LA GASTRONOMÍA EN EL ARTE ESPAÑOL (X)
CAZADOR DE REGRESO DEL CAMPO CON UNA PERDIZ Y LA COCINERA
Con información de José Luis Díez e Ignacio Medina
La Obra Andrés Cortés Aguilar fue un pintor de obra fecunda y muy personal, aunque son pocas las noticias precisas que se tienen sobre su vida. Su padre, Antonio Cortés, residía en Francia y había sido discípulo del paisajista y pintor de animales Constantin Troyon, lo que sin duda debió marcar desde sus primeros pasos artísticos, junto a su padre, la preferencia de Andrés por la pintura de paisajes con rebaños; género en el que llegaría a ser uno de los más destacados especialistas en su tiempo, y que define buena parte de su producción. Presente desde 1840 en Sevilla, donde residiría toda su vida y afianzaría su carrera, fue profesor de la Escuela de Bellas Artes y miembro de su Academia desde 1862, alcanzando pronto fama en los ambientes artísticos sevillanos con sus atractivas vistas panorámicas de la ciudad pobladas de figuras, por las que hoy es más conocido, y que le dieron notable reputación en su tiempo entre la clientela de la alta sociedad hispalense. Dentro del mismo género, pintó otras vistas sevillanas de composición igualmente ambiciosa, atentas tanto a la descripción de edificios y monumentos como a la de los tipos e indumentarias de los personajes que las pueblan, con un colorido vivo y brillante; aspectos en los que reside buena parte de su atractivo. Sin embargo, la mayor parte de los cuadros conocidos del artista, y con los que debió mantener su carrera, debido a su fácil venta y a su pintoresquismo decorativo, fueron, como hemos apuntado, los paisajes rurales con rebaños, casi siempre cabañas de ovejas o vacas guiadas por sus pastores. Fue, además, interesante pintor de tipos, faceta de la que son buenas muestras Cazador de Regreso del Campo con una Perdiz y La Cocinera (1849); ambos óleos sobre lienzo forman pareja y miden 114 x 93 cm. Se conoce igualmente de su mano alguna pintura de contenido religioso, y se tiene además noticia de un lienzo histórico de grandes dimensiones pintado por Cortés en 1848 que representaba a Guzmán el Bueno armando caballero a su hijo, que tuvo cierto eco en la prensa sevillana de su tiempo y fue adquirido por los duques de Montpensier. Participante en las exposiciones de Bellas Artes que se celebraban en la ciudad, en 1858 fue premiado con una medalla de plata por Un País. El reconocimiento que disfrutó en su ciudad le colmó de honores y distinciones locales, llegando a ser socio de número fundador de la Diputación Arqueológica de Sevilla, presidente de su clase de Artes, corresponsal de la Real Academia de Arqueología y Geografía del Príncipe don Alfonso y de la de Córdoba, y socio de la de Emulación y Fomento, además de ser condecorado con varias cruces.
El Plato La cocinera se dispone a preparar la pieza traída por el cazador. Las perdices son muy populares en Castilla-La Mancha, especialmente en Toledo, donde se cocina doblegando la bravura y el aroma de unas carnes recias y tersas, curtidas en la dureza de las llanuras castellanas. La caza menor de la perdiz tuvo también extraordinaria importancia en la cocina de subsistencia extremeña, siendo famosa su preparación al modo de Alcántara, aunque en este caso la receta procede de cocinas conventuales influenciadas por las modas culinarias francesas. Por último, citar el protagonismo del ave en el recetario mallorquín, donde se suele cocinar con col o repollo, mezclando así las viejas cocinas británicas o francesas con las tradiciones mediterráneas. |
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