LA GASTRONOMÍA EN EL ARTE ESPAÑOL (VI)
NIÑOS COMIENDO UN PASTEL

Con información de Diego Angulo y Arsenio Moreno Mendoza


 

 

La Obra

Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla en 1617, de familia humilde. Huérfano a los diez años de edad, entró en el taller de su pariente, el pintor Juan del Castillo, donde fue condiscípulo de Alonso Cano y de Pedro de Moya, permaneciendo allí por espacio de ocho años. Al marchar su maestro a Cádiz, Murillo acudió a la Corte, facilitándole su paisano Diego Velázquez el acceso a las colecciones reales, donde copió obras de Tiziano, Rubens y Van Dyck, "mejorando mucho la casta del colorido, no desdiciéndose en el dibujo por las estatuas y en las academias de esta corte", como dice Ceán Bermúdez.

De gran originalidad son sus cuadros populares de niños, a manera de escenas de género, que empezó a pintar hacia el año 1650. Así, los Dos Niños comiendo Melón y Uvas (Pinacoteca de Múnich), Niños comiendo un Pastel (también llamado Niños comiendo de una Tartera, conservado igualmente en la Pinacoteca de Múnich), Muchachos espulgándose (Museo del Louvre), etcétera. Son muchachos humildes, chiquillos de la calle, pero no dan una imagen mísera y triste, sino gozosa en su sencillez, repletos de expresividad y jovial naturalismo, muy en la línea de lo que se ha venido en llamar el populismo sevillano.

En todos ellos parece existir una clara obsesión por la comida, ese pan nuestro de cada día y que tantos días falta. Niños con hambre genética, que no desnutridos. Pequeños que devoran en plena calle sus panecillos ante la golosa mirada de unos compañeros de juego. Niños que, como en este caso, apuran insaciables el pastel de una tartera con notable delectación, ante la expectante y nerviosa mirada de un perro. Los niños de Murillo son para el maestro objetivo prioritario de caridad en un mundo de adultos injusto y egoísta.

 

El Plato

Aunque por su forma el "pastel" en cuestión parece casar mejor con un bizcocho -base de huevos, azúcar y harina que tiene innumerables aplicaciones y es la base de pasteles suntuosos, brazos de gitano, diferentes tipos de tartas, pastas, etcétera-, sobre todo con las populares bizcotelas; por la procedencia de la obra nos vamos a ocupar de las torrijas, muy consumidas en Semana Santa. Se trata de pequeños pasteles de pan empapado en leche con un palo de canela y azúcar, luego rebozados en harina y huevo batido y finalmente fritos en abundante aceite caliente. Cuando están doradas, se escurren y se espolvorean con azúcar y canela en polvo.

 

FUENTES: ANGULO IÑIGUEZ, Diego. Murillo, Sevilla, 2002; MORENO MENDOZA, Arsenio.
"Murillo, la "Santificación" de la Pobreza", publicado en la revista Pandora, París, 2004.

 

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