DOLOROSAS EN BLANCO Y NEGRO - SEVILLA
Con información de Juan Miguel González Gómez
El Monumento Eucarístico de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla fue profundamente restaurado, entre los años 1688 y 1689, por el escultor Francisco Antonio Gijón y el pintor Miguel Parrilla. Según el manuscrito del canónigo Loaysa, Gijón es el autor del Cristo Crucificado y los ladrones, quizás también del Cristo Atado a la Columna, y de otras figuras que representan profetas del Antiguo Testamento y alegorías femeninas. Las restantes esculturas, por tanto, sólo fueron consolidadas. La Dolorosa que nos ocupa, labrada en madera y telas encoladas y policromadas, con una altura de 210 cm, formaba parte del Calvario que remataba el antiguo Monumento Eucarístico que, anualmente, se instalaba en el templo metropolitano hispalense para la celebración litúrgica de la Semana Santa. Al igual que el San Juan Evangelista del grupo, debió ser remodelada por el afamado escultor utrerano Francisco Antonio Gijón entre los años 1688 y 1689. La Virgen, de pie, a la derecha del Crucificado, expresa su dolor con los brazos abiertos en gesto declamatorio. La toca y el manto, al caer sobre la frente, perfilan su doloroso expresionismo barroco. María viste indumentaria marfileña de áureas fimbrias y florones. Sus carnaciones de tonalidades semimates, al insistir en las calidades de la piel, imprimen vida al simulacro. El informe de restauración realizado en el año 1985 por el Taller Isbilia reveló que el soporte interno de la figura estaba formado por un armazón de palos y gavillas de madera, material este último con el que se hallan tallados las manos y el rostro. El conjunto estaba recubierto por unos paños plegados de telas encoladas de color crudo, estofados en oro laminado. La intervención consistió en la consolidación y desinsectación del armazón interno, endurecimiento de la telas, realización de una nueva peana, colocación de un perno para la sujeción de la corona, reposición del estuco perdido, fijación de la policromía original, recuperación de las carnaciones originales de la mascarilla y de las manos, reintegración de las lagunas pictóricas con técnicas reversibles al agua, eliminación de las masas de cera acumuladas, especialmente en la cabeza y en la zona posterior del manto, reintegración de la resina natural de protección y reposición de las piezas perdidas, entre ellas los diez dedos de las manos, que fueron tallados en madera de ciprés. |
FUENTES: Archivo del Taller Isbilia; V.V.A.A. Arte de las Hermandades de Sevilla, Sevilla, 1986, sin paginar.
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