LA DORMICIÓN O EL TRÁNSITO DE LA VIRGEN (XII)

24/08/2024


 

 
 
Foto: Gonzalo Cases Ortega

 

Desde principios del siglo XX, el estudio de las pinturas incrustadas de concha (hacia 1650-1750) se ha ligado a Miguel González y, en menor medida, a Juan González, artistas de los que se sabe poco, pero cuya importancia en relación con estas obras es difícil sobrestimar. Ambos trabajaron en Ciudad de México a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Su producción fue nutrida, pues entre los dos firmaron cerca de la tercera parte de las más de 250 obras que se conocen, y algunas de las aproximadamente 160 tablas anónimas que se conservan asimismo deben ser suyas. Si bien ciertos autores han creído que fueron hermanos, en realidad no fue así, aunque sin duda ambos pintores estuvieron emparentados.

Desde 1990 se ha sugerido que los González fueron una familia de inmigrantes asiáticos, chinos o japoneses. En la Nueva España del primer tercio del XVII hubo inmigrantes japoneses, quienes quizá hayan comenzado las experimentaciones que dieron lugar a estas pinturas. Numerosos inmigrantes asiáticos, sobre todo japoneses, se casaron con individuos de distintos orígenes nacidos en la Nueva España y algunos alcanzaron una posición social media e incluso alta.

Debido a que la génesis de las pinturas incrustadas de concha no está ligada a ninguna de las familias conocidas del gremio de pintores, sino a unos González de los cuales apenas existe información, la hipótesis sobre su origen japonés resulta muy sugerente. Sin embargo, la relación entre dichas pinturas y las lacas japonesas se produjo en el campo de las apropiaciones y no dependió del origen de sus autores. Es decir, los González podrían no haber tenido ascendencia japonesa. Bien pudo haberse tratado de una familia novohispana que, sin tener origen japonés, hubiera aprovechado el gusto local por las lacas "namban" para experimentar con el material orgánico y los diseños de dichas obras, pero usando técnicas, materiales, soportes y contenidos iconográficos de origen europeo.

En líneas generales la técnica del enconchado consiste en la colocación sobre un soporte de madera de una capa de lienzo o bandas del mismo, aunque tenemos casos en los que la pintura va directamente sobre la tabla. Posteriormente, se realiza la base de preparado con yeso aglutinado con aguacola, capa sobre la que se ejecuta el dibujo preparatorio que servirá como guía en la colocación de las conchas y la posterior aplicación de las lacas. Una vez pegadas las conchas con cola animal, de manera que quedan incrustadas en la base de preparación sin sobresalir de la misma, se realizan los trazos de la composición en tinta china de diferentes saturaciones, dibujo que da forma a las figuras y objetos y que podemos ver con claridad a través de las lacas. El paso final es el de colorear la imagen con distintos tonos de lacas, y sobre ellas se aplica la capa de barniz, que con el tiempo ha adquirido un tono amarillento, otorgando un aspecto característico a esta clase de pintura.

Estos materiales, y la forma de aplicarlos, nos recuerdan la pintura venida de Oriente, donde a la decoración de nácar y al empleo de lacas traslúcidas se unen unos pasos de ejecución y una composición formal que podemos encontrar en tratados de pintura europeos fechados en siglos anteriores a los enconchados. Ello en parte es debido, como hemos señalado, a la presencia de artesanos y objetos llegados de China y de Japón en Nueva España.

En el Museo de América (Madrid) se encuentran 84 tablas enconchadas de diversos temas. Esta colección es uno de los máximos y mejores exponentes de la técnica de enconchados, junto a la del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y el Museo Nacional de Historia de México, además de varias colecciones particulares en México y España.

Una de esas tablas, el Traslado del cuerpo de la Virgen, pertenece a una serie de 12 tablas sobre la vida de María, que han sido atribuidas a Miguel o Juan González. La serie fue realizada en torno a 1690-1710 y cada una de las tablas mide 61 x 86 cm. Los orígenes iconográficos los encontramos en la Legenda Aurea (Leyenda Dorada), cuando habla de un conjunto de miles de ángeles que rodearon el cadáver de María para tomarlo en sus manos, resucitarlo y escoltarlo al cielo. Aquí en esta pieza lo anterior se mezcla con la iconografía tradicional del Traslado al sepulcro de Cristo, de ahí la presencia de apóstoles como Juan y la Magdalena y otros personajes terrenales, que acompañan a los espíritus angélicos hacia una gruta en la roca fuertemente relacionada con la sepultura de Jesús.

 

FUENTES

OCAÑA RUIZ, Sonia Irene. "Nuevas reflexiones sobre las pinturas incrustadas de concha y el trabajo de Juan y Miguel González", en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, n º 102, Servicio de Publicaciones de la Universidad Autónoma de México, 2013, pp. 125-126 y 136-137.

https://www.lahornacina.com/seleccionespentecostes09.htm

 

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