Aceptar el encargo de realizar las 40 esculturas que van situadas en los respaldos de la sillería del coro de la Catedral de Guadix (Granada) puede ser tomado como el logro de un sueño o una vocación suicida, según se mire, no ya por la gran envergadura de la tarea, sino por el enorme peso del nombre de su anterior artífice.

Las antiguas esculturas fueron talladas en el Setecientos por Torcuato Ruiz del Peral -varias no se terminaron hasta después de su muerte-, figura principal de la imaginería española de todos los tiempos, cuyas calidades son hoy en día igualadas con las de otros maestros de su época, caso de Salzillo o su paisano Risueño.

El joven accitano Ángel Asenjo fue el elegido para sustituir las figuras de Ruiz del Peral, destruidas en los disturbios del año 1936. La elección fue calificada en su momento de temeraria y suscitó muchas críticas, no tanto por Asenjo como por la decisión de dicho reemplazo.

Está de más decir -seguro que él es el primero en reconocerlo- que Asenjo no es Ruiz del Peral, pero a su valor a la hora de afrontar este proyecto, iniciado en 2001 y aún inconcluso, hay que sumar la innegable calidad artística de muchas de las tallas en madera sin policromar que lo integran, caso del excelente San Juan Bautista.