DECOR CARMELI - SAN ELÍAS
Sergio Cabaco y Jesús Abades
Considerado Fundador y Patriarca de la Religión Carmelitana, pese a no existir ninguna constancia escrita sobre los comienzos de la Orden, San Elías goza también del título de Precursor de la Vida Monástica debido a la vida de penitencia y oración que ejerció desde edad muy temprana, totalmente retirado de los asuntos mundanos.
Acerca del Monte Carmelo, del que toman su nombre los carmelitas, hay que decir que desde la antigüedad se consideró como un lugar sagrado, venerándolo los sirios como si de una divinidad se tratara. En él solamente existía un altar donde se ofrecían sacrificios en honor del dios Baal, práctica que se remonta al siglo IX antes de Cristo. San Elías, sintiendo la llamada de Dios como su Profeta, se rebeló contra el culto a Baal ante el rey israelí Ajab, y proclamó que el único y verdadero dios era Yaveh. Ante la negativa de Ajab (llamado también Ajaba y Acab) a retirar el culto a Baal, Elías predijo un largo periodo de sequía que causó una gran hambruna en Israel.
Después de tres años y medio de sequía, San Elías reunió en el Monte Carmelo al rey y a los sacerdotes de Baal, haciéndoles testigos de un milagro. Los servidores del dios pagano fueron exterminados, la lluvia volvió y muchos israelitas se convirtieron. Sin embargo, Jezabel, esposa de Ajab y ferviente adoradora de Baal (de hecho, mandó exterminar antes a los sacerdotes de Yaveh, de los que sólo se salvaron unos pocos), juró venganza contra Elías, quien tuvo que refugiarse en el desierto y, posteriormente, en el Monte Horeb o Monte Sinaí (nordeste de Egipto), acompañándole su discípulo San Eliseo, a quien el propio Dios nombró sucesor de Elías.
Durante las Cruzadas, algunos guerreros se retiraron al Monte Carmelo, en recuerdo del Profeta Elías y atraídos por la impresionante belleza natural del lugar. En el siglo XIII, un grupo de monjes latinos que vivían allí recibieron de manos de Alberto, Patriarca de Jerusalén, la llamada "fórmula de vida". En las primeras constituciones de la Orden Carmelita, ya se menciona a San Elías como inspirador de la vida en solitud y contemplación.
Los profetas Moisés y Elías, en el episodio de la Transfiguración, representan el profetismo del Antiguo Testamento o la antigua ley, que es sucedida por una nueva autorizada por la voz del cielo, que, refiriéndose a Jesús Transfigurado, dice "¡escúchenlo!". Un nuevo orden, que sustituye al antiguo, se instaura de una manera definitiva tras conversar Moisés y Elías cara a cara con Dios en una montaña sagrada, se cree que el Monte Tabor de Israel.
San Elías no falleció, sino que fue arrebatado por Dios mientras caminaba con su pupilo Eliseo a través de la región palestina de Beth-el. El profeta ascendió a los cielos en un carro de fuego conducido por ángeles, tirado por caballos de fuego y en medio de un gran torbellino de luz. Dicho episodio fue magníficamente ilustrado en el año 1865, con ligeras variantes, por el prolífico artista francés Gustave Doré (1832-1883).
El célebre grabador utiliza la técnica del claroscuro en todas sus numerosas ilustraciones de los temas bíblicos; incluida, por supuesto, la que nos ocupa y con la que ponemos fin al especial de 2010. Narrada en el Libro de Reyes del Antiguo Testamento, la escena de La Ascensión de Elías en el Carro de Fuego destaca por el dramático contraste entre las partes oscuras y las iluminadas, lo que junto a la afectada pose de San Eliseo en tierra y la imagen de San Elías (muy resaltada por la luz) atravesando los cielos, crea un intenso efecto místico y espiritual.
FUENTES: DE VICENTE GONZÁLEZ, José. Boticas Monásticas, Cartujanas y Conventuales de España, La Coruña, 2002, p. 61; A.A.V.V., Once del Virreinato. Presencia de México en el Mundo, Universidad Iberoamericana, México D.F., 1993, p. 84; A.A.V.V. La Catedral de Morelia, El Colegio de Michoacán, 1991, p. 77.
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