La imagen preside el altar mayor de la llamada Puerta de Sevilla o Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, una de las cuatro puertas monumentales que daban acceso al Real Sitio de Santa Fe durante la conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, aunque la construcción de la capilla fue iniciada tres siglos más tarde, en el XVIII.

Pocos documentos nos dan constancia sobre la procedencia de esta imagen que en sus inicios, allá por el siglo XVIII, era conocida como Nuestra Señora de la Amargura, para más tarde, a  inicios del siglo XX, ser nombrada como Nuestra Señora de los Dolores.

Su autoría se desconoce, aunque todo apunta a que hablamos de una talla de la escuela granadina. Un sector de la crítica la vincula a un seguidor tardío de Pedro de Mena (siglo XVIII), mientras que otro se mueve por la misma centuria y la atribuye al entorno de José y Diego de Mora, miembros de una destacada familia de escultores, o de José Risueño, discípulo de los anteriores.

En cuanto a las características de la imagen, hay que destacar que se trata de una talla de tamaño natural, aunque de baja estatura, viniendo a medir en torno a los 155 cm. Es una imagen con candelero para vestir que nos representa a María como una mujer adulta, grandes ojos marcados por la tristeza, cuatro lágrimas recorriendo cada una de sus mejillas, boca cerrada, y expresión de máxima aceptación, dentro del dolor que la consume, por la muerte de su Hijo en la cruz.

La efigie de Nuestra Señora de los Dolores fue restaurada en el año 2002; intervención que fue llevada a cabo por Actuaciones en Conservación y Restauración de Arte AGRA, de Peligros (Granada).