LA DORMICIÓN O EL TRÁNSITO DE LA VIRGEN (IX)

18/08/2024


 

 

De finales del siglo XVII y principios del XVIII tenemos noticia de tres pintores apellidados Arellano (Manuel, Antonio y José) en el antiguo Virreinato de la Nueva España. Prácticamente todas las líneas de investigación apuntan a que el conocido como "El Mudo Arellano" era Manuel o Antonio Arellano, a saber padre e hijo, aunque otras tesis sostienen que su mote indica no sea ninguno de estos personajes. No hay que descartar tampoco la posibilidad de que estos artistas (Manuel y Antonio) tengan alguna relación con el célebre pintor español de flores Juan de Arellano.

La problemática se acrecienta cuando encontramos que una mayoría de obras aparecen firmadas simplemente como Arellano, sin ninguna referencia al nombre de pila. Llegados a este punto, destacamos la opinión del especialista grafólogo Carrillo y Gariel de que, a pesar de no contar con la confirmación documental necesaria, el pintor que firma el cuadro que nos ocupa se trate seguramente de Manuel o Antonio Arellano.

La estética de este pintor se acerca a la del también novohispano Juan Correa: composiciones muy recargadas de figuras donde los ropajes y las actitudes crean un juego barroquizante. Sin embargo, la pobreza de expresiones, el dibujo algo descuidado y la excesiva monotonía del color hacen que sus pinturas sean de inferior calidad respecto a las de Correa.

La venida de esta obra mexicana a España, junto con otra que representa la Circuncisión, tuvo lugar gracias a los marqueses de Villadarias, en cuyo palacio de Antequera se conservaban. En torno a finales del siglo XVIII o principios del XIX fueron donadas a la Parroquia de San Pedro de Antequera. De este templo pasarían al Museo de la Ciudad de Antequera (MVCA), donde se encuentran actualmente.

La escena de la dormición se representa a dos planos, el terrenal abajo y el celestial arriba, donde el cielo se abre y aparecen tres ángeles que lanzan flores sobre el cuerpo de la Virgen, símbolos de su pureza. María aparece iluminada por la luz de Dios y ataviada como Reina Coronada. Los apóstoles se disponen alrededor del lecho. Aparecen el cirio y el libro en manos de dos de ellos, símbolos de iluminación y de sabiduría. A los pies del lecho otro apóstol se reclina abatido y el resto observa la escena, quedando gradualmente en penumbra conforme se alejan de la escena principal.

 

FUENTES

MELERO MASCAREÑAS, Luis. "Devociones populares en la nobleza antequerana: la Serie de la vida de la Virgen de Juan Correa y el Mudo Arellano", en Meditaciones en torno a la devoción popular, Córdoba, Asociación para la investigación de la Historia del Arte y el Patrimonio Cultural "Hurtado Izquierdo", 2016, pp. 303-304 y 308.

Con información del Museo de la Ciudad de Antequera.

 

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