LA OBRA DE ALEJANDRO CARNICERO (VI)
RETABLO DE LA CATEDRAL DE CORIA (CÁCERES) (Y II)
Juan Fernández Saorín
En la hornacina central del retablo de la Catedral de Coria (Cáceres) encontramos una talla de la Asunción de la Virgen (imagen superior izquierda) y en el ático un soberbio grupo escultórico de La Piedad acompañado de varios querubines. Un conjunto de pequeñas esculturas como los cuatro Evangelistas, entre las que destaca la de San Juan (imagen superior derecha) que de forma elegante, y en actitud reflexiva, queda envuelta casi por completo por su capa. Una representación de la Fe sobre el tabernáculo completa el conjunto escultórico. Se trata de imágenes serenamente equilibradas, proporcionadas, relajadas, ajustadas a un velado barroquismo y con el logrado intento de traspasar la frontera hacia lo cortesano. Sugieren, en general, un importante giro concepcionista tanto en el tratamiento de pliegues más suaves y menos aristados, con modelados sobrios tanto en las formas como en los volúmenes, denotando una sensible evolución en su creación, alejándose de la teatralidad que impera en toda su obra y acercándose a la serenidad cortesana que Alejandro Carnicero ya comienza a absorber, con policromías planas y austeras, olvidándose de la riqueza decorativa que había llevado a cabo en buena parte de sus obras. Pese a ello, deja en todo momento patente la consabida influencia de Gregorio Fernández y patentes aspectos barrocos como la apertura de los brazos en Santa Teresa y San Francisco de Paula con pliegues más angulosos. Si en ese retablo existe una obra que me sugiera especial deferencia, sin duda es el soberbio conjunto escultórico de La Piedad (fotografía inferior), muy alejada de la que se le atribuye para la localidad de Béjar (Salamanca, hacia 1750), de disposición convencional, huyendo en ambos casos de los modelos declamatorios y desgarrados de Juan de Juni o Gregorio Fernández. Carnicero presenta a María angustiada, de dolor contenido, sentada sobre una gran peña sosteniendo en su regazo el cuerpo y la cabeza de Jesús. El resto del divino cuerpo del Salvador cae sobre la roca, dotándolo de frontalidad y verticalidad, favoreciendo a través de un bellísimo giro del torso el visionado en su plenitud de la poderosa anatomía, dada la elevada altura a la que se encuentra el grupo escultórico. María eleva su afligida mirada al Padre ofreciendo el cuerpo inerte de su Hijo, el cordero sacrificado, acatando su voluntad. La austeridad polícroma de las obras de este retablo queda fragmentada por la imagen más barroca, la Virgen de la Asunción, patrona del templo catedralicio, que ocupa la hornacina central. Su disposición corresponde a un dibujo suyo de una Inmaculada Concepción que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid y a la Inmaculada Concepción que se encuentra en el Museo de la Universidad de Salamanca, con uno de los brazos sobre el pecho y el otro extendido, en actitud de ascenso y ofrecimiento al Padre, y sobre un trono de querubines. Sólo cambia con respecto a ese dibujo el contrario posicionamiento de las manos. Los paños de policromía estofada son muy movidos y airosos que junto con la ligera inclinación de la cabeza mirando al cielo y la nube de querubines le otorgan sensación de ascenso. La obra aparenta acercamiento al estilo levantino. Carnicero estuvo relacionado en 1744, a través de la Congregación de San Lucas, con Salzillo, que junto con su hermano José y el escultor Francisco González requirieron de ésta la información necesaria para conseguir los mismos objetivos que perseguía aquella: la reclamación de exenciones y privilegios acordes a su condición de artistas. Ello pudo provocar un no descartable intercambio de estampas. Recordemos que Carnicero era un excelente grabador y Salzillo comenzaba a ser muy conocido y su fama traspasaba las fronteras murcianas. |
Nota de La Hornacina: Extractos del artículo "Alejandro Carnicero, Escultor y Grabador", publicado en la revista Anástasis, Cofradía de Ánimas de Cieza (Murcia), nº 8, 2010, pp. 20-33. |
Fotografías de Juan Fernández Saorín
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