Esta obra, conservada en el Convento de las Carmelitas Descalzas del Corpus Christi (vulgo de Afuera), de la localidad madrileña de Alcalá de Henares, posee busto de mayor tamaño de las habituales en Pedro de Mena. Está tallada con sumo esmero y detalle, como lo atestigua su rostro, las vestiduras y la disposición de los brazos que se adelantan sobre el pecho y, cruza las manos en una sugerente actitud dramática, reveladora del martirio cruento de su Hijo; en definitiva, sumisión al plan de Dios Padre en Cristo y en Ella.

La expresión de su rostro es de contenido, sereno y profundo dolor, fruto de su fe vivenciada, que se traduce en una fuerza interior que la mantiene erguida y, en un sí constante a Dios. La actitud nos desvela su participación activa en el proyecto salvador de su Hijo, como mediadora.

Todo lo anterior está reflejado en la magistral interpretación que Mena realizó con su gubia, conseguidas las carnaciones de rostro y manos y la policromía de los tejidos, posiblemente por él mismo, o, por un pintor dorador como era frecuente en el trabajo interdisciplinar de las esculturas.

Apreciamos que el fino y ovalado rostro de María, cuya altura es de 85 cm, tiene los ojos casi entornados, de cristal, con restos de haber tenido pestañas naturales y enrojecidos al igual que las mejillas y la fina boca, más las lágrimas perdidas; la boca pequeña y entreabierta, todo refuerza la idea de sufrimiento contenido. Contribuye a ello la postura girada hacia su derecha, más la disposición de los brazos adelantados sobre el pecho y las estilizadas manos cruzadas, anudadas, pero no crispadas.

Viste una túnica de color jacinto, muy al uso de Andalucía; de amplias mangas que dejan ver la camisa debajo. El cuello, ligeramente relevado, y, las dobleces naturales de las mismas, son ejemplos elocuentes del dominio del artista que la talló y policromó. Debajo se aprecia una fina camisa casi del mismo color, que nos descubre en sus ajustadas mangas y puños, los ojales perfilados por fino cordoncillo y los botones que las cierran.

Un amplio pañuelo de color crema cubre su cabeza y cae sobre hombros y pecho, con un notable plegado naturalista que finaliza en forma de uve, que como flecha señala las manos como indicándonos la gran carga emotiva y simbólica de las mismas. De color azul es el amplio manto de múltiples y naturales plegados, que toca su cabeza y cae suavemente por los hombros pata terciar por delante y finalizar en el brazo izquierdo.

Las calidades textiles de los tejidos, por medio del tratamiento finísimo de las maderas, llegan hasta lo increíble, como apreciamos en el cuello, y el hecho de que la imagen esté hueca y realizada por varias piezas, son características propias del escultor Pedro de Mena. La base de la figura mide 70 x 42 cm.