La actual titular de la cofradía jiennense de la Expiración es una de las mejores creaciones del escultor e imaginero Luis Álvarez Duarte (Sevilla, 1950), quien unió con gran acierto la habitual belleza juvenil de sus creaciones marianas con la captación de una angustia hiriente e implacable, que lleva a la Dolorosa a mostrarse casi extenuada, desplomando la cabeza hacia la derecha mientras clama consuelo para su aflicción.

En palabras del autor a La Hornacina: "la Virgen de las Siete Palabras es mi luz y guía de Andalucía Oriental, va mucha gente a verla y tiene una gran cantidad de devotos y admiradores" [...] "la realicé para la Cofradía del Cristo de la Expiración, un Crucificado maravilloso, impresionante. Me dejaron carta abierta y salió esta Dolorosa maravillosa, de las mías más admiradas".

La Virgen, imagen de vestir labrada en el año 1995 empleando madera de cedro policromada al óleo, es de tamaño natural y lleva en su rostro siete lágrimas de cristal, cuatro en la mejilla izquierda y tres en la derecha. A través de los dialogantes labios, se ven claramente la lengua y la dentadura talladas. El óvalo del semblante se remata con un saliente mentón, centrado por un leve hoyuelo.

Sus ojos son de cristal y las pestañas, postizas en el párpado superior y pintadas las inferiores. La composición, encarnada con exquisitos tonos nacarados, muestra el entrecejo fruncido, los párpados hinchados, el perfil clásico y las mejillas enrojecidas por los sollozos. Sus manos se presentan extendidas, con los dedos ligeramente flexionados, portando habitualmente el pañuelo en la derecha y el santo rosario en la izquierda.

Hasta 1997 la cofradía procesionaba en paso propio la imagen de San Juan Evangelista, talla completa de José Martínez Puertas (1943) realizada en madera de pino policromada que lo representa indicando a la Virgen el camino tomado por Jesús hacia el Calvario. Actualmente se encuentra en el templo de San Bartolomé formando un Stabat Mater con la presente Dolorosa y el magistral Crucificado atribuido a José de Medina (1761-1762). Esta efigie del Discípulo Amado sustituyó a una anterior de Francisco de Pablos (1928), destruida en 1936.