ALBERTO DURERO - OBRA SACRA
ADORACIÓN DE LA TRINIDAD

14/05/2021


 

 

En obras más tardías de Durero, como el parcialmente destruido "Altar Heller" (1507-1509) o la Adoración de la Trinidad (1511) es la propia composición de personajes la que crea el espacio. En este sentido, ninguna obra como esta última, también llamada Altar Landauer por el cliente, un rico comerciante llamado Matthäus Landauer, también de Núremberg, quien fundó con Erasmus Schiltkrot una institución benéfica fundada para acoger a doce artesanos (como los doce apóstoles) que ya no podían ejercer la profesión y evitar así que pudieran caer en la miseria. El propio Landauer vivió allí desde 1510 hasta su muerte.

El encargo de este retablo dedicado a la Adoración de la Trinidad data de 1508, pero la obra no fue entregada hasta 1511, cuando se instaló en la capilla de la referida institución, llamada en alemán "Zwölfbrüderhaus". El altar, pintado al óleo sobre una tabla de álamo con unas dimensiones de 135 x 123 cm, fue concebido al estilo italiano, sin puertas y de forma curva, con un rico marco, diseñado por el propio Durero, en el que hay una representación calcográfica del Juicio Final, además de los escudos de los clientes.

En la zona inferior de la obra, actualmente conservada en el Kunsthistorisches Museum de Viena, vemos una estrecha banda de paisaje en la que solo se yergue la pequeña figura del pintor, es la imagen de la "civitas terrena", sobre ella se alza la "civitas Dei" concebida como comunión de santos y mártires, de profetas y sibilas, de reyes, eclesiásticos y papas que adoran la magnificente Trinidad.

La obra, en su simbología y en su espíritu ecléctico, entre la tradición medieval y la renacentista, no sería entendida sin el marco de la tabla, verdadera puerta triunfal en cuyo tímpano, sobre el Juicio Final, se dispone la "deesis" con la visión apocalíptica de Cristo entre la Virgen María y San Juan Bautista.

Abarrotada de figuras, la Adoración de la Trinidad muestra, en el centro de su parte superior, la representación de la Santísima Trinidad, con Dios Padre sosteniendo el crucifijo con Jesús todavía vivo, mientras sobre ellos, en un halo de luz rodeado de querubines, aparece la paloma del Espíritu Santo. Dios lleva corona imperial y gran manto dorado con forro verde, sostenido por ángeles. A su alrededor, inspirado en las teorías de San Agustín, Durero pintó la mencionada hueste de santos, encabezada por María y el Bautista. Abajo, la multitud humana se divide en religiosos (a la izquierda, encabezada por el Papa) y laicos (a la derecha, encabezada por el emperador) mostrando una división similar a la ya realizada en la "Fiesta del Rosario".

Además de Durero, aparece retratado el viejo Matthäus Landauer, arrodillado, ante un cardenal que parece interceder por su alma. Landauer viste las ricas túnicas de piel de su clase, y se quita el sombrero casi aturdido por la visión divina. Un agricultor, que todavía sostiene la herramienta para batir el grano, representa a las clases más humildes. Entre las figuras más enigmáticas, vemos a la derecha la de una reina con el rostro completamente cubierto por velos, que solo revela sus ojos.

El paisaje de la franja inferior está ocupado por un amplio amanecer sobre un estrecho lago entre colinas que se pierden en la distancia, inspirado en las magníficas vistas de Altdorfer y Patinier. El pintor aparece en la esquina derecha del cuadro, sosteniendo una tabla con la inscripción relativa a su autoría, fecha y firma. 

 

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