La imagen, procedente del gaditano ex-convento de Padres Capuchinos, se ha exhibido hasta hace poco tiempo en la Sala Murillo del Museo de Cádiz y forma parte de un conjunto de esculturas exentas en madera policromada llamado Los Misterios Dolorosos de la Virgen del Rosario, compuesto por los grupos de la Oración en el Huerto, la Flagelación de Cristo, la Coronación de Espinas y la Caída, así como por esta talla de Dolorosa, representada sobre el rocoso paisaje del Monte Calvario.

Tras muchos años siendo erróneamente considerada obra del escultor e imaginero murciano Francisco Salzillo o de su padre, el también imaginero Nicolás Salzillo, el historiador y restaurador gaditano José Miguel Sánchez Peña la puso acertadamente en relación con los escultores genoveses afincados en el Cádiz del Setecientos, concretamente con Antonio Molinari.

Posteriormente, el mismo Sánchez Peña, junto con Enrique Hormigo y Carmen Aranda, la vincularía a otros dos miembros de la mencionada escuela: Giovanni Battista Maragliano y Francesco Galleano, con cuyas pocas obras documentadas -caso del Cristo Resucitado que se conserva en la iglesia gaditana de San Francisco (1729)- presenta ciertamente notables puntos de conexión. 

Para el historiador isleño Jesús Garrido Pérez, se trata de una pieza original y bellísima, de mirada ausente, marcado sentido del dolor y acusada influencia del maestro genovés Anton Maria Maragliano; no en vano, tanto su hijo Giovanni Battista como el propio Galleano fueron destacados discípulos y colaboradores en su taller.

La Dolorosa ha sido recientemente restaurada por Sánchez Peña, quien realizó una intervención de limpieza y mantenimiento, y arregló algunos ensambles. En próximas fechas, será colocada, junto con el resto de piezas que forman Los Misterios Dolorosos, en una nueva ubicación dentro del museo gaditano, concretamente en un ángulo de la primera planta que va a permitir una mejor contemplación de la obra en su totalidad.