LA GASTRONOMÍA EN EL ARTE ESPAÑOL (VII)
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Con información de Helga Montagut y Jesús Abades


 

 

La Obra

En los 80 uno de los temas principales de la obra del artista mallorquín Miquel Barceló (Felanitx, 1957) era el pintor dentro de su taller, a menudo convertido en cocina. De hecho, una de las grandes piezas de este periodo es La Gran Cena Española (1985): cazuelas, arroz y azulejos en la cocina. Esta analogía entre pintura y cocina ha sido una constante en Barceló, cuya creación está salpicada de inquietud, adrenalina y provocación.

Cebollas, sartenes, erizos, brócoli o peces y panes, plasmados en sus cerámicas, pinturas, esculturas, acuarelas, dibujos, paredes, techos, etcétera. En la obra de Miquel Barceló, artista autodidacta, no faltan las referencias gastronómicas a su tierra. Amante y férreo apologista de Mallorca -fue el último en abandonar la isla de Sa Dragonera a finales de los años 70 para evitar su urbanización-, Barceló defiende "las raíces". Afincado en París, vive a caballo entre Mallorca, Malí y la capital francesa. Nunca falta sobrasada en su despensa, que utiliza como condimento. Incluso trae consigo los tomates de la isla.

Como ocurre con Ferran Adrià, Barceló también fusiona elementos insólitos en su obra, practicando la nouvelle cuisine en su experimentación. En su pintura Calabazas (1998), por ejemplo, encontramos erizos mezclados con coliflores, además de otros alimentos, con una textura, color y vibración que funciona muy bien. En su taller parisino, Miquel Barceló elabora sus colores, que fabrica "mezclando y removiendo" los pigmentos, un gesto evidente en la cocina. Espátulas, rasquetas, mangas de pastelería, rodillos... Su estudio está repleto de utensilios de cocina reinventados en herramientas de artista, como platos de tapas donde dibuja acuarelas, un soplete de crema catalana para hacer el mango de las cerámicas o una manga pastelera para hacer goteo.

Uno de los platos favoritos de Barceló es la gamba pequeña, cuyo exquisito sabor inmortaliza en la presente obra, conservada en la Fundación Francisco Godia de Barcelona. Realizada también en 1985, en técnica mixta sobre tela, mide 76 x 113 cm. En ella vemos, entre otros instrumentos, la paellera en alusión al llamado arròs brut, plato-estrella de la gastronomía mallorquina elaborado con arroz, carne o pescado, verduras y especias.

 

El Plato

Emparentadas con el langostino y el carabinero, las gambas tienen una morfología similar a la de los primeros, aunque son más pequeñas, ligeramente transparentes y de un color rosa claro. Los ejemplares más deliciosos son los de la gamba rosada hembra, aunque también son muy apreciadas las blancas, de menor tamaño y con un color blanquecino que se torna rosa al cocer. Para cocerlas se ponen unos cinco minutos en una cazuela con agua hirviendo y sal -hay quien le añade laurel y perejil-, aunque también se consumen a la plancha en una sartén puesta al fuego con aceite y mantequilla para finalmente ser flambeadas con whiskey o coñac.

 

FUENTES: El Periódico de Catalunya

 

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