Pablo, La Cabeza de San Juan Bautista, San Miguel, San Rafael, Santa María Magdalena de Pazzi y Santa Inés, y Santa Polonia y la Beata Juana Scopelli.

El lienzo que corona el retablo es La Virgen de los Carmelitas, una composición que recuerda a la Virgen de los Cartujos del Museo de Bellas Artes de Sevilla (ambas poseen también casi las mismas medidas: 257 x 306 cm la cordobesa y 267 x 320 cm la sevillana), obra que Francisco de Zurbarán realizó en origen, hacia 1655, para la cartuja sevillana de Santa María de las Cuevas. Por las fechas, casi podríamos decir que es la respuesta teatral y agitada de Valdés Leal a la pieza mariana de Zurbarán, cuyo estilo, reposado, ingrávido y espiritual, es totalmente opuesto al delirio barroco del último de los grandes maestros de la escuela sevillana de pintura.

 

FUENTES: CID PRIEGO, Carlos. Arte Barroco y Rococó, Barcelona, 1956, pp. 607-608.

 

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