De excelente calidad artística, este óleo sobre tela todavía anónimo que lleva por título Refugium Pecatorum (Virgen del Refugio de los Pecadores) es una compleja representación de la Virgen con el Niño, en una curiosa combinación iconográfica de la coronación de la Virgen, la mujer apocalíptica y el cuadro de ánimas.

Se trata de una monumental pintura (192 x 137 cm) que se conserva en el Museo del Carmen de Ciudad de México. María aparece con el Niño Jesús en un brazo, combatiendo al terrible dragón con una lanza que toma la forma de la Cruz de la Resurrección, para rescatar a las Ánimas del Purgatorio que están siendo devoradas por las siete cabezas de la bestia que representa a los pecados capitales.

La Virgen es el refugio donde las almas de los pecadores y desamparados encuentran cobijo, protección activa y seguridad frente a los males del cuerpo y del alma. Como tal, esta vertiente iconográfica, muy propagada por jesuitas y franciscanos, llegaría a ser muy útil en las conversiones cristianas de Nueva España.

A pesar de que el lienzo está firmado, el deterioro hace imposible descifrar el nombre del autor, a quien podemos ubicar en las décadas centrales del siglo XVIII gracias a la concesión de indulgencias, pintada al calce de la tela, por parte del arzobispo de México Manuel Rubio y Salinas, quien ocupara el cargo entre 1749 y 1765.