2000-2009: UNA DÉCADA DE ESCULTURA SACRA (XIII)
Jesús Abades y Sergio Cabaco
Como un imán, las esculturas realizadas por José María Ruiz Montes (Málaga, 1981) atraen la atención de todo aquel que las contempla por su perfección técnica y poderosas expresiones. Lo suyo, de lo más emotivo en la imaginería actual, es una especie de hipnosis espiritual con los espectadores, independientemente de sus creencias y de sus mayores o menores afinidades con el tema. El arte del joven malagueño, repartido hasta la fecha por igual en obras de tamaño natural y piezas de pequeño formato, la mayoría de estas últimas destinadas a la ornamentación de las andas procesionales, es emocionante y muy inteligente, pues apuesta por un retrato sumamente personal en medio de un paisaje escultórico cuyo maniqueísmo parece haber sido impuesto con precisión. El Cristo de la Caridad, tallado en 2005 para la Semana Santa de Fuengirola, fue la primera creación con la que comenzó a despuntar en el gremio. A este Crucificado le siguen otras tallas de interés como la Virgen del Dulce Nombre o el Cristo Atado a la Columna, el cual puede tener como destino final los desfiles procesionales de Torrevieja (Alicante). El San Sebastián de pequeño formato para Salobreña (Granada) fue este año la obra mejor valorada por el experto Juan Antonio Sánchez López dentro del "IV Premio La Hornacina". |
Fotografía de Alejandro Cerezo
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