2000-2009: UNA DÉCADA DE ESCULTURA SACRA (XXI)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Aunque su primer encargo como artista independiente fue una escultura de San Francisco de Asís, las creaciones del escultor Salvador Amaya (Madrid, 1970) son mayormente urbanas y de carácter civil. Gozan de especial fama sus retratos, entre los que se encuentran importantes (y polémicas) personalidades de la religión católica.

Entre las piezas sacras del autor, hijo y discípulo del afamado Marino Amaya, se encuentran los relieves alusivos a Santo Domingo de la Calzada en Alcorcón (2002) o el conjunto escultórico de Santa Águeda (2006) que aparece en el altar mayor de su ermita en Navalcarnero. Nosotros nos hemos quedado con la espléndida efigie en bronce, de 220 cm de altura (330 cm con su pedestal), que realizó en el año 2004 para Burgos en honor al Peregrino Jacobeo. La estatua se halla al aire libre, en el recinto del Hospital del Rey.

No hablamos, por tanto, de una divinidad, pero sí de un simulacro que se aleja del carácter humano del peregrino para ser tratado como un Cristo en Majestad, cuya serena apostura recuerda el neoclásico. Ello se debe al deseo de recrear el místico fin de aquellos caminantes que dirigen con fervor sus pasos a Santiago.

 

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