DOLOROSAS EN BLANCO Y NEGRO - EL PUERTO DE SANTA MARÍA
Francisco González Luque
El tratamiento iconográfico de la Virgen del Desconsuelo, venerada en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María, sigue los cánones de las Dolorosas sevillanas: imagen de candelero o de vestir, coronada, con lógica expresión dramática, procesionando bajo palio y portando los típicos atributos o símbolos de esta tipología (pañuelo, rosario, corona). Su análisis morfológico presenta un problema, grave, añadido. Al no contar con ninguna descripción fidedigna del estado en que se encontraba la Virgen antes de las desafortunadas restauraciones que tanto han desfigurado su mascarilla y al comprobar que su fisonomía actual difiere mucho de la primitiva (cualquier alteración en el rostro, cuello y manos confiere un cambio sustancial al aspecto que pueda presentar) nuestra descripción debería, más bien, realizarse en un doble sentido: intuir aquella apariencia originaria atendiendo a la observación de fotografías anteriores a los años 70 del siglo XX, como la que acompaña el escrito, más que a la observación de su apariencia actual. Ignoramos también si las manos, labradas en madera, son las originales o han sido cambiadas por un nuevo juego más moderno, por lo que prescindimos de su análisis. Actualmente, la cabeza presenta una posición algo elevada hacia atrás (inclinación menor que en épocas anteriores) y ladeada hacia su izquierda. Bajo unas cejas de trazo ancho, levemente arqueadas y entrecejo despejado, se abren unos ojos grandes de cristal con pupilas negras de ligero estrabismo divergente que le otorgan una mirada perdida, ojos semiocultos por los párpados abultados, algo caídos y rematados por pestañas postizas exageradas, siguiendo la moda impuesta en el siglo XVIII. Varias lágrimas anegan el rostro de la Señora: tres resbalan por la mejilla derecha y dos surcan la izquierda. Son gotas de cristal adheridas a la encarnadura reflejando ese llanto de María, siguiendo también los patrones de la moda dieciochesca. La nariz es recta, bien perfilada y correcta de proporciones. El surco nasolabial, pronunciado y rehundido. La boca aparece hoy día muy abierta, dejando entrever los dientes superiores y confirmando con esa apertura un gesto de dolor y el llanto. El mentón prominente y la acusada papada son otros rasgos característicos de esta Dolorosa. Sus características morfológicas y estilísticas nos llevan a atribuirla a la escultora e imaginera sevillana Luisa Roldán o a un artista de su círculo, muy próximo a su estilo. Nos basamos en su similitud con la documentada Virgen de la Soledad de Puerto Real (Cádiz), el uso del barro cocido en la mascarilla y la pertenencia original igualmente a un convento de los Mínimos. Si es de La Roldana, se situaría lógicamente dentro de su etapa gaditana, comprendida entre los años 1686 y 1688. |
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