Las Escuelas de Cristo son Institutos de vida Secular de carácter privado; es decir, los obispados no tienen jurisdicción sobre las mismos. El Padre Obediencia es el que se ocupa de los ejercicios semanales y las Eucaristías que se celebran, pero no tienen por qué informar al ordinario del lugar de dichas actividades.

Cada escuela tiene sólo setenta y cinco hermanos, y una vez que se supera este número ha de fundar una nueva escuela. En el caso de que una escuela se extinguiese, sus bienes pasarían a otra, para evitar de ese modo la pérdida de los mismos. Esto último sucedió con la Santa Escuela de Cristo del Espíritu Santo, fundada en el siglo XVII con sede en su capilla propia de la calle Tetuán, en lo que es hoy el establecimiento del comercio C&A. Allí residió hasta el siglo XIX, terminando sus días en la Capilla del Ex-Convento de la Paz, donde quedaron depositados sus bienes.

En el año 1931, dichos bienes fueron reclamados por la Santa Escuela de Cristo de la Natividad, llegando desde allí, entre otras piezas, una talla de Crucificado (hoy advocado Cristo de la Salud y titular de la sevillana Hermandad de San Bernardo) y una Dolorosa, que es la que traemos hoy al especial. Llama la atención que, mientras de la imagen del Crucificado tenemos constancia de su llegada y forma de traslado, no se conserva nada en el archivo referente a la Dolorosa. Todo lo que sabemos es gracias a la información oral que nos aporta don Francisco Rojas, hermano de la Santa Escuela, cuyo padre también lo fue y conoció personalmente a los que realizaron el traslado.

El traslado del Señor se hizo de manera pública, a las cinco de la madrugada, hora intempestiva, puesto que el Cardenal Segura pidió en un primer momento que se hiciera de forma privada ante la situación insegura que corrían las manifestaciones religiosas durante la II República. A ello se negaron los hermanos de la Escuela y decidieron hacerlo de manera discreta durante la madrugada. Del de la Virgen nada se sabe.

A su llegada al templo, las imágenes se dispusieron frente a frente en la Sala Capitular, colgado de la pared el Cristo. En el año 1936 el grupo escultórico se deshace ante la petición de la Hermandad de San Bernardo del Crucificado, quedando la Dolorosa sola en la Escuela. Para la misma se realiza un retablo de madera, hoy en la nave del oratorio y ocupado por la copia de la Virgen de los Reyes que realizara el escultor e imaginero onubense Sebastián Santos Rojas. De ahí pasó a estar guardada en el coro, donde a día de hoy permanece.

La Dolorosa posee las manos y la cabeza realizados en barro, ojos de cristal y ropas de telas encoladas. Se encuentra de rodillas, con la mirada alzada al cielo y sus manos unidas en actitud de oración, apoyada sobre un cojín de madera, policromado en rojo con ricos estofados en oro. Viste saya negra, ceñida a la cintura con cíngulo dorado, toca blanca y manto negro con sencillo estofados en este mismo metal en sus bordes. Se conservan de la misma también sus atributos de orfebrería: diadema y puñal, ambos de plata de ley.

El estado en el que se encuentra no es el mejor, habiendo perdido la cera de la parte inferior de su ojo izquierdo. También se ha desencolado parte del manto, lo que ha provocado grietas y desprendimientos en la policromía. Al parecer, a su llegada a la Escuela de la Natividad ya presentaba dichos desperfectos. Toda la escultura se encuentra, además, cubierta por una gruesa capa de polvo.

Sus características nos hacen fecharla a finales del siglo XVIII, pareciendo obra del taller del artista sevillano Cristóbal Ramos (1725-1799). Es intención de la Santa Escuela restaurarla próximamente y darle un nuevo emplazamiento en las instalaciones del oratorio, en un lugar donde pueda visitarse adecuadamente.