BICENTENARIO DE DAUMIER (IV)
EL VAGÓN DE TERCERA CLASE


 

 

En El Vagón de Tercera Clase (1864), el fuerte modelado de las figuras viene reforzado por una oscura línea, muy frecuente en sus óleos, y por una suelta y fluida pincelada. Los colores, similares a los de la paleta de Millet, son de tonos ocres, siena y tierras, con tendencia al monocromatismo. La obra, una tabla pintada al óleo cuyas medidas aproximadas son 67 x 92 cm, se guarda en el Museo de Bellas Artes de Ottawa.

A partir de 1840, el artista se interesó por el tema de los viajeros que van y vienen en los vagones de tren, que aguardan en las salas de espera de las estaciones de los ferrocarriles, y durante más de dos décadas, a semejanza de una cronista de la vida urbana de la era industrial, dinámica asimismo en la extensión de sus redes de comunicación, reservó un espacio a éstas en sus pinturas y en sus litografías.

En El Vagón de Tercera Clase, pieza maestra de su autor, el espectador contempla frontalmente la imagen de una humilde mujer, con las manos pacientemente cruzadas sobre el cesto de mimbre; a su derecha, una joven madre que amamanta a su hijo con mirada atenta, y a su izquierda, la figura dormida de un muchacho. Seres siempre sencillos, a los que Daumier se aproxima, una vez más, con mirada compasiva y afectuosa.

 

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