Obra dieciochesca de factura popular que preside un retablo tipo marco de estilo neoclásico. Representa el llamado Privilegio Sabatino, según el cual la Madre del Monte Carmelo haría salir del purgatorio, el primer sábado después de su fallecimiento, a todas las ánimas que hubiesen muerto llevando consigo el escapulario carmelitano, de ahí que María lo porte en su mano derecha. Preside la escena la Santísima Trinidad.

Este altorrelieve se encuentra en El Coronil, un municipio de la campiña de Sevilla que atesora un interesante y poco conocido conjunto de retablos y tallas religiosas, prácticamente todos de los siglos XVIII y XIX. Casi todas las piezas, como la que nos ocupa, se encuentran mayormente en la Parroquia de Nuestra Señora de Consolación, edificio de origen mudéjar con importantes reformas barrocas y neoclásicas.

La iconografía de la Virgen del Carmen con almas del purgatorio tiene algunos elementos infaltables: Nuestra Señora del Monte Carmelo, el santo escapulario, las ánimas y el fuego purificador. Como parte de la iglesia triunfante, pueden incluir a la Santísima Trinidad, ángeles y arcángeles y santos intercesores.

La iglesia purgante comprende a las ánimas representadas de forma corporal, de medio cuerpo, desnudas y cercadas por el fuego, por lo general ubicadas en la parte inferior de la composición. La iglesia militante, por su parte, estaba representada por el donante, el comitente o incluso ese papel podía ser desempeñado por el espectador, que se dejaba envolver por la escena escatológica y tomaba conciencia de las realidades últimas del hombre y de la necesidad de auxilio por parte de las otras dos iglesias.

En este caso, la Madre del Carmelo, sobre nubes y con un escapulario de tela, se desplaza a un lado para dejar el protagonismo central a San Miguel, príncipe de los arcángeles. En el lado contrario, otro arcángel ayuda a las almas a salir del Purgatorio y llegar al Cielo. Las diez ánimas se ubican en la parte inferior de la obra, mientras que en la superior aparece, también entre nubes, la Santísima Trinidad con el orbe cristiano en el centro.

La modesta factura artística del relieve se compensa con su riqueza iconográfica, destacando la figura de San Miguel, el arcángel más popular entre las ánimas. Con su característica vestimenta militar romana, se ocupa con una balanza de la importante tarea de pesar las obras buenas y malas de las almas de los difuntos.