EL ARTE DE LUIS CERNUDA (1902-1963)
RETRATO DE FRAY HORTENSIO FÉLIX PARAVICINO (BOSTON)

Emilio Barón, James Valender y Lorenzo Jiménez Rodríguez


 

¿También tú aquí, hermano amigo,
Maestro en este limbo? ¿Quién te trajo,
Locura de los nuestros, que es la nuestra,
Como a mí?
(...) Tú no puedes hablarme, y yo apenas
Si puedo hablar. Mas tus ojos me miran
Como si a ver un pensamiento me llamaran.
Y pienso. Estás mirando allá. Asistes
Al tiempo aquel parado (...).
Aquella tierra estás mirando, la ciudad aquella,
La gente aquella (...).

Retrato de Poeta

 

 

A comienzos de 1943 el profesor J.B. Trend, catedrático del Departamento de Español en la Universidad de Cambridge, ofrece a Cernuda un puesto de lector en la prestigiosa institución. Así, Cernuda se despide de la Universidad de Glasgow y de la Escocia que tanto aborrecía. Consigue alojamiento en el Emmanuel College de Cambridge (Chapman's Garden): una amplia habitación en una casita del siglo XVIII. No lejos se halla ese enorme y hermoso plátano que el poeta cantará en El Árbol, a cuya sombra se acogen los estudiantes con los primeros soles del año. Museos, bibliotecas, salas de cine, jóvenes... todo cuanto contiene ese marco agradable disfruta ahora, tras el gélido Glasgow, Luis Cernuda. Prefiere invitar a jóvenes estudiantes o investigadores que al elevado cuerpo profesoral (escritores, poetas, pintores, científicos y eruditos de primera fila), cuya conversación y trato jamás disfrutó; según Martínez Nadal, por una mezcla de timidez y orgullo.

En 1945 concluye su empleo en Cambridge, que siempre recordará como el de sus mejores años en Inglaterra, y le deprime la idea de tener que irse a Londres, donde le aguarda otro trabajo en el Instituto Español de esa ciudad. Sin embargo, gracias a los ensayos, poemas y colaboraciones literarias que escribió entre 1945 y 1947, comienza la naciente fama de Cernuda, sobre todo en México, Argentina y España. En su país natal es, por entonces, el poeta más admirado junto a Vicente Aleixandre y Federico García Lorca: el primero cuenta con su activa permanencia en España y el segundo con su fama anterior, multiplicada por el brutal asesinato del que fue víctima; así que la posición de Luis Cernuda -ajeno a capillitas y órganos editoriales, y poco señalado antes de su salida de España- nace, exclusivamente, de la calidad de su poesía.

En 1947 su amiga Concha de Albornoz, que ahora enseña en una institución docente llamada Mount Holyoke College (Vermont, Estados Unidos), le ofrece un puesto allí. Se establece primero en el college femenino durante dos años sin interrupción, salvo ocasionales viajes a lugares cercanos. Luego, en el verano de 1949, Cernuda descubre México y, desde entonces, pasa en este país cuanto tiempo libre le deja su trabajo: el verano de 1950 y el de 1951, que prolonga tres meses más por razones amorosas. En 1952 abandona su puesto y se instala definitivamente en México, sin empleo allí. A partir de 1960, obligado por penurias económicas, cruza en tres ocasiones la frontera del norte para enseñar en las ciudades estadounidenses de Los Ángeles y San Francisco. Y vuelve a México, en 1963, para no salir más, si no es "a cualquier sitio salvo este mundo".

Son años también de creación y de labor crítica: Cernuda termina un libro empezado en Inglaterra, Vive sin estar viviendo (1944-1949), y escribe dos más: Con las Horas Contadas (1950-1956) y Desolación de la Quimera (1956-1962). Escribe, asimismo, un segundo libro de prosas poéticas, semejante a Ocnos -una de sus creaciones más famosas (junto con el poemario Las Nubes (1937-1938), iniciado en Valencia y terminado en el exilio, donde el poeta se aleja de la poesía personal y subjetivista para abrazar una visión amplia del mundo y de la vida) que reeditó dos veces y está considerada como una de las mejores obras de prosa poética del siglo XX-, que titula Variaciones sobre Tema Mexicano (1952) y una rica serie de ensayos críticos, amén de sendos estudios sobre poesía española contemporánea y sobre poesía inglesa del siglo XIX.

Las tres ediciones de Ocnos son testimonio elocuente de la peripecia vital a que se vio expuesto su autor, en el exilio definitivo (Escocia, Inglaterra, Estados Unidos y México) desde la Guerra Civil española: la primera edición, publicada en Londres, en 1942, se compone de 31 poemas, con un gran sentido unitario en torno a la infancia y adolescencia del autor en Sevilla; la segunda edición, publicada en Madrid, en 1949, consta de 46 poemas; la tercera edición con un total de 63 poemas, se publicó en Xalapa, México, en 1963, unos días después del fallecimiento del poeta. Esta recreación de la obra durante veinte años muestra una labor esmerada en claro paralelo con la continuada elaboración de La Realidad y el Deseo, que también cuenta con tres ediciones repartidas a lo largo de veintidós años (1936, 1940 y 1958).

Respecto a Variaciones sobre Tema Mexicano, supone el reencuentro de Luis Cernuda con su lengua y con una tierra que le recuerdan el sur al que pertenece y que perdió para siempre. A diferencia de Ocnos, que se refiere al tiempo perdido, Variaciones sobre Tema Mexicano representa el tiempo recobrado, siendo prácticamente simultáneos el tiempo de la escritura y el de la anécdota recreada. Son poemas, pues, del presente, en los que se advierte un mayor contenido reflexivo por parte del autor, una mayor combinación de ensayo y poema. Textos como La Lengua, Lo Nuestro o Centro del Hombre, son muy representativos de la satisfacción de Cernuda al reencontrarse con una tierra y una cultura que le resultan familiares.

Entre los poemas últimos de Con las Horas Contadas cabe destacar, entre otros, Retrato de Poeta, un diálogo con el Retrato de Fray Hortensio Félix Paravicino, óleo sobre lienzo (112 x 86 cm) pintado en 1609 por El Greco, que el poeta había podido contemplar en el Museo de Boston. La meditación melancólica de Cernuda, exiliado, le conduce por el cotejo de un cuadro que vive en el extrañamiento de la lejanía de su origen, al igual que el propio protagonista poético de la composición. Más conocido por sus pinturas religiosas intensas y espirituales, El Greco fue también un retratista perspicaz y poderoso. Paravicino, amigo íntimo del artista, fue un importante teólogo, orador y poeta. Limitando los colores casi por completo al blanco y negro del hábito, El Greco creó una imagen sutil y convincente que enfatiza lo psicológico por encima de la presencia física. La pintura, que recibió culto durante un tiempo en el convento madrileño de San Hermenegildo, fue adquirida por el Museo de Boston en 1904 por recomendación de John Singer Sargent, otro gran retratista y un admirador del arte español.

 

 
 
Retrato por Eduardo Arroyo

 

FUENTES: BARÓN PALMA, Emilio. Luis Cernuda, Poeta. Vida y Obra, Ediciones Alfar, Sevilla, 2002, pp. 223-241; VALENDER, James y Luis MUÑOZ. Luis Cernuda. Álbum, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, Madrid, 2002, pp. 325-329 y 375; JIMÉNEZ RODRÍGUEZ, Lorenzo. "El poema en prosa de Luis Cernuda: Ocnos", en Tonos Digital. Revista Electrónica de Estudios Filológicos, nº 7, junio de 2004.

 

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